Tristemente hemos conocido la noticia de que una pequeña de tan solo dos años fue víctima de una bala loca en una feria navideña de La Pintana, hecho que no es aislado, ya que hace algunos días sucedió lo mismo en Maipú, en donde dos personas resultaron baleadas.

Estamos ad portas de celebrar navidad, fecha en la que se supone deberíamos estar en familia y compartiendo con nuestros seres queridos, pero producto de la delincuencia desatada que hemos visto en las últimas semanas eso no va a ser posible para muchas familias.

Estas balaceras en ferias navideñas se han ido haciendo cada vez más recurrentes y todos los años en esta época tenemos que lamentar que personas inocentes se vean afectadas por estos delitos que, en su gran mayoría, tienen relación con conflictos entre bandas rivales a quienes no les interesa el lugar donde están ni a quienes pueden dañar.

En esta época los delincuentes se aprovechan de estos lugares, en donde saben que hay aglomeraciones de personas comprando y así intentan pasar desapercibidos. Antes han sido los parques y plazas el escenario de estos tiroteos, y el traslado de estos hechos a espacios públicos o lugares de esparcimiento es una gráfica de lo que está pasando en Chile y el total descontrol de las armas.

Algo estamos haciendo mal como autoridades para permitir que estos actos delictivos sigan en escalada. No podemos seguir siendo espectadores y viendo cómo cada vez más se ve amenazada la seguridad y tranquilidad de las personas. No puede ser que una familia vaya a realizar sus compras de navidad y terminen con su hija gravemente herida por una bala loca.

Es tiempo de ponerle urgencia a la ley para fortalecer el control de armas, necesitamos una legislación fuerte que sancione y endurezca las penas para quienes protagonicen estas balaceras, que no ocurren solamente en Santiago, sino que es algo que se extiende en todas las regiones del país.

La crudeza de quienes son capaces de abrir fuego en un lugar donde saben que hay niños y adultos mayores no tiene nombre. Por eso se necesita un trabajo en conjunto entre las autoridades y policías para perseguir a estos desalmados, pero además para impedir que ese armamento siga llegando a manos de narcotraficantes y delincuentes que solo siembran el miedo en las calles.

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