El G7 se inaugura este viernes en Cornualles, Reino Unido. La cumbre, aunque informal, prepara el camino para un posible consenso en la reunión del G20 en Venecia en julio.

El primer gran paso se dio el pasado fin de semana, cuando los ministros de Economía del G7 consiguieron establecer el inicio de una revisión de la fiscalidad internacional, uno de los principales asuntos en juego en los debates del G7.

Estas primeras bases establecidas antes de la cumbre son un impulso importante para la revisión de la fiscalidad internacional, y para acompañar a la economía digital del siglo XXI.

“El impuesto de sociedades era por término medio del 40-45% a principios de los años 80, ha bajado a una media del 20%, lo que significa que hay países que adoptan una legislación fiscal menos restrictiva para atraer a las empresas extranjeras y al capital extranjero y que tributan mucho menos”, explica a RFI Sylvie Matelly, economista y directora adjunta del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas.

“Hoy queremos poner fin a todo esto” dice Matelly y agrega que es interesante observar que nos estamos moviendo hacia el 15%, con un objetivo que puede parecer muy poco ambicioso en realidad, ya que la media mundial es del 20%.

Pero para la economista, “la cuestión principal es transmitir esta idea: que si no se pagan los impuestos como corresponde, porque hay países que no son ‘fairplay’ en la competencia internacional, hay que consolidar detrás para que la gente pague los impuestos”.

Distribuir mil millones de vacunas

Además de la fiscalidad internacional, otros temas figurarán en la agenda del G7 de este año.

En primer lugar, los dirigentes debatirán sobre el periodo pospandémico, incluida la importante cuestión de la vacunación, especialmente en el Sur. En un momento en el que los países del G7 han empezado a vacunar en gran medida a su población, sigue existiendo el problema del resto del mundo, así como la posibilidad de los pasaportes de vacunación, por ejemplo. El virus, recuerdan médicos y expertos, no se detiene en las fronteras.

También es necesario pensar en la reactivación de la economía mundial, que se ha visto muy afectada por Covid-19. “Esta es la primera reunión del G7 en la que se vislumbra el final del túnel”, explicó Sylvie Matelly. “Así que nos reunimos para discutir lo que hay que hacer después”.

Los líderes del G7 se comprometerán a distribuir mil millones de dosis de vacunas contra el covid-19 a los países pobres con el objetivo de “poner fin a la pandemia” en 2022.

“Al vacunar a más personas en todo el mundo, no sólo ayudaremos a detener la pandemia del coronavirus, sino que también reduciremos el riesgo para los habitantes del Reino Unido” al “reducir la amenaza que suponen las variantes resistentes a las vacunas que aparecen en zonas con brotes importantes”, afirmó el Reino Unido, que tiene la presidencia rotatoria del grupo.

Por su parte, Londres donará 100 millones de dosis sobrantes de varios laboratorios gracias al avance de su programa de vacunación, que ya ha administrado casi 70 millones de inyecciones.

Se suministrarán cinco millones de dosis antes de septiembre y el resto hasta 2022, principalmente mediante el programa internacional Covax.

Estados Unidos ya se ha comprometido a proporcionar 500 millones de vacunas de Pfizer/BioNTech, que incluyen 200 millones este año, y el presidente francés Emmanuel Macron pidió a las empresas farmacéuticas que donen a países desfavorecidos el 10% de las dosis vendidas.

La presidencia británica del G7 también quiere pedir a los grandes laboratorios que proporcionen vacunas a precio de coste durante toda la pandemia, siguiendo el ejemplo de AstraZeneca/Oxford.

En mayo, Pfizer/BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson se comprometieron a suministrar 3.500 millones de dosis a precio de coste o con descuento a los países más pobres en 2021 y 2022, incluyendo 1.300 millones este año.

“Democracias unidas”

Más allá de este desacuerdo, si el estilo populista de Johnson le ha valido comparaciones con Trump, ferviente partidario del Brexit, el conservador británico está mucho más en sintonía con la administración Biden en los grandes temas internacionales, como la crisis climática o los desafíos que plantean China y Rusia.

La semana pasada, Londres apoyó el proyecto de un impuesto de sociedades mínimo mundial para las empresas defendido por Washington.

En la cumbre de los países ricos, la primera que se celebra en persona en dos años y que debe estar dominada por la pandemia, el presidente estadounidense, criticado por su lentitud a la hora de compartir vacunas con el resto del mundo, pondrá sobre la mesa la promesa de que Estados Unidos comprará 500 millones de dosis de la vacuna contra el covid-19 de Pfizer/BioNTech para darlas a otros países, 200 millones de ellas este mismo año.

La otra prioridad el G7 será la lucha contra el cambio climático, muy importante para el Reino Unido que en noviembre organiza la conferencia de la ONU sobre el clima COP26 en la ciudad escocesa de Glasgow.

Tras la cumbre, Biden será recibido el domingo por la reina Isabel II en el castillo de Windsor y luego asistirá a la reunión de la OTAN en Bruselas antes de otra cumbre con la UE.

Su largo viaje a Europa culminará el miércoles en Ginebra en una reunión con Putin.

“Vamos a dejar claro que Estados Unidos ha vuelto y que las democracias del mundo están unidas para afrontar los retos más difíciles”, aseveró Biden nada más aterrizar en el Reino Unido, insistiendo en el mensaje que ha estado repitiendo desde que asumió el cargo hace cinco meses.