La fiscal del condado de Fulton, en Georgia, Fani Willis, usó contra Donald Trump una ley especial contra el crimen organizado llamada RICO (por sus siglas en inglés), la que en el pasado ha sido utilizada para encarcelar a importantes jefes mafiosos como John Gotti, considerando como el último capo mafia de Nueva York.

Una cuarta imputación recae sobre el expresidente norteamericano, bajo la cual se le acusa de tratar de alterar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 en el estado de Georgia

Esta nueva acusación, presentada cerca de la medianoche del lunes, no sólo es la más fácil de demostrar sino que además no le permitiría indultarse a sí mismo en el caso de ganar los comicios de 2024 y llegar a la Casa Blanca. La razón: es una acusación estatal.

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No obstante, como si esto no fuera suficiente, hay otro dato llamativo que ha concitado la atención de todos en Estados Unidos. Y es que en el caso de Georgia, la fiscal ha recurrido a una ley especial llamada RICO, abreviación de Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act, lo que en español seria Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Extorsión.

Tal como detalla Agencia EFE, mediante esta ley Willis entrelazó los delitos cometidos por Trump y sus aliados, “amalgamándolos en una narrativa única en la que el expresidente emerge como el líder de una organización con la finalidad criminal compartida de revertir los resultados electorales en Georgia”.

En palabras simples, esta ley federal dictada en Estados Unidos el 15 de octubre de 1970 permite a la fiscalía que sean condenados aquellos líderes que ordenen a otros cometer crímenes por ellos.

El último gran don

La ley RICO ha permitido a los jueces estadounidenses poder condenar en el pasado a jefes mafiosos como John Gotti, evitando que eludan la justicia al no haber cometido los delitos supuestamente ordenados a otros.

Nacido el 27 de octubre de 1940 en el Bronx, Gotti se convirtió en el último gran gángster estadounidense. Al estilo de Al Capone, Gotti utilizó la fuerza -sin ninguna vacilación- para deshacerse de sus oponentes.

Criado en un ambiente duro, aprendió a muy corta edad a usar sus puños para defenderse y hacerse de un nombre, ganándose el respeto de sus pares.

Con sangre italiana en su sangre -se presume que sus abuelos eran originarios de la provincia de Nápoles-, se convirtió en el jefe de la familia criminal Gambino en Nueva York, dedicándose a la usura, narcotráfico, asesinato, extorsión, crimen organizado, obstrucción a la justicia y evasión fiscal.

Conocido como Don Elegante por su endiablada habilidad para evadir a la justicia, siempre ayudado por un séquito de abogados, se abrió paso hasta llegar a ser el jefe criminal más poderoso y peligroso de Estados Unidos.

Tal como consigna el medio The Defenders, Gotti se basó en el miedo y el soborno para evitar la cárcel no una ni dos, sino que tres veces antes de ser condenado por violar la ley RICO.

Luego de ser acusado junto con otros miembros de la familia criminal Gambino en Nueva York en marzo de 1985, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley lo consideraron un matón de poca monta. No obstante, su caso dio un giro de 180º el 16 de diciembre de 1985, cuando el jefe del clan, Paul Catellano, y el subjefe, Thomas Bilotti, fueron asesinados a las afueras de un restaurant en Manhattan.

El crimen fue ideado por Gotti, quien según se cuenta, supervisó todo desde unos metros en un vehículo, huyendo tras verificar que sus soldados habían cumplido con la misión.

Fue así como se hizo del poder de la temida familia. Su fama de “violento” se expandió rápidamente en el mundo del hampa, al punto que un mecánico de refrigeradores misteriosamente “perdió la memoria” al querer llevar a la corte a Gotti por una disputa en un estacionamiento.

Posteriormente, debió enfrentar un juicio por violar la ley federal de organizaciones corruptas e influenciadas por mafiosos, conocida popularmente como la ley RICO, la cual establecía que quien fuera declarado culpable de dos delitos graves establecidos en esta norma participaba en un patrón de actividad delictiva.

John Gotti
John Gotti

La situación judicial de Gotti se vio entorpecida ya que diferentes agencias policiales estatales y federales llevaban adelante su propio caso, y no querían compartir información o testigos por el temor de que fallaran sus posibilidades de condena contra el mafioso.

De acuerdo al citado portal, el juicio de Gotti por la ley RICO comenzó en agosto de 1986, basándose -en gran parte- por los testimonios de delincuentes ya condenados. No obstante, fue absuelto un año más tarde.

Tras sortear con éxito nuevas acusaciones, los seguidores de Gotti comenzaron a aclamarlo, fama que el gángster recibía con orgullo. Pero en 1990 el fiscal federal Andrew J. Maloney dictó nuevos cargos contra el mafioso, llevando a la detención no sólo de Gotti sino que también de sus principales socios, Frank Locasio y Salvatore Gravano fueron arrestados y recluidos. Los cargos iban desde asesinato hasta la evasión de impuestos.

Ante el temor de que el jurado fuera sobornado, como ya había pasado antes, el juez decidió mantener sus identidades en el anonimato y aislados. Peor aún para Gotti: “Sammy Bull” Gravano, su “subjefe”, se declararía culpable y testificaría como testigo del gobierno.

El juicio comenzó en enero de 1992, proceso en el que los fiscales expusieron conversaciones grabadas en secreto en las que Gotti hablaba derechamente de asesinatos y otros delitos. En uno de los diálogos que tuvo con Locasio, Gotti le señalaba: “Cada vez que tienes un socio que no está de acuerdo con nosotros, lo matamos”.

Así también quedó al descubierto, y confirmado, el rol de Gotti en el asesinato de Castellano y Bilotti. Además se presentaron pruebas de sobornos a la policía así como irregularidades en sus declaraciones de impuestos.

Caída del capo

Tres meses después, Gotti fue declarado culpable de todos los cargos, siendo sentenciado a cadena perpetua sin libertad condicional. Esto desató el caos en los exteriores del juzgado de Brooklyn, con seguidores del criminal provocando disturbios con la policía.

Y aunque trató de mantener el poder, designando a su hijo John A. Gotti como jefe interino de la familia Gambino, ya nada fue igual. Al estar tras las rejas, las autoridades redoblaron esfuerzos para desarticular la organización criminal.

Finalmente, Gotti murió el 10 de junio de 2002 producto de un cáncer de garganta. Tenía 61 años.