La relatora del Tribunal Calificador de Elecciones fue la encargada de dirigir por decisión presidencial la instalación de la Convención. Carmen Gloria Valladares reconoció en exclusiva que envió agradecimientos por escrito a los niños de las orquestas juveniles que entonaron el himno en medio de pifias y gritos de algunos de los convencionales electos, lo que reconoce como una falta de respeto. “Vengo de la vieja escuela en que los emblemas nacionales hay que respetarlos”, aclara. Sus cercanos la describen como una persona trabajadora, responsable, sociable y que “disfruta de su trabajo”. En entrevista con la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, contó detalles de lo que ocurrió puertas adentro de la histórica ceremonia, además de revelar su lado más personal, donde destaca su parentesco con Gabriela Mistral.

Cuando Carmen Gloria Valladares supo que le correspondería instalar la Convención Constitucional, al primero que le contó fue a su colega Arturo Lagos Parisi, jefe de la División Electoral del Tricel. No era un hecho cualquiera. Minutos antes había recibido la llamada del ministro secretario general de la Presidencia, Juan José Ossa, quien le dio la noticia. Nada más ni nada menos, sería la ministra de fe en representación del Estado en un evento histórico donde 155 personas deberán ponerse de acuerdo para cambiar la Carta Fundamental. Y como es su costumbre, reconoce, puso primero al país, y aceptó gustosa.

¿En la esfera más personal, a quién más le contó?

– ¡Ah! ¿Me estás preguntando si estoy casada o tengo pololo?

La abogada y asistente social, nacida y criada en Antofagasta, que desde 1984 pertenece a las filas del Poder Judicial, pasó de la formalidad a la risa. En el mundo de los abogados se le reconoce como una profesional seria, laboriosa como hormiga y estudiosa.

Del 4 de julio, en los jardines del ex Congreso Nacional, están las imágenes que mostraron la prudencia y templanza con la que abordó momentos complejos de aquella mañana. Pero existen detalles desconocidos de su vida. Los formales, los no tanto, los guiños de personalidad y por cierto su mirada del país, la educación, la desigualdad, la exclusión y la pobreza.

En entrevista con la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, detalla uno de los privilegios que tuvo en su vida: “Yo estudié gratis, de manera que tengo el deber de devolverle al Estado lo que el Estado invirtió en mí”. A continuación, todas sus palabras.

Tanto el mandatario, como el presidente de la Corte Suprema, Guillermo Silva, no fueron del gusto de los convencionales constituyentes para abrir la primera sesión, ¿cuándo le comunican que usted va a ser la que dará inicio a la convención constituyente?

El 18 de junio le tocó al Tricel entregar la sentencia de proclamación al Presidente de la República con motivo de las elecciones de los convencionales constituyentes. Entonces, él tuvo la gentileza de venir al tribunal a recibir el documento junto al resto de las autoridades.

¿Y cómo fue?

En esa reunión, el presidente manifestó que existía la posibilidad que fuera el Tricel, que es el órgano que proclama a los convencionales constituyentes, la autoridad idónea para poder cumplir este rol. Y como soy la ministro de fe de este tribunal, a la persona que designaron fue al cargo. Toca la coincidencia que me toca ejercerlo, pero a quien se buscó fue al cargo de secretaria relatora del tribunal como ministro de fe.

¿Qué sintió cuando se oficializó?

Mucha sorpresa. Esa fue la primera impresión que tuve, me sorprendí. Pero por sobre todas las cosas tengo a mi país por delante y no tengo ninguna duda que quiero lo mejor. Entonces, cuando me dijeron: ‘Usted’, obediente dije: ‘Lo voy a hacer. Voy a ir, voy a estar, y lo voy a instalar’. No tuve ninguna duda de que así lo tenía que hacer, y debo agregar desde ya que nunca tuve duda de que lo iba a instalar, no por un acto de autoridad, sino porque estoy segura que todo Chile quería eso.

¿Cómo ve lo que pasó con el himno nacional?

Vengo de la vieja escuela en que los emblemas nacionales hay que respetarlos. El himno, la bandera, el escudo, hay que respetarlos porque representan la unidad del país. El país es uno solo, no obstante toda la tremenda diversidad que puede haber dentro de un país.

Fue en ese mismo momento cuando le pidieron que suspendiera la sesión.

Cuando advertí que el himno terminaba y que Elsa Labraña y otras convencionales estaban exigiendo ser escuchadas, no dudé en hacerlo. Fueron los que me explicaron que fuera del Palacio del Congreso estaban ocurriendo hechos que podrían ser lamentables.

