"Cuando lo vi, me quedé asombrada", exclama Nadejda, de 70 años, frente a un edificio de 15 pisos bombardeado por los rusos en Avdiivka, una ciudad que las tropas de Moscú tratan de rodear en el este de Ucrania.

La localidad, situada unos 60 km al sur de Bajmut, es otra “fortaleza” de la cuenca del Donbás y es bombardeada desde hace meses.

Las fuerzas rusas tratan de tomar esta localidad situada en la línea de frente desde 2014, cuando empezó la guerra entre las tropas de Kiev y los separatistas prorrusos.

Antes de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la ciudad tenía unos 30.000 habitantes. Tras un año de conflicto, ya solo quedan 2.300. De ellos, 1.960 reciben ayuda humanitaria, según Vitaliy Barabash, el jefe de la administración militar local.

“A lo largo de las últimas tres semanas, con la ayuda de la policía y de los voluntarios, evacuamos cerca de 150 personas (…). Teníamos 47 niños en la ciudad, hoy ya solo quedan ocho”, precisa a AFP.

“Es probable que destruyan todo”

En el centro, algunos habitantes siguen viviendo en los sótanos de los edificios. Otros han decidido permanecer en las casas erigidas en la parte este de la ciudad, sin agua, gas o electricidad.

Frente a un edificio bombardeado, un anciano corta el cuadro de una puerta con la ayuda de una sierra y de un hacha. También algunas ramas arrancadas de un árbol por la potencia de la explosión. No desea hablar con nadie y rechaza cualquier ayuda.

ciudad bombardeada
Radio France Internationale

Después de colocar la madera en una bolsa, emprende de nuevo su camino, con la ayuda de unas viejas muletas.

“La situación solo empeora. Ahora, [los rusos] usan X-59, X-101, X-555, C-300. Nunca había sido el caso antes. Nos bombardean con unos 10 o 12 misiles al día, a veces 14”, detalla el administrador local Barabash, en referencia a armas de largo alcance.

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“Los misiles son cada vez más grandes, como los daños”, lamenta a su vez Ruslan Surnov, responsable de un centro de ayuda. “Los edificios se derrumban (…) Es probable que destruyan todo por aquí”, añade.

“Antes no teníamos mucho miedo, estábamos acostumbrados a los cohetes GRAD, aunque están diseñados para matar a gente. Pero ahora nos bombardean con misiles, nos atacan desde el aire”, continúa.

Las tropas de Kiev reconquistaron la localidad después de que cayese en manos de los separatistas prorrusos en 2014. Al estar al lado de la línea de frente, ha sido uno de los puntos álgidos del conflicto hasta la invasión rusa.

La ciudad es actualmente uno de los dos campos de batalla más difíciles del frente, junto al de Bajmut, donde los rusos cortaron una de las principales vías de acceso.

Concreto

En los campos que rodean la última carretera de acceso, aún se pueden ver los cráteres negros que dejaron los bombardeos.

Para Vitali Barabash, los bombardeos con misiles son “el mayor problema (…)”. Pero admite que hay otro y es que “siguen intentando rodear la ciudad”. Pero Avdiivka no parece dispuesta a caer.

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“La ciudad lleva más de ocho años en primera línea. Es una línea de fortificación muy fuerte, llena de concreto, con bunkers”, explica Ruslan Surnov.

“Es una verdadera fortaleza. Está mejor protegida que Bajmut. Bajmut tiene sobre todo trincheras, aquí tenemos bunkers”, prosigue.

El hospital central tampoco se libró de los ataques. “El 8 de marzo, nuestra cantina fue golpeada”, sin que se produjeran heridos, afirma Vitali Sytnyk, director del establecimiento.

Aún trabaja un cirujano, pero los heridos más graves son trasladados hacia otras ciudades.

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“La mayoría de las personas viene por medicinas, porque todas las farmacias están cerradas”, y algunos “piden sedantes, somníferos”, para combatir el estrés, explica Sytnyk.

Nadejda, por su parte, tiene otra preocupación. “Nos gustaría tener un poco de lluvia para el jardín. Tenemos que plantar ya, pero la tierra está seca (…) Todas estas explosiones afectan incluso a las nubes de lluvia. El resultado es que nos quedamos sin nada”, lamenta.