El exministro de Relaciones Exteriores, Fumio Kishida, será nombrado primer ministro y candidato para las elecciones de los próximos meses. En 2020 había perdido la elección como líder del Partido Liberal Democrático.

Fumio Kishida fue elegido este miércoles al frente del Partido Liberal Democrático (PLD) en Japón por una holgada mayoría ante su rival Taro Kono, y se convertirá en el nuevo primer ministro.

Kishida, de 64 años y exministro de Relaciones Exteriores, obtuvo 257 votos en la segunda vuelta de esta elección interna del PLD, frente a los 170 de Kono, de 58 años y una de las figuras políticas más conocidas en el país.

El dirigente será confirmado como nuevo primer ministro en una votación en el Parlamento el 4 de octubre, y posteriormente dirigirá a su partido en las elecciones generales, que podrían celebrarse en noviembre.

La segunda es la vencida

El exministro de Exteriores encabeza su propia facción liberal dentro del partido conservador nipón, llegando al poder en su segundo intento y precedido por una fama de gestor eficiente pero discreto.

Siguiendo la estela de su padre y abuelo, ha sido diputado de Hiroshima (oeste de Japón) en la cámara baja del Parlamento desde 1993.

Tras su segundo intento, Kishida acabará dirigiendo el gobierno nipón. El año pasado no logró que el partido lo designara para liderar el ejecutivo tras perder en una votación interna ante Yoshihide Suga. “No era suficientemente bueno”, reconoció recientemente sobre su anterior campaña para la presidencia del PLD en 2020.

“Esta vez fue diferente. Tengo la convicción firme de que soy el líder que se necesita en el presente”, dijo, destacando la pertinencia para el momento actual de su carácter monótono, pero poco conflictivo.

Suga deja el cargo después de sólo un año en el poder, con bajos niveles de apoyo por el descontento popular con su respuesta a la pandemia del COVID-19.

Por su parte, Kishida fue el primero en lanzar su candidatura y basó su campaña en una plataforma de estímulo ante la pandemia.

Las corrientes dominantes en el PLD consideraron que Kishida era “una apuesta más segura en términos de estabilidad” que su principal rival Taro Kono, más popular entre los militantes, pero “menos influenciable” por los barones del partido, explica a la Agence France-Presse Brad Glosserman, experto de la política japonesa y profesor en la Universidad Tama de Tokio.

“Política de generosidad”

Kishida ejerció durante cinco años (2012-2017) como ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Shinzo Abe.

Partidario del desarme nuclear en el mundo, contribuyó a la visita de Barack Obama a Hiroshima en 2016, lo que representó la primera vez que un presidente estadounidense en ejercicio viajaba a esta ciudad devastada por la bomba atómica en 1945.

En cambio, apuesta para reactivar la producción de energía nuclear con fines civiles en Japón, después de que su uso quedara restringido tras la catástrofe de Fukushima en 2011.

Además de volver a poner en marcha viejos reactores, quiere desarrollar pequeños reactores modulables.

Este exbanquero también prometió un nuevo plan presupuestario para acelerar la recuperación económica tras el impacto de la pandemia y reducir las desigualdades sociales.

“La gente quiere una política de generosidad”, aseguró Kishida, quien mantiene una posición ambigua en materia económica, ya que también defiende reducir la deuda nipona, que en 2020 representaba el 256% del PIB, según el Fondo Monetario Internacional.

Contrario al matrimonio igualitario

Respecto a las cuestiones sociales y los derechos civiles, parece más conservador que Kono, su rival en el PLD.

Kishida dijo que no había llegado al momento “de aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo”, que sigue siendo ilegal en Japón.

También mostró una posición poco clara respecto al derecho de las personas casadas de no adoptar el mismo apellido que su pareja, una cuestión polémica en Japón.

Es un entusiasta del béisbol, el deporte preferido de los japoneses, y un seguidor confeso de los Hiroshima Toyo Carp, el club de su feudo familiar y político.

Durante su infancia, vivió con su familia en Nueva York, donde dice haber sido víctima del racismo en la escuela.

Gracias a esta experiencia difícil, asegura haber aprendido el sentido de la justicia y la igualdad.