El presidente Duque se enfrenta a un difícil último año de mandato, marcado tanto a nivel nacional como internacional por las oportunidades perdidas y los retos no resueltos, opina Günther Maihold.

Pocas veces un país ha echado a perder su reputación internacional tan rápidamente como Colombia bajo el gobierno del presidente Iván Duque.

Tras el celebrado acuerdo de paz con los rebeldes de las FARC en 2016, el país parece alejarse de nuevo del fin de los conflictos internos.

Las guerrillas rearmadas, las bandas de narcotraficantes y la apropiación ilegal de los recursos naturales presentan un panorama de violencia creciente que suele acabar de forma fatal.

El presidente Duque está volviendo a las viejas recetas en la lucha contra los cultivos de coca, con la fumigación con el herbicida glifosato.

El gobierno respondió a la afluencia masiva de 1,5 millones de migrantes de Venezuela, que huyeron a Colombia para escapar de la opresión. Esta decisión le valió al país y a su gobierno un gran reconocimiento internacional.

Pero esta fase de mayor prestigio no duró mucho. Los enfrentamientos masivos en las calles del país entre manifestantes y fuerzas de seguridad, tras el anuncio de una reforma tributaria por parte de Duque.

El país no parece ser capaz de encontrar un modo para resolver de manera no violenta sus problemas futuros.

De la “Gran Conversación Nacional” al “consenso solidario”

Para el presidente Duque, las imágenes se repiten. Lo que ocurrió en abril/mayo de 2021 en términos de violencia y contraviolencia.

En el marco del paro nacional convocado por los sindicatos, ya se produjo en menor escala en noviembre de 2019. Disturbios en las calles, un uso masivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad y el llamado del presidente a la unidad.

Pero la “Gran Conversación Nacional” proclamada entonces quedó en nada.

Muchos observadores temen ahora que ocurra lo mismo con la nueva iniciativa de “consenso solidario” que se acaba de anunciar. Esto, después de que el presidente retirara su proyecto de reforma fiscal y el ministro de Economía anunciara su dimisión.

No cabe duda que Colombia se encuentra en una crisis de sus finanzas públicas.

Mientras tanto, el gobierno de Duque no logra establecer un diálogo sólido con los grupos sociales para evitar la movilización.

Ahora se está intentando aumentar los ingresos tributarios mediante regulaciones temporales, pero el conflicto de fondo existente en la sociedad colombiana sigue latente.

Una polarización destructiva

Sin embargo, las protestas de los últimos días van más allá de la presión tributaria sobre la clase media y los grupos sociales más vulnerables.

Se trata de resolver cuestiones sociales fundamentales que ni el gobierno de Duque ni amplios grupos del país quieren abordar.

¿Cómo lograr cerrar las heridas de la guerra civil que duró más de 50 años y lograr la reconciliación entre los bandos hostiles?. ¿Cómo se puede lograr el equilibrio en una sociedad desigual en la que los grupos de élite niega el acceso a la prosperidad a amplios sectores de la población?. ¿Cómo se puede redefinir el excesivo papel de los órganos de seguridad de manera que se ajuste a la búsqueda de la paz y la convivencia no violenta?.

Sin embargo, estas y otras cuestiones abiertas no se acercan a una solución en el país; lo más rentable desde el punto de vista político es azuzar siempre nuevo la polarización social y política en el país.

Los planteamientos para resolver las cuestiones no resueltas del país sobre el futuro volverán a quedar en segundo plano.

Conflictos internos

Los actuales conflictos internos golpean a Colombia en un momento en que el país podría desempeñar un papel relevante a nivel internacional.

Ha asumido la presidencia de la Alianza del Pacífico, de la Comunidad Andina y del foro político regional PROSUR, una coincidencia que ofrecería las mejores oportunidades para dinamizar los precarios procesos de integración regional.

No en vano, debido a la pandemia, muchos gobiernos miran hacia dentro y están menos dispuestos a participar en el entendimiento transfronterizo.

Sin embargo, es precisamente ahí donde podrían estar las oportunidades para afrontar mejor las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.

Pero la difícil situación interna ha privado al gobierno de Colombia de la oportunidad de dar nuevos impulsos y de asumir un papel más activo en la política exterior.

El presidente Duque se enfrenta a un difícil último año de mandato, marcado tanto a nivel nacional como internacional por las oportunidades perdidas y los retos no resueltos.

Cinco años después de la firma del acuerdo de paz, hay mucho en juego para Colombia.