El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó este sábado al líder opositor Juan Guaidó de haber dirigido un plan para asesinarlo y advirtió que no le “temblará el pulso” para hacer justicia.

“Al títere diabólico le acabamos de desmantelar un plan, que dirigía él personalmente, para matarme”, dijo Maduro ante miles de partidarios en Caracas, al cumplirse dos meses de la autoproclamación de Guaidó como presidente interino del país.

“No nos temblará el pulso para que estos malandros vayan a la cárcel”, aseguró el mandatario, que tildó de “grupo terrorista” a Voluntad Popular, el partido de Guaidó, reconocido como mandatario encargado por más de 50 países encabezados por Estados Unidos.

Maduro aseguró que fondos venezolanos bloqueados por Washington y entregados al jefe parlamentario financian el complot, que según el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, incluía “asesinatos selectivos” y “sabotajes” a servicios públicos.

Más temprano, Rodríguez denunció que la trama preveía el envío de “sicarios” a Venezuela desde El Salvador, Guatemala y Honduras, con apoyo del presidente colombiano, Iván Duque, quien tilda a Maduro de “dictador”.

El gobierno señala como “organizador” a Roberto Marrero, jefe de despacho de Guaidó, detenido el pasado jueves por el servicio de inteligencia.

Rodríguez difundió capturas de pantalla de supuestas conversaciones en Whatsapp entre Marrero y Guaidó en las que -dijo- se habría coordinado usar 1.000 millones de dólares en fondos bloqueados para financiar grupos irregulares.

“Le dice el señor Marrero al señor Guaidó: Pídele a Duque, suponemos que se refiere a Iván Duque (…), una ONG para canalizar los fondos”, aseguró el ministro, citando un fragmento que alude a un supuesto compromiso del jefe de despacho para pagar “sicarios”.

Maduro anunció que un “jefe paramilitar” colombiano fue capturado en Venezuela y que su testimonio aporta “pruebas de quién lo contrató”.

“No nos van a intimidar”

Pero Guaidó afirmó que no se dejará intimidar, refiriéndose a la captura de Marrero.

“Estamos en la calle y no nos van a intimidar”, expresó durante un mitin en Barcelona (estado Anzoátegui, noreste).

En la cresta de su popularidad y con amplio apoyo internacional, Guaidó no ha logrado sin embargo quebrar la lealtad de los militares a Maduro.

En lo que bautizó “Operación Libertad”, el líder opositor recorre el país para preparar una movilización nacional hacia el palacio presidencial de Miraflores, en fecha por definir.

Venezuela atraviesa un período de vértigo, en el que Guaidó logró reactivar la protesta y cohesionar a la dividida oposición.

A inicios de marzo, tenía una aprobación de 61%, frente a 14% de Maduro, según la encuestadora Datanálisis.

“Un escenario como el actual (…) era inimaginable en 2018”, dijo a la AFP el internacionalista Mariano de Alba, sobre lo cerca que algunos perciben un cambio de gobierno.

Guaidó, ingeniero industrial de 35 años, se juramentó ante una multitud luego de que el Legislativo declarara a Maduro “usurpador” y alegara que su segundo mandato, iniciado el 10 de enero, fue resultado de elecciones fraudulentas.

“Cohesión sorprendente”

Maduro se ha aferrado a los militares -su principal sostén- agitando la lucha contra el intervencionismo, alimentada por la advertencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que no descarta una acción armada en Venezuela.

Guaidó se ha declarado dispuesto a pedir al Parlamento que autorice una intervención, aunque el Grupo de Lima (13 países latinoamericanos y Canadá que lo reconocen) y la Unión Europea se aponen al uso de la fuerza.

Pese a debilitarse, Maduro mantiene “una cohesión sorprendente en un escenario tan adverso”, apunta De Alba.

La Fuerza Armada, con amplio poder político y económico, le ha reiterado “lealtad absoluta”, ignorando los llamados de Washington y Guaidó para que le den la espalda a cambio de amnistías y levantamiento de sanciones.

Maduro hace valer además su alianza con Rusia y China -principales acreedores del país con las mayores reservas petroleras-, que asumen su defensa en foros como el Consejo de Seguridad de la ONU.

El quiebre militar no ha ocurrido “porque no se ha generado una oferta creíble que permita a la élite militar tener confianza en que puede abrirse un cambio” que no implique su “destrucción”, opina el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León.

Mayor deterioro

En este complejo ambiente, Venezuela -golpeada por escasez de bienes básicos e hiperinflación- se encamina a un mayor deterioro económico. El 28 de abril entrará en vigor un embargo petrolero de Estados Unidos, adonde va 50% de la decadente producción del país, que obtiene 96% de sus ingresos del crudo.

“La ciudadanía experimentará un deterioro sustancial de su calidad de vida”, advierte De Alba, quien también anticipa un aumento de la “represión”.

“Vienen días difíciles”, reconoce Guaidó.

Para León, el tiempo juega en contra de Maduro con peligro de “explosión social” e intervención a medida que se acerca la campaña presidencial estadounidense.

Pero para Guaidó el paso del tiempo también es riesgoso, pues “mientras más se deteriore el país sin resolver el cambio de gobierno, las sanciones serán relacionadas con la crisis y la paciencia se agotará”, advierte el analista.