Enfrentamos hoy el momento más difícil de la pandemia en nuestro país, con el mayor número de enfermos desde que se detectara el primer caso de covid-19 en Chile. Nos ataca sin piedad un adversario poderoso que pareciera haber doblegado al planeta.

Buscamos solución y nos enfrentamos al enemigo a tientas. Tal vez debamos detener la marcha y hallar respuestas en las palabras de nuestros sabios.

Hace casi 100 años, Gabriel Mistral dijo que “los chilenos tenemos en el cóndor y el huemul de nuestro escudo un símbolo expresivo como pocos, y que consulta dos aspectos del espíritu: la fuerza y la gracia”. Ambos aspectos inherentes a la esencia del ser. Eternos opuestos que componen indefectiblemente la realidad.

Nuestra historia nos ha obligado a sobrevivir con la fuerza. Nuestra historia nos hizo cóndores desde el origen.

Fuerza ante la naturaleza inclemente que nos ha azotado con terremotos, inundaciones y sequías. Fuerza para sobreponernos a la adversidad. Fuerza para vencer siempre en las guerras. Fuerza para superar la pobreza. Fuerza para defender la libertad.

Mas hoy la fuerza no basta, y hemos de acudir a la razón y a la inteligencia que la hace posible. En palabras de la misma autora, “… tanta águila, tanto milano en divisas de guerra, que ya dice poco, a fuerza de repetición, el pico ganchudo y la garra metálica”.

Seamos más como el huemul, de “sentidos finos, inteligencia vigilante, gracia. Y todo eso es defensa, espolones invisibles, pero eficaces, del Espíritu”. Esta raza pariente de la gacela “se salva a menudo sin combate, con la inteligencia, que se le vuelve un poder inefable (…) La predilección del cóndor sobre el huemul acaso nos haya hecho mucho daño.”

Hoy, cuales aves rapaces, algunos partidos políticos se empeñan en imponer con la fuerza sus intereses sobre el resto, agudizando más aún la polarización y olvidando principios básicos de la democracia, como son el bien común y la participación de todos.

La postura de la oposición es inaceptable, al condicionar su apoyo a la reforma constitucional para aplazar las elecciones de octubre a cambio de la aprobación de ciertas medidas, lo que constituye un verdadero chantaje. Por otra parte, la guerra de coaliciones y partidos contra los candidatos independientes evidencia rencillas y mezquindades que no debieran tener cabida en la política.

Más aún el Gobierno, en una medida tan insólita como incomprensible, propone la suspensión de las campañas políticas desde la publicación de la reforma hasta el 28 de abril inclusive.

Una vez aprobada la medida, ¿cómo se garantizará la igualdad de condiciones? Porque claramente los únicos que podrían sobreponerse a la suspensión de sus respectivas campañas durante tanto tiempo son los candidatos apoyados por partidos y alianzas.

Los candidatos independientes, que hemos hecho nuestras campañas a pulso y con gran esfuerzo, veremos desvanecer nuestras posibilidades en el olvido de los votantes. Y es que es por todos sabido que la etapa más importante de una campaña electoral es la última, cuando se cosechan las acciones realizadas. El electorado es voluble y olvidadizo – es una realidad y el gobierno y los partidos lo saben.

Al decir de Arturo Prat, “la contienda es desigual, pero ánimo y valor”. Acataré lo dispuesto por la ley y nada impedirá que siga mi objetivo de participar en la elaboración de una Constitución que rescate los valores humanos, considere el cuidado de la salud mental, promueva la protección y conservación del medioambiente, reconozca a los animales como seres sintientes e incentive la participación ciudadana utilizando las herramientas digitales existentes.

Quiero ser más huemul que cóndor. Es mi firme intención ayudar a construir un Chile más fraterno y humano, en el que podamos vivir en armonía con el entorno y en la diversidad; un país preocupado por el bienestar integral de sus habitantes y su entorno, y en el que cada persona pueda crecer y desarrollar todo su potencial.

Diego Bravo
Candidato Constituyente Distrito 11

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