En 2021, cuando los votantes latinoamericanos fueron a las urnas enviaron un mensaje claro para las élites gobernantes: estamos hartos.

En Chile, ninguno de los partidos tradicionales de centro que gobernaron desde el fin de la dictadura hace 31 años llegaron a la segunda vuelta, en la que el milenial frenteamplista Gabriel Boric venció a su rival republicano el domingo.

En abril, Ecuador eligió a Guillermo Lasso como su primer presidente de derecha en 14 años; en junio Perú optó por un profesor rural socialista, poco conocido, y en noviembre Honduras terminó con 12 años de gobierno del Partido Nacional conservador eligiendo por primera vez una mujer en la Presidencia.

En las elecciones legislativas el mes pasado en Argentina, los votantes dieron un golpe al peronismo que perdió el control del Senado por primera vez.

“La gente está harta con el ‘status quo’ y de las élites económicas y políticas tradicionales”, aseguró a la Agence France-Presse el analista Michael Shifter del centro de análisis Diálogo Interamericano.

“Y por lo tanto es una especie de tendencia al rechazo en varios países (…) si los gobiernos fallan la gente busca alternativas”, agregó.

El resultado ha sido una explosión de nuevos partidos políticos, fragmentación del voto y líderes percibidos como más cercanos al pueblo irrumpiendo en la escena política aparentemente desde la nada.

Perú tuvo 18 candidatos en primera vuelta, un récord en 15 años.

Es la economía, estúpido

También ha habido una tendencia de elecciones reñidas entre candidatos de polos opuestos ya que votantes moderados dividen su apoyo entre candidatos de centro dejando en la carrera a rivales acérrimos, como sucedió en Chile, Perú y Ecuador.

Ha crecido la apatía y la alienación, y más electores emiten votos de protesta.

En Chile, existiendo una alta tasa de abstención, muchos votantes dijeron a la Agencia AFP, por ejemplo, que ellos elegían el “mal menor”.

“No creo que esto tenga mucho que ver con ideología”, afirmó a la agencia el analista político Patricio Navia de la universidad de Nueva York, sobre la tendencia del voto.

“Vimos esto desde 2020, desde que empezó la pandemia, todos los titulares, gobiernos, partidos o coaliciones, perdieron las elecciones en América Latina”, agregó.

Las razones son múltiples.

La crisis económica, una carga creciente en muchos países de Latinoamérica, ha empeorado desde 2020 debido a la pandemia y la pérdida de negocios como resultado del confinamiento en la región más desigual del mundo.

“Cuando las condiciones económicas fueron positivas, todos los presidentes en Latinoamérica eran populares, tanto presidentes de derecha como de izquierda” precisó Navia.

Durante una bonanza de materias primas y productos básicos del 2003 al 2013, la clase media en América Latina creció rápidamente, y había expectativas de que la tendencia continuara. Pero resultó ser lo contrario.

“Más de lo mismo”

“El pueblo está cansado de los partidos políticos tradicionales por la percepción general de que no respetan las promesas electorales y de que son ‘más de los mismo"”, dijo a la Agencia AFP María Jaraquemada, del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral.

Y son susceptibles a los mensajes cada vez más populistas que “ofrecen algo contra las élites, diferente a lo que se ha hecho antes”, recalcó la experta.

“En la política moderna en cada país es la voz más radical la que conduce el debate y los medios sociales amplifican estas voces” agregó Shifter.

“Solía haber un tiempo en que la gente votaba por alguien porque creía en ellos” indicó el analista.

Ahora, “tienes más y más procesos electorales que se deciden en términos del menor entre dos males, así como más votos negativos, y eso es un gran cambio”.

Esta mezcla de polarización del voto y de descontento augura un futuro volátil, de acuerdo con los analistas.

“La situación económica probablemente empeore en los próximos años en lugar de mejorar, por lo tanto el malestar continuará. El mejor indicador del descontento social es una mala condición económica”, explicó Navia.

“Supongo que la advertencia para los líderes de América Latina es que a menos de que las condiciones económicas mejoren, ellos permanecerán bastante impopulares”.

Para Shifter, los próximos años serán “bastante agitados”.

“En parte, los líderes no tienen el calibre para ser realmente capaces de solucionar estos problemas pero también es por que los problemas son mucho peores y difíciles de resolver”.

El próximo año un nuevo presidente será electo en Colombia y Brasil, donde la tendencia parece continuar.

El conservador colombiano Iván Duque se ha convertido en el presidente más impopular en un año marcado por el malestar social y una violenta represión policial que generó críticas a nivel internacional.

El izquierdista y exguerrillero Gustavo Petro está liderando las encuestas.

En Brasil, Jair Bolsonaro, de extrema derecha, también es muy impopular en medio de una recesión económica y pasos en falso en su política de respuesta al covid-19, con lo que el izquierdista y expresidente Luiz Inacio Lula da Silva prepara su regreso, de acuerdo a las encuestas.

“Esto no significa que haya entusiasmo por Lula, más bien se trata de un rechazo por Bolsonaro,”, indicó Shifter. “Es parte de una tendencia del rechazo”.