El expresidente de Kirguistán, Almazbek Atambayev, que había sido liberado de la cárcel el martes por un grupo de manifestantes, fue detenido de nuevo este sábado, mientras que un primer ministro provisional, Sadyr Japarov, asumía oficialmente su cargo.

La confusión política reina en esta república del Cáucaso, que celebró elecciones legislativas el pasado domingo ganadas por dos partidos próximos al presidente Soroonbai Jeenbekov.

Los opositores al presidente acusaron fraude y salieron a las calles. Una comisión electoral anuló los resultados, pero aun así la situación degeneró y se tornó violenta, con distintos grupos enfrentándose a diario y tomando posesión de edificios públicos.

Cuando fue liberado el martes por simpatizantes, el expresidente Atambayev cumplía una pena de 11 años de cárcel por haber mandado a excarcelar a un jefe mafioso, y estaba a la espera de un segundo juicio por haber opuesto resistencia, armado, durante su primera detención.

Este sábado volvió a ser detenido, explicó por télefono su vocero, Kunduz Joldubayeva. “Las fuerzas especiales asaltaron su residencia. Detuvieron al expresidente”, declaró a la Agence France-Presse.

Previamente, el expresidente había organizado una manifestación en la que sus partidarios instaron a Jeenbekov a dimitir.

Junto a Atambayev fueron detenidos un guardaespaldas y otro colaborador, según el Comité de Seguridad Nacional (policía), que aseguró que estaba en marcha un proceso de “identificación y detención de otros cómplices”.

El arresto del expresidente podría ser una señal de que el actual jefe de Estado ha retomado el control de la situación.

Pero el viernes Jeenbekov, de 61 años, se había declarado “dispuesto” a renunciar a su cargo, “cuando se aprueben las autoridades ejecutivas legítimas” y se vuelva “a la vía de la legalidad”.

Poco después de la detención del expresidente, una mayoría de diputados eligió a Japarov, un populista de mano dura, como primer ministro provisional, durante una sesión extraordinaria del parlamento.

Japarov declaró que esperaba que el presidente Jeenbekov honrara su palabras y abandonara el cargo.

“Me reuní con él (Jeenbekov) en la residencia oficial. Me dijo que tras confirmar el nuevo gabinete ministerial, dimitiría”, explicó Japarov.

Japarov estaba cumpliendo una condena de 11,5 años de cárcel por secuestro y otros crímenes cuando también fue liberado de la cárcel, durante los diversos choques en la capital, el lunes.

Los manifestantes de la facción que apoya a Japarov llegaron a la capital en actitud agresiva, y un tribunal anuló la sentencia contra el ahora primer ministro.

Los choques entre los distintos bandos, y con la policía, dejan desde el pasado lunes al menos un muerto y cientos de heridos.

La inestabilidad en Kirguistán alarma a Moscú, que actualmente está intercediendo en otra crisis regional de gran magnitud, la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave de Nagorno Karabaj.

Jeenbekov llegó al poder en 2017, inicialmente con el apoyo del expresidente Atambayev. Luego ambos se enemistaron y Atambayev acabó en la cárcel.

Ambos se muestran oficialmente leales al presidente ruso Vladimir Putin, que sin embargo no ha conseguido poner orden en esa república.

Desde que proclamó su independencia, tras el fin de la Unión Soviética, Kirguistán ha visto caer a dos presidentes a causa de protestas callejeras.