¿Escuchaba algo?

No tenía ninguna posibilidad de saberlo, porque de donde estábamos no se escuchaba nada, pero cuando ya me enteré por supuesto que me preocupé. Yo quería que ese día fuera un día de fiesta democrática y no de un país dividido, de un país en conflicto, quería que todo el país avanzara, diera este paso democrático, republicano.

¿Cree que hubo una falta de respeto hacia la orquesta juvenil?

Claro. Uno lo puede tomar como una falta de cortesía hacia el emblema, por una parte, y hacia estos niños, porque eran niños, no eran hombres hechos y derechos que a lo mejor pudieran tener una resistencia para enfrentar eso. Estos eran niños jóvenes, muy jovencitos y lo estaban haciendo maravillosamente bien.

¿Tuvo oportunidad de agradecerle a los niños?

No. Ellos se fueron inmediatamente que terminaron su intervención. Hoy les redacté una carta de agradecimiento.

La canción nacional dejó de sonar y de pronto la tensión se hizo presente al interior de la carpa donde se daría el inicio a uno de los hitos más importantes desde el retorno a la democracia en el país.

¿Qué pasó por su mente cuando la constituyente Elsa Labraña la emplaza? Por su rol en el Tricel, me imagino que hechos como estos no son comunes.

Nunca me había expuesto a una situación igual o parecida a esa. Nunca. Este tribunal es una autoridad, es la máxima autoridad electoral del país, está integrado por los ministros de la Corte Suprema, y los usuarios son el Presidente de la República, los parlamentarios, diputados, senadores, alcaldes, concejales, consejeros regionales, partidos políticos, el Servicio Electoral, los dirigentes gremiales, sindicales, de grupos intermedios, juntas de vecinos, de organizaciones funcionales, territoriales, y todos conocen el trabajo del tribunal que se hace con mucho esmero, con mucha responsabilidad, prolijidad y entrega. Nunca me había visto expuesta a una situación como esa.

¿Le pidieron disculpas?

Sí. Mira, más que disculpas, lo que más recibí fueron agradecimientos. Vi hombres llorando dándome las gracias y también mujeres, y Elsa al final del acto cuando ya me venía se acercó y me abrazó y pidió disculpas. Le dije que no había nada que disculpar, que estábamos en paz.

Dicen que la virtud de la prudencia es un elemento central en el derecho y por extensión en los funcionarios judiciales. ¿Fue iluminada por la prudencia en esa ocasión?

La verdad es que fui como soy, no tomé ninguna pose. La vi que ella estaba muy afligida y la inercia natural fue acogerla, tomarle la mano, tratar de entender qué es lo que me estaba tratando de decir, pero mirado hoy a 72 horas después, fue prudente mi conducta, y ojalá es que haya sido esa una iluminación, pero mi conducta fue natural de acogimiento.

Ciudadana Valladares

Es hija única de padres profesores. Ha trabajado desde 1984 vinculada a los ministros de la Corte Suprema, primero como oficial auxiliar, y después en el Tribunal Calificador de Elecciones, institución a la que ingresó en 1987.

¿Cómo se definiría a sí misma?

No lo sé, pero te puedo decir lo que dicen mis amigas.

¿Qué dicen?

Soy una persona muy trabajadora, responsable, que le gusta compartir con las amistades. Me gusta mucho compartir un rico alimento, disfruto de mi trabajo, me encanta cuando la gente viene a mí, de distintos sectores del país, y me hacen preguntas sencillas, y les puedo ayudar en aclararles las situaciones. Esa soy yo, no tengo más características. Defectos debo tener muchísimos sin duda.

¿Cuál cree que es su peor defecto?

Me gustaría ser más humilde. No soy soberbia, no soy rencorosa, no conozco el rencor, pero me gustaría tener… Por ejemplo, los días viernes voy a cocinar para los indigentes que están en el río Mapocho. Somos un grupo humano que trabajamos haciendo eso, y los miro a ellos en su humildad, y me gustaría tener esa característica que los hace tan dulces, pero a veces el trabajo y las responsabilidades te hacen ser un, a veces, un poquito más severo. Diría que por ahí va lo que no me gusta de mí.

Carmen Gloria es parte de un grupo de aproximadamente 15 personas que, al alero de la Fundación Las Rosas, cocina para personas en situación de calle. Los alimentos los preparan en la cocina de una iglesia, ubicada en la comuna de Recoleta. “Le hacemos su plato exquisito de comida, bien preparado, con mucho amor, pan, una fruta y un té o café, con leche si es que ellos quiere, y compartimos con ellos, conversamos, nos tomamos de la mano y nos cuentan lo que han hecho”, cuenta.

