La mañana de este viernes se confirmó la muerte del príncipe Felipe, el esposo de la reina Isabel.

El duque de Edimburgo de 99 años, que se había retirado de la vida pública en 2017, llevaba varios meses con diferentes problemas de salud, que lo habían obligado a entrar y salir de hospitales, y que mantenían a su familia en alerta.

La última vez que el príncipe fue visto, fue el pasado 16 de marzo, cuando fue dado de alta del hospital King Edward VII de Londres, tras permanecer un mes ingresado, inicialmente por una infección a la que se sumó después una operación cardíaca.

Vestido con camisa blanca y sweater color crema, Felipe fue visto se encontraba en el asiento trasero de un vehículo.

DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP

El príncipe consorte, que en junio hubiese cumplido 100 años, fue ingresado allí el 16 de febrero como “medida de precaución” tras haberse sentido mal.

Ante las especulaciones y preocupación por su avanzada edad, la casa real informó pocos días después de que la hospitalización no estaba relacionada con el covid-19, sino que se debía a una infección.

Bajo una fuerte expectación mediática, a principios de marzo fue trasladado del pequeño y elegante King Edward VII, situado en el barrio londinense de Marylebone, al gran hospital público St Bartholomew que, según su página web, posee el mayor departamento especializado en enfermedades cardiovasculares de Europa.

Allí fue sometido “con éxito” a una intervención quirúrgica “para tratar una enfermedad cardíaca preexistente”, antes de regresar en ambulancia pocos días después al hospital que finalmente abandonó este martes.

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