“¡Es terrible lo que pasó con el ‘Aquarius’ pero cómo se atreve Macron a criticar a Italia!”, dijo furiosa Fulvia Semeria, como muchos habitantes de Ventimiglia, la ciudad fronteriza adonde desde 2015 Francia devuelve a decenas de miles de migrantes africanos.

A las puertas de la Costa Azul, esta ciudad italiana fronteriza -donde la Liga (extrema derecha) obtuvo en marzo un histórico resultado del 30%- vive a diario el retorno de los migrantes expulsados por la policía francesa, además del flujo de refugiados que suben del sur de la península.

Semeria critica al nuevo gobierno italiano, da clases a los migrantes y no aprueba que Roma prohibiera que el “Aquarius”, con más de 600 migrantes, fuera recibido en un puerto italiano.

“No comparto las posiciones de la Liga, pero era necesario despertar a Europa. Y cuando escuché a (Emmanuel) Macron, me quedé estupefacta. Es inaceptable que las críticas vengan de un país que no ha hecho nada por los migrantes, y que incluso los expulsa” asegura la mujer.

Las palabras del mandatario galo, reprochando a Italia “cinismo e irresponsabilidad” al enviar al “Aquarius” a otro puerto europeo, “han sido insultantes y totalmente injustas”, agregó.

El socorro católico italiano distribuye cada mañana alimentos, vestimenta y cuidados médicos a los migrantes, que acuden numerosos a su local en el centro de la ciudad.

Pero no muy lejos de ahí, la prefectura hizo cerrar el verano pasado el albergue abierto a instancias del Papa en la iglesia San Antonio, debido a las quejas de los vecinos, y tuvo que enviar a los migrantes al campamento de la Cruz Roja, en las afueras de la ciudad, y que alberga a unas 400 personas.

“¡Basta ya, Italia está harta! ¿Por qué nosotros, solamente nosotros?” exclama Giuseppe Piccolo, de 60 años, en el mercado de Ventimiglia. “¡Sí, he votado por la Liga! ¡Contra los migrantes!” asegura.

“Que sirva de lección”

Macron “es realmente el que menos puede hablar al respecto”, se quejó su colega Davide Regina, de 59 años.

“Desgraciadamente, y digo bien desgraciadamente, Salvini (nuevo ministro italiano del Interior, y líder de la Liga) ha hecho bien. Espero que sirva de lección, porque aquí ya no podemos más (…)”

Matteo Salvini visitó Ventimiglia para hacer campaña en febrero y pidió “hacer las cosas como los franceses: controlar fronteras, acoger a los que tienen derecho a ello y expulsar a los centenares de miles que no tienen derecho a quedarse en Ventimiglia o en el resto de Italia”, recuerda.

Incluso en el ayuntamiento, donde el pequeño grupo municipal de centroizquierda lo tendrá difícil en las municipales de 2019, el tema es sensible: “Las palabras de Macron son especialmente desafortunadas”, sostuvo la vicealcaldesa, Silvia Sciandra.

“De la noche a la mañana, en 2015, nos encontramos con centenares de personas en la estación de tren. Y luego tuvimos que hacer frente a todo eso, nos dimos cuenta de que volvíamos a ser frontera y que era necesario ayudar a esas personas (…), indicó.

“Hemos hecho lo posible para mantener la dignidad de esas personas, y también las de nuestros conciudadanos, que tienen derecho a que la ciudad no se transforme en un campamento”, afirmó la responsable, que aboga por una solución europea.

Al menos 16 migrantes han muerto desde septiembre de 2016 víctimas de accidentes al intentar pasar la frontera francesa, al caer en la montaña, ser arrollados en la autopista o víctimas de electrocución al esconderse en trenes.