Disney fue el creador de éxitos infantiles que nos emocionaron, entretuvieron por horas y crearon historia junto a nosotros, pero también es el origen de un profundo daño a la forma que tenemos de ver el mundo, que no siempre es como lo muestran en las películas.

Clásicos como “La Cenicienta” o “Blanca Nieves y los 7 enanitos” están basados en cuentos de principio del 1900 que se dulcificaron bajo el mando de Walt Disney para enseñaron valores tan importantes como la colaboración, la lealtad o la comprensión, pero también aportaron a que tengamos una visión del mundo con una inclinación machista.

Estereotipos que cada vez vemos menos en sus películas, pero que aún se mantienen para una generación como los millennials, la masa que ahora es la generación trabajadora y que acarrea estas enseñanzas, muchas veces grabadas a fuego.

Un hombre salvador

Bajo la premisa de los clásicos de Disney, las mujeres protagonistas suelen ser damiselas en apuros, salvadas por sus príncipes que generalmente cabalgan preciosos caballos para ir en su ayuda.

Puede sonar como la más romántica de las historias, sin embargo, la realidad detrás del personaje nos enfrenta a mujeres generalmente dedicadas a labores domésticas del hogar, disminuidas y dispuestas a sacrificar todo por un joven, incluso si se trata de su voz, como Ariel en La Sirenita.

Como señala a Woman’s Health, Ainoa Espejo, grafóloga y coach de relaciones de Ai hop Coaching, “a nosotras Disney nos ha influido negativamente en la idea de que nos van a querer más y que todo nos terminará saliendo bien si somos guapas, dulces, femeninas y sumisas; si buscamos la protección masculina y si somos muy sacrificadas, dejando de lado nuestras necesidades para anteponer las de los demás (pareja, amigos, familia)”

Mientras que el príncipe siempre es aquel que ha vivido aventuras, viajado por reinos, peleado contra grandes animales mitológicos y viene dispuesto a conformar una pareja que siempre termina en el altar, con un “¡Vivieron felices para siempre!.

Un estereotipo masculino poderoso, que incluso se refleja en la cantidad de tiempo que los personajes femeninos que protagonizan estos filmes. Según destaca Washington Post, el estudio de las lingüistas de la Universidad de California, Carmen Fought y Karen Eisenhauer las protagonistas femeninas hablan cada vez menos a medida que pasan los años y Disney va produciendo películas.

Las investigadoras destacan que las mujeres hablan apenas un 32% del tiempo en “La Sirenita”; 24% en “Pocahontas” y 23% en “Mulan”. La más precaria en diálogo femenino, “Aladino”, con sólo un 10%.

Parte del problema es que las películas están llenas de personajes masculinos y además de una heroína y/o la malvada, carecen de personajes que enriquezcan el género femenino en sus producciones, como por ejemplo mujeres poderosas, respetadas o incluso, cómicas.

Carmen Fought destaca que no hay mujeres que dirijan pueblos, den instrucciones, inventen cosas o canten junto a otras, sino que siempre están funcionando en base a un sólo objetivo, encontrar un marido, los que hacen cualquier otra labor, son hombres.

Las relaciones entre mujeres

“Tú me enseñaste a odiar, a ver a las otras chicas como enemigas. Me enseñaste a rivalizar incluso con mis hermanas. Tú me enseñaste qué hacer para contentar a un hombre porque el amor, así con mayúsculas, es a lo máximo a lo que aspiro. Tú me enseñaste que las mujeres debemos elegir entre sumisa o bruja” así comienza el poema “Se acabó tu historia”.

La popular pieza de Marta Fornes, una artista de Valencia, España, consiguió más de 1 millón de Me Gusta en Facebook, con los versos dedicó que dedicó a Walt Disney, destacó Verne.

En sus palabras, Fornes revela grandes verdades de los clásicos de Disney, como que las princesas no tenían amigas, más bien, se limitaban a hablar con animales que las rondaban o que sus madrastras son brujas incluso capaces de envenenarlas para ser más bonitas.

