Los cuatro detenidos -entre 14 y 16 años- fueron formalizados por el delito de robo con violencia e intimidación, pero volvieron a sus hogares solo con la medida cautelar de vigilancia, mientras el quinto implicado -de 12 años- es inimputable.

En libertad, con la medida cautelar de vigilancia y prohibición de acercarse a la víctima, quedaron los cuatro menores de edad que protagonizaron un violento portonazo el sábado en La Herradura, en Coquimbo.

Los adolescentes entre 14 y 16 años, quienes no presentan antecedentes penales, fueron formalizados por el delito de robo con violencia e intimidación, mientras que un quinto implicado, de solo 12 años, es inimputable.

Recordemos que a eso de las 10:30 horas del sábado, los cinco menores amenazaron y encañonaron a una mujer en calle Las Flores, robándole su vehículo.

Tras informar a Carabineros, se inició una persecución por la Ruta 5 hasta El Panul, donde los uniformados frenaron la huida de los sujetos.

Menores involucrados en violento portonazo en Coquimbo quedaron libres

En la formalización, se determinó la medida cautelar de sujeción a la vigilancia del Programa Multimodal Ciudad del Niño, quedando en libertad y con prohibición de acercarse a la víctima.

Cabe precisar que se fijó un plazo de 60 días para la investigación.

En conversación con El Día, el abogado Carlo Silva explica que este escenario se da, en primer lugar, porque el delito presenta una baja cuantificación de la pena.

Y es que se debe considerar que la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente establece reglas especiales para los menores infractores de ley, arriesgando un grado menos a un adulto. A esto se suma que no poseen antecedentes previos.

El profesional agrega que el programa Multimodal Ciudad del Niño depende del servicio que atiende el régimen especial para adolescentes y programas determinados por el Tribunal.

“Este es todo un sistema que opera para adolescentes y que implica que esté sujeto a un apoderado, una persona que trabaja en este centro y que tiene que velar porque él esté en contacto con el programa, con capacitaciones o actividades laborales, haciendo el seguimiento de la vida social del imputado mientras dura la investigación”, señala.

“No se trata de un programa que esté destinado a la reinserción, sino que a supervigilar al imputado mientras dura el proceso investigativo y el cumplimiento de las medidas cautelares”, detalla el jurista.

De esta manera, los cuatro adolescentes quedan en completa libertad y son citados una o dos veces a la semana a encontrarse con la persona que le fue delegada, junto al adulto responsable del menor de edad, en este caso una madre, padre u otra persona. Aquí se analiza la situación del menor y de su entorno.

Aumenta porcentaje de “delito adolescente”

Desde un punto de vista criminológico, el profesional argumenta que los delitos perpetrados por adolescentes o menores de edad, tal como lo sucedido con el portonazo en Coquimbo, responden a un “fenómeno imitativo del antihéroe, de la anti conducta”.

“Podemos ver en la música o en una serie de expresiones, la utilización de armas, la admiración al sujeto traficante, que tiene dinero, que ostenta bienes y en los chicos surge esta necesidad de completar sus vacíos sociales a través de este proceso de imitación del antihéroe”, destaca.

En este sentido, agrega que es muy frecuente observar criminalidad adolescente, sumando a ello que los propios menores conocen el sistema y “son conscientes de que, si cometen delitos, el régimen de penas será menor para ellos y optan por tomar ese riesgo”.

En este punto, es importante considerar que viven en un círculo de criminalidad con familiares y personas cercanas en contacto con la prisión.

“Un niño de una clase media o alta, que aprende a caminar entre las bancas de una plaza, jugando con sus padres, tendrá un proceso de readaptación a la consecuencia de la pena cuando tiene 16 años y se enfrente a la posibilidad de un delito. Para él, su libertad sí es una cuestión muy distinta a lo que es para un niño que desarrolla su caminar entre las bancas de una visita a la cárcel de un penal”, expresa Silva.

Pero lo que más preocupa es que la mayoría de los jóvenes infractores cometen delitos bajo los efectos de las drogas “y si lo hacen en bandas de cinco o seis personas, se les hace más fácil, porque no se adhieren a la consecuencia. Son conductas muy espontáneas para ellos, normalizadas, y eso hace que día a día, proliferen delitos de esta naturaleza en manos de jóvenes”, concluye el abogado.