El inicio oficial hace un mes de la fase final de la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN de Afganistán trajo consigo un aumento de la violencia y el avance de los talibanes.

Esto, pese al intento del Gobierno afgano de recuperar el territorio perdido en sucesivas contraofensivas.

Desde el comienzo de la última etapa de la retirada, el Gobierno afgano ha perdido al menos cinco distritos y decenas de puestos de control.

Además, los contraataques de las tropas afganas para recuperar el terreno perdido apenas han obtenido resultados.

“Las fuerzas de seguridad obtuvieron algunos logros contra los talibanes en la provincia oriental de Laghman. Pese a esto, no han recuperado ningún territorio en la provincia central de Maidan Wardak”, apuntó el jefe del Comité de Defensa, Hashim Alokozai.

Según Alokozai, las fuerzas de seguridad están desmoralizadas por “el débil liderazgo y la mala gestión” de los órganos de seguridad.

En la mayoría de áreas, los órganos de seguridad afganos no logran suministrar alimentos, armas y evacuar al personal herido, así como pagar los salarios a tiempo y aplicar una rotación programada del personal, explicó.

Agregó que “en algunos casos, los soldados solo comen arroz o alubias hervidas” durante días.

Aunque Alokozai no da un número exacto, presume que “cientos” de miembros de las fuerzas de seguridad afganas abandonaron sus puestos de trabajo.

Aumento de la violencia

El principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, confirmó que alrededor de 1.300 soldados, policías y fuerzas gubernamentales se rindieron ante ellos sin oponer apenas resistencia.

“Tuvimos que pedir a las fuerzas de seguridad que se rindieran o que abandonaran sus puestos a los talibanes, mientras les garantizábamos que los talibanes no les lastimarían si se rendían”, relató a Efe un líder tribal, que pidió el anonimato y que tuvo que mediar la rendición de al menos cinco puestos de control en Laghman.

El pasado mayo, Afganistán registró uno de los mayores aumentos de la violencia por parte de los talibanes hasta la fecha, en el que al menos 3.991 combatientes murieron y otros 2.141 resultaron heridos en los contraataques de las fuerzas de seguridad afganas.

Como consecuencia de los ataques perpetrados por los talibanes en todo el país en el último mes, al menos 248 civiles perdieron la vida y otros 527 resultaron heridos, anotó Defensa, que no reveló las bajas sufridas entre las fuerzas de seguridad.

En este sentido, Afganistán teme que la retirada total de las tropas estadounidenses y de la OTAN provoque un aumento de la violencia en el país por parte de los insurgentes.

Los talibanes “piensan que pueden ganar la guerra, pero nosotros estamos preparados para responder a sus ataques, les advertimos de que no ganarán nada a través de la guerra”, dijo un alto funcionario del Gobierno.

El portavoz talibán subrayó sin embargo que no tienen “ningún plan para intensificar la guerra”, y que la mayoría de sus acciones son contraataques: “Cada vez que las fuerzas de la administración de Kabul aumentan sus operaciones, aumentamos los ataques defensivos”.

El camino hacia la paz

Mujahid afirmó que las fuerzas afganas aumentaron sus operaciones en un 50% este año, mientras que los talibanes solo un 7% más con respecto al año pasado.

Pese al aumento de la violencia en el país, todavía hay esperanzas de que tanto el Gobierno afgano como los talibanes puedan poner fin de manera dialogada a casi dos décadas de conflicto en Afganistán.

Las negociaciones se paralizaron en enero tras algunas reivindicaciones de los talibanes, aunque ambas partes confirmaron que pronto retomarán el diálogo.