El noroeste de Siria fue escenario este viernes de una brusca escalada militar tras la muerte de medio centenar de combatientes en enfrentamientos entre fuerzas turcas y sirias, que condujeron a Turquía a acudir a la OTAN y pedir apoyo occidental, además de amenazar con abrir las fronteras a los migrantes.

16 milicianos afines al régimen sirio murieron en bombardeos del ejército turco en la provincia de Idlib, en represalia por la muerte de 33 soldados turcos en ataques atribuidos por Ankara al poder de Damasco, indicó este viernes el Observatorio sirio de derechos humanos (OSDH).

Esta escalada puede agravar la situación humanitaria, que ya es catastrófica, en Idlib, donde centenares de civiles han muerto y cerca de un millón de personas han sido desplazadas por la ofensiva que lleva a cabo en la región el régimen de Damasco, apoyado militarmente por Rusia.

La ONU pidió una acción urgente y llamó a un alto el fuego en esta zona del noroeste de Siria, al advertir que “el riesgo de una mayor escalada crece cada hora”.

En este contexto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció una reunión urgente el viernes de los embajadores de los 29 países miembros.

La convocatoria de esta reunión responde a una demanda de Turquía, miembro de la OTAN, conforme al artículo 4 del tratado al que puede recurrir un aliado si considera que su integridad territorial, su independencia política o su seguridad están amenazadas

A su vez Turquía instó este viernes a la comunidad internacional a crear una zona de exclusión aérea en el noroeste del país en guerra, para impedir los bombardeos del régimen sirio y su aliado ruso.

Y en un intento de presionar a la Unión Europea (UE), Turquía anunció que dejará de impedir que los migrantes que intentan entrar en Europa crucen la frontera.

“No detendremos más a los que quieran llegar a Europa”, declaró un alto funcionario, avivando el trauma de Europa por la crisis migratoria de 2015.

Hacia la frontera

Según la prensa turca, grupos de migrantes se dirigían el viernes por la mañana en dirección a la frontera con Grecia, en el oeste de Turquía.

La agencia de prensa DHA informó que unos 300 migrantes sirios, iraquíes o iraníes llegaron a la provincia de Edirne, fronteriza con Grecia.

De inmediato, Grecia, país miembro de la UE y habitual puerta de entrada de migrantes a Europa, incrementó sus patrullas en la frontera turca.

Turquía acoge en su territorio a 4 millones de refugiados, sirios en su mayoría, y teme un nuevo flujo desde Idlib, donde, según la ONU, en los últimos tres meses más de 900.000 personas se han refugiado cerca de la frontera.

Los enfrentamientos entre fuerzas turcas y sirias también han abierto una brecha entre Ankara y Moscú, que pese a sus intereses divergentes, habían reforzado su cooperación en los últimos años.

El viernes, el ministerio ruso de Defensa afirmó que los soldados turcos que murieron en los bombardeos atribuidos al ejército sirio se encontraban entre “unidades de milicianos de grupos terroristas”.

Horas después, Turquía rechazó esta explicación. “Ningún grupo armado estaba cerca de nuestras unidades militares en el momento de este ataque”, declaró el ministro turco de Defensa, Hulusi Akar

Tras la muerte de sus 33 soldados, Turquía celebró en la noche del jueves al viernes un consejo de seguridad extraordinario presidido por el jefe de Estado, Recep Tayyip Erdogan.

“Venganza”

El viernes por la mañana, la prensa turca expresaba su conmoción y su cólera, mientras algunos diarios afines al poder llamaban a la “venganza”.

En virtud de un acuerdo de 2018 con Rusia destinado a calmar la situación en la región de Idlib, Turquía tiene 12 puestos de observación en la zona, pero varios de ellos han sido atacados por tropas sirias.

Con el apoyo de la fuerza aérea rusa, Siria lanzó una ofensiva en diciembre para recuperar el último bastión rebelde y yihadista de Idlib.

Siria y Rusia aumentaron el ritmo de las operaciones en estas últimas semanas y se han apoderado de varias localidades en esta provincia fronteriza de Turquía.

Sin embargo, los grupos rebeldes, algunos de los cuales son apoyados por Ankara, contraatacaron y recuperaron la ciudad de Saraqeb el jueves, según el OSDH.

La guerra en Siria, desencadenada en 2011 con la represión de manifestaciones pacificas, ha dejado más de 380.000 muertos.