El repentino fallecimiento de una mujer inmigrante haitiana, con domicilio en la villa Don Enrique, en el barrio norte de Talca, dejó expuestas las precarias condiciones de vida de esta población extranjera, así como su limitado acceso a la atención de salud y servicios funerarios.
Genise Joseph, de 34 años, el pasado martes llegó al Hospital de Talca con dolor de estómago y diarrea. Duristin Previlier, la pareja de la fallecida, contó que a las 04:00 horas del martes ingresaron al centro asistencial, pero sería atendida cerca de las 10:00 horas de la mañana. “La inyectaron y después llegó a la casa. Sintió dolor y no podía moverse”, recuerda Previlier.
Sin recursos para poder optar por atención privada, el jueves en la mañana, la mujer regresó al hospital, donde habría esperado hasta las 17:00 horas de la tarde sin ser atendida, según cuenta Previlier. Sus síntomas se habían agudizado y ahora vomitaba constantemente.
“En todo el día no la atendían. Me llamó por el celular y me dijo ‘no puedo aguantar más, estoy acostada en los bancos y me siento peor, me voy a la casa’”, indicó Previlier.
Al día siguiente, Genise partió a Santiago en búsqueda de respuestas y apoyo de un primo, que es su único familiar en el país. Allí su cuadro de salud habría agudizado y fue operada de urgencia de peritonitis. Sin embargo, el domingo sufrió un shock séptico y falleció.
Funerales
Tras su muerte, la tarea de traer el cuerpo a Talca y sepultarlo representaba otro inconveniente, a falta de familiares y recursos para adquirir un lugar en el cementerio. Para el proceso legal, la intervención de quienes fueron sus vecinos fue clave.
Paola Orellana, presidenta de la junta de vecinos villa Don Enrique, aseguró que fue necesario el contacto con la embajada de Haití para retirar el cuerpo.
“La jefa de ella nos dio el traslado a Talca y lo demás ha sido gestionado todo entre los vecinos y amigos”, dijo. El nicho fue tramitado por otra vecina por intermedio de la municipalidad.