Usar rosquillas como carnada para cazar osos, usar linternas para cegarlos o dispararles mientras hibernan con sus cachorros: el presidente Donald Trump levantó las restricciones a polémicos métodos de cacería impuestas por su antecesor Barack Obama.

Las técnicas, que también incluyen la cacería de lobos y su cría en sus guaridas y la posibilidad de disparar a caribúes desde los barcos, han sido muy criticadas por los ecologistas aunque frecuentemente son utilizadas por los indígenas para subsistir.

Eran legales en algunas zonas del estado de Alaska antes de la prohibición federal de 2015, que ahora el gobierno Trump acaba de levantar.

Los cazadores y muchos funcionarios locales electos desafiaron la prohibición en ese momento. Alaska incluso llevó el caso a los tribunales, argumentando que la prohibición invadía el modo de vida de sus residentes y afectaba a su capacidad de alimentar a sus familias.

“Encontrar sustento en el propio entorno es parte integral de la vida rural en Alaska”, dijo Eddie Grasser, director de Conservación de la Vida Silvestre de Alaska, al New York Times el mes pasado, señalando que la mayoría de los asentamientos del estado ártico están aislados gran parte del año.

“Estos métodos que tanto molestan a la gente, y entiendo por qué y entiendo el malentendido, son utilizados por personas que necesitan subsistir”, añadió, descartando que sean usados por cazadores clásicos o en safaris.

Sin embargo, muchas organizaciones de conservación y protección de los animales condenaron la decisión de Trump, que puso por encima de las especies, los intereses económicos y cedió a grupos de presión.

“El gobierno Trump cayó a un nuevo nivel en términos de tratamiento de la vida silvestre”, señaló Jamie Rappaport Clark, presidente de la ONG Defenders of Wildlife. “Permitir que los cachorros y las crías sean asesinados en sus madrigueras es bárbaro e inhumano”.

El hijo del presidente, Donald Trump Jr., es un aficionado de la caza y varias a viajado a Alaska.

A principios de 2020, el grupo de cabildeo Safari Club, dedicado a “proteger la libertad de caza” y abogó por el levantamiento de las restricciones en Alaska, organizó una lotería en la que el primer premio era una expedición en Alaska con Donald Trump Jr.