Entre el 6 y el 9 de junio próximo tendrán lugar las elecciones europeas para el parlamento comunitario, el que luego decidirá la dirección ejecutiva de la Unión Europea. La Europa liberal, que imperó durante las últimas décadas, pondrá a prueba su resistencia. Esto porque aun cuando el bloque responde en muchos aspectos a medidas impulsadas por la centroderecha y la socialdemocracia, el modelo actual está cuestionado por la irrupción de las nuevas agrupaciones de derecha, que rebaten la centralidad en la toma de decisiones y algunos acuerdos internacionales que no interpretarían las inseguridades y presiones económicas que afectan a los sectores socioeconómicos bajos y medios.

La nueva derecha europea

Esta nueva derecha se aglutina en una diversidad de partidos surgidos en las dos últimas décadas, y su crecimiento electoral está vinculado con una creciente desilusión hacia la política europea.

En particular, el lema que comparten los nuevos partidos de derecha es que frente a las adversidades que amenazan el bienestar y la seguridad del conglomerado, es necesario una Europa con naciones y valores fuertes, que le devuelvan la grandeza y sea expresión fiel de lo que sus ciudadanos quieren.

Sin embargo, no estamos ante un proceso desconocido ni menos imprevisible, ya que algunos de estos nuevos partidos de derecha han asumido responsabilidades políticas, tanto en el plano nacional (Italia o Hungría), como socios menores (Finlandia) o incluso con cuotas de influencia indirecta (Suecia).

También, como en España y probablemente ocurra en algunos estados federales alemanes, esta nueva derecha ha asumido o asumirá responsabilidades en algunas gestiones regionales, lo que permite testear el estilo, el rumbo y el volumen de estas nuevas corrientes en un sinnúmero de materias, por ejemplo en las políticas de integración, seguridad o comerciales.

El caso italiano es emblemático pues proviniendo de una corriente euroescéptica, los aportes de la presidenta del Consejo de Ministros de Italia Giorgia Meloni a la gobernabilidad e integración europea, han sido significativos. Especialmente en el campo de las políticas migratorias, en el apoyo de la alianza trasatlántica y también a Ucrania frente a la agresión de Rusia. La nueva derecha italiana se transformó en una aliada de la gestión de Ursula von der Leyen (derecha tradicional), evitando los quiebres que diversos analistas anticiparon con la asunción del gobierno de Meloni.

Ahora bien, ¿qué implicancias tienen las próximas elecciones europeas en un escenario de crecimiento electoral de la nueva derecha europea? ¿Qué significado tienen estas elecciones para nuestro país?

Un pronóstico en tal sentido no debiera acarrear cambios bruscos ni traumáticos al núcleo político de la Unión Europea. Si bien estas nuevas corrientes provienen de doctrinas que aspiran a limitar el poder comunitario de Bruselas, concediéndoselo a los ciudadanos, sus agendas han colisionado con la estructura institucional de la UE, que, como resultado de un sistema político recostado sobre el consenso, dificulta más los cambios a nivel comunitarios que en los propios países del bloque europeo.

La UE está diseñada de tal forma que sea muy difícil que sea dominada por una corriente política determinada, obligando a compromisos entre los diferentes Estados miembros y sus instituciones.

Chile y el Acuerdo Marco Avanzado, un acierto estratégico

Aun así, es muy posible que surjan cambios en la política comercial y económica europea, privilegiando el mercado interior como área central de la nueva gestión comunitaria, bajo la influencia de las políticas proteccionistas implementadas en EE.UU. El que Chile haya firmado recientemente con la Unión Europea, y aún a pesar de la oposición de sectores oficialistas, el Acuerdo Marco Avanzado -que moderniza el Acuerdo vigente-, constituye un acierto estratégico y un seguro de garantía para que el comercio bilateral fluya y crezca ante la posible embestida de mayores barreras arancelarias.

En la misma línea, podrían verse fortalecidas la cooperación y las cadenas de suministro en áreas estratégicas, como en el hidrógeno verde y algunos minerales críticos.

Posibles implicancias

Un gobierno europeo, con un mayor peso de la nueva derecha, podría distanciarse del multilateralismo para privilegiar la seguridad de sectores que considera estratégicos (por ejemplo, el agrícola). Por otra parte, es probable que los presupuestos de defensa europeos continúen altos por el conflicto entre Rusia y Ucrania, al tiempo que podrían flexibilizarse algunos objetivos climáticos. También es posible que se asignen más recursos y se den pasos más firmes a programas de apoyo familiar, con el fin de revertir el desplome demográfico en marcha.

En materia de seguridad, es probable que las comisiones hasta ahora controladas por partidos de izquierda o verdes, sean asumidas por una alianza de centroderecha y nueva derecha, impulsando una agenda más profunda y de largo alcance, que incluya las comunicaciones electrónicas o ponga más requisitos al asilo.

La inmigración cobrará seguramente más importancia en las discusiones al interior de la comunidad, lo que podría derramar nuevos criterios orientadores a occidente.

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La Unión Europea encara elecciones de importancia que podrían resignificar sus relaciones exteriores. De concretarse un mayor protagonismo de la nueva derecha europea, la puesta en marcha de normas más estrictas en materia de inmigración, más control a las comunicaciones, o una política comercial y económica más restrictiva y autárquica, son variables que la política exterior de Chile debe prospectar y ponderar, en orden de adoptar definiciones estratégicas en un sinnúmero de áreas cubiertas por el Acuerdo de Marco Avanzado, finalmente firmado meses atrás con la Unión Europea.
- Teodoro Ribera