El prolongado cierre se tradujo en un desmantelamiento de la actividad aduanera, al menos del lado venezolano, que ahora busca salir del letargo y ponerse a tono con la dinámica comercial, aunque todavía tardan unos tres días en nacionalizar las cargas que entran desde Cúcuta.

La frontera que une Colombia con Venezuela muestra pocos cambios en su primer mes de apertura al paso de vehículos y comercio, tras siete años de cierre.

Se trata de un hito que ambos gobiernos vislumbraron como un salto económico inmediato y que se ha reducido, hasta el momento, a contadas operaciones comerciales.

Cada día, los transeúntes caminan arrinconados en los extremos de los puentes binacionales para ir de un lado al otro, pues el asfalto está reservado para los camiones de carga.

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En promedio, han pasado tres al día desde el pasado 26 de septiembre, cuando el presidente colombiano, Gustavo Petro, encabezó el acto de reapertura.

Cuestión de confianza

A juicio de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol), se está desarrollando un proceso gradual que debe ir generando confianza entre los empresarios.

Esto puede acelerar acortando los tiempos en las aduanas y erradicando los cobros ilegales que pretenden hacer policías y militares en las carreteras.

“El comercio se hace entre gente, entre empresarios. Entonces, en la medida que tú tengas claridad de que ese canal es seguro (…) tú vas a direccionar, vas a operar por esa vía”, explicó el presidente de Cavecol, Luis Alberto Russián.

Se trata de un hombre que tiene conocimiento sobre exportaciones de hierro, aluminio, carbón y fresas hacia Colombia en el último mes.

En sentido contrario, prosiguió, han entrado plásticos, vasos, papel higiénico, cartón e insumos para calzado. En peso, Venezuela envió cerca de 400 toneladas, mientras que Colombia mandó unas 160.

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EFE

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La cámara, que agrupa a más de 100 empresas de múltiples sectores, destaca que se mantiene la expectativa, especialmente en el turismo.

Esto, pues los operadores venezolanos desean que se abra el paso de vehículos y se reanude la conectividad aérea para acoger a quienes fueron por décadas sus principales consumidores internacionales.

Por otro lado, para muchos de los que atraviesan a diario los puentes internacionales -que conectan al estado venezolano Táchira con el colombiano Norte de Santander- todo fue un fraude.

Así, miles de personas caminan diariamente bajo el inclemente sol de la región sin certeza de cuándo podrán transitar nuevamente a bordo de vehículos particulares.

Se trata de algo que, a juicio de algunos, reduce a un “show mediático” la reapertura.

La reanudación de los vuelos directos entre los dos países que se anunció para el mismo 26 de septiembre, tampoco ha salido del papel y todavía no se sabe cuándo comenzarán y con cuáles aerolíneas.

Proceso paulatino

El dinero generado por el comercio internacional y el eventual paso de mercancías no son sinónimo de reapertura para quienes hacen movimientos pendulares por estos puentes, que tampoco ven el proceso como algo gradual, sino como la continuidad del cierre.

A juicio del embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, el panorama irá cambiando, pues lo que se busca con los intercambios comerciales es que ninguna de las dos economías se vaya a ver afectada.

“Todo está listo, pero se debe hacer paulatinamente, vamos despacio y hay que entenderlo, pues la economía venezolana, antiguamente, era más sólida”, indicó el diplomático recientemente, durante una reunión entre funcionarios de ambos países en la zona fronteriza.

El encuentro se inscribe en la lista de acercamientos y acuerdos celebrados con el propósito de hermanar ambas naciones en todos los ámbitos.

Es un objetivo que encuentra tropiezos en cada área, como en la frontera, donde la voluntad política no ha sido suficiente para reavivar dinámicas que pasaron un septenio sepultadas.