Medios locales informaron que el combate significó una baja importante para los militares. Además, indican que estarían extorsionando a los soldados que quieren abandonar la milicia.

Tras varios días de enfrentamientos en el norte de Birmania, los combates entre el ejército birmano y rebeldes de la étnica kachin continúan sin tregua.

La situación instala un foco de tensión extra en Birmania y supone bajas significativas para las fuerzas golpistas, según informó un medio local.

El portal de noticias Myanmar Now informó que los combates se intensificaron en los últimos días. Esto, después de que Ejército Independiente Kachin (KIA) tomara una base cerca de la frontera con China que estaba en poder de las fuerzas de la junta militar desde 1987.

Se indicó que el Tatmadaw (nombre del Ejército birmano) sufrió “bajas de peso”. Esto incluyó a un comandante, quien intentó recuperar la base con una ofensiva aérea y por tierra, con cientos de soldados desplazados.

El coronel Naw Bu, del KIA, declaró al diario The Irrawaddy que el Ejército lanzó varios ataques aéreos para tratar de recuperar la base y advirtió que “el Tatmadaw está reforzando sus soldados y los enfrentamientos se podrían intensificar”.

Además de los ataques, el ejército incrementó los ataques contra civiles en zonas controladas por los kachin y también los karen (este), que llevan décadas levantadas en armas.

Freno a deserción de soldados

El capitán del ejército birmano, Lin Htet Aung, que desertó de los militares para unirse al movimiento de oposición al golpe de Estado, asegura que la junta militar extorsiona a los soldados para evitar deserciones dentro de sus filas.

Lin Htet Aung, quien huyó de cuerpo castrense en marzo, dijo que la junta mantiene “secuestrados” a los familiares de soldados que viven en los barracones militares para evitar las fugas.

El insurrecto asegura que un 75% de los soldados estarían dispuestos a abandonar las filas si no fuera por la extorsión que ejercen los mandos sobre sus familiares.

“Los que viven en recintos militares básicamente han sido secuestrados. Utilizan a los familiares de los soldados para controlarlos, de modo que no puedan actuar libremente. Si un soldado quiere huir, tiene que llevarse a su familia con él”, comenta el antiguo capitán.

Según su testimonio, muchos soldados rechazan los crímenes ordenados por la junta militar durante la brutal represión contra las protestas en favor de la democracia, que han costado la vida a al menos 714 personas, conforme a los datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP).

“Saben que no es justo, pero deben cuidar a sus familias. Son conscientes de la injusticia y estoy seguro de que se sienten incómodos al respecto. Y, sin embargo, tienen que cerrar los ojos”, apunta el desertor, ahora refugiado en un territorio controlado por una guerrilla étnica.