“La Cenicienta” es el reflejo claro de las palabras de la valenciana, una niña bondadosa y dulce que siempre convivió con su madrastra, Lady Tremaine, una mujer malvada, cruel y calculadora junto a sus dos hijas. La relación que tienen las mujeres gira en torno a rivalizar por el amor de un príncipe.

Además, puede ser el rol de la “madrastra” el que más ha sufrido históricamente gracias a las enseñanzas de Disney, donde siempre son el antagonista de la historia. Gracias a esto, se genera prejuicio de que son mujeres frías o calculadoras, afectando a quienes cumplen este papel en la familia.

Disney no da cabida a madrastras como mujeres amorosas, amantes de sus familias y que buscan en bienestar de todos sus hijos, sean biológicos o no.

La redención de Disney

En la era del “Me too” Disney no se ha quedado atrás y ha logrado adaptarse a los nuevos tiempos con éxitos como “Valiente”.

La producción estrenada en 2012 tiene como protagonista a Mérida, una joven que tiene las inquietudes de cualquier niña, le gusta cabalgar, disparar su arco y vestir cómodamente. El amor no es un tema y casarse, no es el fin de su vida.

Asimismo, Frozen, sea el que abre el debate a la diversidad, el empoderamiento e incluso, la homosexualidad, destaca El Mundo.

Según comenta al medio Patricia Díaz Seoane, psicóloga infanto-juvenil, en esta película todo es ambiguo y rompe los estereotipos. “Y eso es así desde lo más evidente de unas princesas que no visten de rosa sino de azul y que, por tanto, rechaza la categoría clásica y vieja de colores asignados, al juego entre tocar y no tocar, o esconder y mostrar”, comentó.

Lo que secunda Martina Gonzalez Veiga, psicosexóloga y fundadora del Centro de Sexología ¡Con Mucho Gusto!, quien destaca que “a las princesas de Disney no se les permitía -hasta la llegada Frozen- sentirse ni expresarse libremente. Se les imponía cómo tenían que ser, lo que les tenía que gustar y lo que no. Estaban entrenadas para competir con otras por el amor de un príncipe, complacer, satisfacer y cuidar, es decir un modelo maltratante”.

Incluso, los enemigos dejan de ser personajes que se esconden detrás de máscaras y dan paso a villanos abstractos como el miedo, el abandono o la soledad, un importante paso que da Disney avanzando en la igualdad.

¿Príncipes feministas?

Esa fue la pregunta que respondió The New Yorker, cómo serían los príncipes de Disney si vivieran en nuestra época, se reinventaran y fueran aliados feministas. Aquí te dejamos un resumen de la humorada del medio americano.

Príncipe Azul de “La Cenicienta: Cuando el rey llama a un baile para que todas las doncellas se presenten ante el príncipe, este crea el hashtag #UnBailellenodedoncellas para que las mujeres compartan sus historias de cómo son vistas sólo como esposas o novias. Sin consultar, firmaría un jugoso contrato para lanzar el libro “Un Baile lleno de doncellas” y se casaría con Cenicienta.

Príncipe Felipe, de “La bella durmiente”: Jamás besaría a una mujer sin su consentimiento, siendo consciente de que incluso si está bajo un coma inducido mágicamente, le coqueteó en el bosque o si sus padres los comprometieron desde su nacimiento. Se horroriza al escuchar que otros hombres de su reino no esperan, por lo que realiza una petición a que las mujeres reaviven sus traumas para crear conciencia.

Príncipe Eric de “La Sirenita”: Muy comprometido con la igualdad femenina en su reino, le comenta a Ariel sobre la difícil situación de las mujeres, la opresión que viven, con tanto entusiasmo que ni siquiera nota que ella no tiene voz.

Príncipe Adam de “La bella y la bestia”: Acepta su condición de “bestia” convertido por una hechicera, sabe que lo merece. Le atormenta ser uno de los “malos hombres” por lo que mantiene a Bella retenida para que cada vez que la ansiedad llegue, pueda preguntar si es un misógino o no. Y sí, tiene “técnicamente” de rehén a Bella, pero le dio una biblioteca para que pueda leer siempre que no necesite de su apoyo emocional.