Diez años ya han pasado desde el inicio del Transantiago y, pese a todo el tiempo recorrido, aún persisten problemas que lo vuelven poco amigable para sus usuarios.

La irregular frecuencia, la calidad de las máquinas y algunos recorridos mal diseñados son algunas de las críticas que más se escuchan entre los pasajeros del sistema.

Sin embargo, el gran problema del Transantiago nace de los mismos pasajeros y cada vez se vuelve un flagelo difícil de controlar: la evasión.

El comienzo de este sistema fue caótico y llevó a que muchos capitalinos abordaran los buses por cualquier puerta ante la baja cantidad de micros que circularon en un primer momento. Y pese a que el número de los móviles creció progresivamente, algunos adoptaron dicha conducta como una costumbre.

Es que con las micros amarillas el respeto por el conductor, que cobraba el pasaje y daba el boleto, era prácticamente sagrado. Con el Transantiago, en cambio, sólo hay que pasar la tarjeta Bip! por un validador sin vigilancia alguna. La picardía del chileno, esa que a veces nos destaca pero también nos avergüenza, se hace presente.

Con el tiempo se implementaron las zonas pagas en los paraderos, torniquetes y fiscalizadores del Ministerio de Transportes que buscaban a quienes no pagaban, y pese a que han habido descensos momentáneos, por ahora nada da resultados que se mantengan en el tiempo. Ni las campañas televisivas y en redes sociales han menguado de forma permanente la evasión.

Sin ir más lejos, en el trimestre abril-junio del año pasado la evasión llegó a 30,2%, según estimaciones gubernamentales. En palabras simples, tres de cada diez pasajeros no cancelaron la tarifa en ese periodo.

La primera medición de la evasión se registró en mayo de 2007, cuando el índice llegó al 16,2%. Poco tiempo después, en el periodo agosto-septiembre del mismo año, se logró el índice más bajo en la historia del sistema: 11,3%. De ahí en más, los números comenzaron a escalar con algunos descensos en el no pago del pasaje que no se sostenía con el pasar de los meses.

Fue en junio de 2011 cuando la evasión por primera vez superó el 20% y en febrero de 2012 llegó a su número más alto hasta ese momento: 27,7%. Después de eso, la última vez que el índice estuvo bajo el 20% fue en junio de 2013 (19,2%) y de ahí en más se fue acercando peligrosamente al 30%, lo que consiguió el año pasado.

El último índice de evasión conocido hasta la fecha corresponde al trimestre julio-septiembre de 2016 que fue de 28,4%. Al cierre de esta nota aún no se entregaba la cifra correspondiente al trimestre octubre-diciembre.

¿Qué se hace actualmente para disminuir la evasión?

En el Senado se debate un proyecto enviado por el gobierno que propone aumentar las sanciones contra los evasores y crear un registro de ellos, dándole la facultad a la Tesorería General de la República para retener la devolución de impuesto a la renta de quienes no pagan las multas correspondientes.

Además, busca reforzar las atribuciones de Carabineros e inspectores fiscales y municipales para efectuar el control de la evasión, además de penas de presidio menor y multas de 11 a 15 UTM para quienes falsifiquen un medio de pago y de establecer como una infracción grave el no pago de la tarifa.

Por el momento, la multa por no pagar el pasaje del Transantiago puede llegar a 1,5 UTM, es decir, alrededor $69 mil.

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