En tiempos normales, sirven entre 150 y 200 platos y cuando queda comida se dirigen a La Vega en búsqueda de personas que tengan la necesidad de alimentarse. Hoy, a raíz de la pandemia, el grupo dio un giro y solo se dedican a recaudar alimentos, los que son entregados en grupos reducidos y con los protocolos sanitarios respectivos.

Muy noble.

Es muy gratificante (…) El lunes cuando llegué había un ramo de flores muy lindo en la casa que decía: ‘Tus amigos de La Vega te saludamos en este día tan especial en que de alguna manera estás cooperando para que Chile cambie’. ¿Cómo no va a ser bello? Muy lindo.

Pero hay más. Hasta 2020 fue directora de la Fundación San Nectario, institución de niños y niñas autistas. “Antes existía la cultura de no mostrar a estos niños. En cambio hoy día la familia los acoge (…) Van saliendo de esta realidad tan tremenda que es el autismo”, señala.

Más de sus pares del estamento público deberían sumarse a causas como la suya…

Creo que hay mucha gente que ayuda. Muchas autoridades hacen cosas muy importantes de ayuda social. No tengo ninguna duda que lo hacen en forma presencial o anónima, y yo me topo con ellos ahí, con las mangas arremangadas, trabajando para ellos.

Y a renglón seguido agrega: “Lo que pasa es que la pobreza es una deuda muy grande que nosotros tenemos. Todos los servidores públicos que podemos hacer cosas por ellos no somos suficientes porque la pobreza ha crecido mucho. Por eso es bueno que en una sociedad democrática podamos trabajar para que se vayan produciendo equilibrios que nos van a permitir vivir en dignidad. Y te voy a decir una cosa: soy una agradecida de todo lo que puedo hacer porque le respondo al Estado por lo que el Estado ha hecho conmigo. Yo estudié gratis, de manera que yo tengo el deber de devolverle al Estado lo que el Estado invirtió en mí”.

¿Tiene redes sociales?

No tengo nada de eso, es un misterio para mí. Tengo mi teléfono que ahora, encima, funciona mal y tengo un WhatsApp con mis compañeros de colegio de la infancia de Antofagasta, y de mis amigas que son 4-5 muy buenas amigas y nada más.

El domingo se transformó en tendencia en redes sociales, una de ellas Twitter. Se hicieron memes y también fue ovacionada por los convencionales, ¿cómo describe la emoción y el cariño entregado?

Los aplausos… Esos aplausos fueron para ellos mismos, fue un lo logramos, fuimos capaces, y fue una manera de estar contentos por eso. Y… sí, agradecí mucho, estaba satisfecha de haberlo hecho. Y te voy a contar: ¿sabes cómo me bautizaron los convencionales?

¿Cuál?

La profesora jefa. Yo era la profesora jefa porque los ordené, los fui ordenando de a poquitito, y ya estaban todos ordenaditos.

Han sido días mediáticos, ¿cómo lo toma?

Con mucho pudor. Me da un poquito de vergüenza, pero entiendo el trabajo de ustedes y lo acepto, lo acojo y lo aplaudo, y si sirvo acá estoy.

Este lunes al llegar al Tricel, ¿cómo la recibieron?

Los ministros cada uno habló, me habló, le habló a Arturo, nos reconocieron el trabajo, fue muy lindo, emotivo, ese momento, y luego de eso nos pusimos a trabajar inmediatamente. Había que abrir cajas con votos de gobernadores regionales de la segunda vuelta en que había algunas inconsistencias y nos pusimos a trabajar de lleno hasta la tarde noche como lo hago siempre.

¿La llamó el presidente de la Corte Suprema para felicitarla?

La verdad es que no sé, él es muy caballero, muy gentil, seguramente, a lo mejor, llamó pero no… yo fui la que no tuve la oportunidad de reconocer su llamado, pero sí me mandó un mensaje muy lindo por WhatsApp, muy lindo.

¿Alguien más?

También el Presidente de la República me mandó las flores más lindas que he recibido en mi vida.

Cuénteme de eso.

Llegó a mi casa un ramo gigantesco de flores, no sé de dónde serían, porque eran de una belleza notable, de una elegancia, de una armonía, con una tarjeta solemne con una leyenda: ‘Un abrazo cariñoso’.

La convención por dentro

Si bien por reglamento, una vez asumida la presidencia se podría haber rescindido de su presencia, pero no fue así, ¿qué pasó ahí?, ¿cómo se gestó su permanencia?

