La muerte de una trabajadora de salud de 26 años a manos de la policía en Kentucky ha desatado en Estados Unidos una nueva oleada de indignación ante otro caso de un civil negro asesinado por oficiales.

El caso reavivó las manifestaciones que se realizan con frecuencia desde 2012 contra ataques a afroestadounidenses desarmados, bajo el eslogan “Black Lives Matter”
(“Las vidas negras importan”), lo que incluye acusaciones de brutalidad policial sesgada por motivos raciales.

Breonna Taylor, técnica en emergencias médicas, y su novio estaban durmiendo cuando la policía allanó apartamento en Louisville y le disparó ocho veces, el 13 de marzo, dijo su abogado, Ben Crump.

Los agentes ingresaron sin aviso tras derribar la puerta porque buscaban a un sospechoso, pero la dirección era incorrecta y la persona a la que intentaban ubicar ya había sido detenida, dijo Crump.

El novio de Taylor permanece bajo arresto tras el operativo, pero ningún policía ha recibido cargos por la muerte de la mujer.

El departamento de policía “no ha proporcionado ninguna respuesta sobre los hechos y circunstancias” de la tragedia, dijo el abogado en un comunicado.

“Tampoco han asumido responsabilidad por su asesinato sin sentido”, agregó.

El diario The Washington Post informó que una demanda presentada el mes pasado acusa a los oficiales de policía que dispararon contra Taylor de muerte injustificada, fuerza excesiva y negligencia flagrante.

“Mi prioridad es que aparezca la verdad, y que la justicia le siga”, dijo el martes el alcalde de Louisville, Greg Fischer.

La casos de brutalidad policial contra personas de color, en particular contra negros, han tenido alto perfil en años recientes, y despertaron protestas en todo el país.