Terminando con la elección del presidente o presidenta, en este caso de la señora Elisa Loncón, nosotros deberíamos habernos retirado (…) Entonces le dije: ‘Presidenta, en este momento me retiro, voy a dejar, si usted estima a mi colaborador, Arturo Lagos Parisi, encargado de la división electoral del Tribunal Calificador de Elecciones, para que le coopere por si usted lo necesita. Y si usted no lo necesita, nos vamos a retirar en este momento’. Y ella: ‘No. Yo confío en ustedes y necesito ayuda’. Fue un gesto noble de ella (…) Por supuesto que le dejé el puesto central a ella, yo me moví a un lugar más discreto y le fui cooperando en todo el proceso de la votación del vicepresidente.

Situaciones como esta de alta emotividad hacen que las lágrimas afloren con facilidad, ¿le pasó?

No. No porque nunca me sentí protagonista de nada, me sentí una herramienta técnica que tenía que cumplir una tarea y nunca sentí que había un homenaje a mí (…) Siempre tuve muy claro en todo momento que los protagonistas eran ellos, no yo. Fui un instrumento al que se le encomendó hacer una tarea, lo hice y lo logramos todos, los 155 convencionales constituyentes. Estaban todos.

¿Nunca sintió nervios?

No. Iba con la lección aprendida.

¿Qué pasó esos intensos momentos donde la sesión estuvo suspendida?

No fueron intensas, fueron de urgencia, porque quería urgentemente saber lo que estaba pasando fuera de la sede del ex Congreso, necesitaba saberlo. Yo estaba dispuesta a ir en caso de que me dijeran: ‘Hay lesionados’, pero una persona se acercaba y me decía una información, otro me mostraba un teléfono, se me acercaba un convencional, comencemos esto, pero… fue un momento de urgencia, no de otra naturaleza.

¿Dónde esperaba?

Estuve en el lugar en el que tenía que estar, ahí en la tarima, corriéndome un metro hacia allá, un metro hacia acá, pero no abandoné mi puesto.

¿La llamaba alguien?

No sé, porque el teléfono dejó de funcionar.

¿A quién llamó para pedir información?

Tuve claro a quién tenía que llamar, pero más claro tuve a quién no tenía, y como le comentaba hice llamar al Instituto Nacional de Derechos Humanos y pedí que viniera el encargado de guardia. Supe que no tenía que llamar al gobierno, a carabineros y a ninguna autoridad, porque este acto había querido estar exento de estas autoridades, eso lo tuve siempre claro. Lo solucionamos nosotros.

En redes sociales circuló una imagen que decía ‘Carmen Gloria Valladares Presidenta’.

¡Ay, no lo puedo creer! -dice y suelta una risa.

¿Ha pensado ingresar a la política en el corto o mediano plazo?

Yo no descarto nunca nada, porque la vida te presenta oportunidades, pero no se me ha pasado por la mente ser alcalde de alguna parte. No, nunca. Lo que sí se me pasó por la mente fue ser presidenta de curso, y fui presidenta.

¿Leí que sería sobrina nieta de Gabriela Mistral?

Mi abuelo materno era primo hermano de Lucila. Primo cercano, de compartir la vida.

O sea que es cierto. ¿Cómo lo siente?

A ella la admiro. Tengo aquí una fotografía, se parece a mi madre. La admiro por ser una mujer progresista, vanguardista… haber pensado hace tantos años atrás que los niños de Punta Arenas podían tener vacaciones de invierno. Hoy día parece obvio, pero a ella se le ocurrían esas cosas. Entonces, tenía ese corazón tan noble, una linda mujer.

¿Qué espera del proceso constituyente?

Confiar en que lo van a hacer con responsabilidad y vocación de servicio. No olvidar que el país tiene gente maravillosa, que hay que hacer las cosas, en este caso una nueva carta magna, pensando en los niños de hoy y en los jóvenes de mañana, y en los viejos de más allá. Entonces, hacer un instrumento jurídico que nos conduzca a caminar lo más cercanamente posible a la paz social, a la felicidad social, sería muy bueno ese aporte.

¿Qué fue lo más importante para usted de lo vivido el pasado domingo?

Cuando los convencionales constituyentes los invité a ponerse de pié y les pregunté si aceptaban el cargo. Fue el coro más lindo que escuché ese día: ‘Sí, acepto’.

¿Y volvería a repetir la experiencia?

Siempre voy a estar a disposición de lo que se requiera. Nunca he tenido una excusa para no hacer algo.