Rapa Nui es una isla que hasta el día de hoy, esconde diversos secretos y enigmas, los que la convierten en uno de los lugares más interesantes del planeta.

A lo largo de los años se ha debatido respecto a cómo los lugareños construyeron y trasladaron los moais, estatuas gigantes de piedra que se convirtieron en un símbolo local.

Sin embargo, este no es el único aspecto que ha despertado gran interés en la comunidad científica, ya que otra pregunta había permanecido sin resolver por mucho tiempo.

Tal como recoge el sitio especializado Ars Technica, durante años los investigadores habían intentado responder la pregunta respecto a cómo los rapa nui habían podido sobrevivir sin tener agua apta para el consumo humano.

Y es que debido a que la isla está formada por roca porosa volcánica, el agua de la lluvia termina filtrándose hacia el subsuelo, lo que explica la ausencia de ríos o pozos importantes.

Una filtración de agua dulce en la zona de marea cerca de Tongariki | Ars Technica
Una filtración de agua dulce en la zona de marea cerca de Tongariki | Ars Technica

Si bien se han encontrado restos de antiguos depósitos de agua construidos por los nativos, su reducido tamaño les habría impedido obtener la cantidad de agua necesaria como para subsistir.

Frente a esta interrogante, un equipo de investigadores de la Binghamton University de Nueva York ha encontrado una interesante respuesta.

De acuerdo a Ars Technica, los especialistas llevaron a cabo un análisis de la salinidad del agua en la costa de la isla, descubriendo que sus índices de salinidad eran más bajo de lo normal, lo suficiente como para que no resultara dañino para la salud de los habitantes.

¿Qué tipo de factores provocó este fenómeno? La explicación la encontraron en el agua filtrada al subsuelo de la isla, la que terminaba brotando en diferentes puntos de la costa.

De esta manera, aprovechando las mareas bajas, los isleños procedían a recolectarla para posteriormente consumirla. Y aunque efectivamente había una mezcla con agua salada, la cantidad de sal no representaba un peligro para la salud.

Phil Whitehouse (CC) Flickr
Phil Whitehouse (CC) Flickr

Cabe destacar que el equipo de científicos, liderado por el arqueólogo de la Binghamton University Carl Lipo, notó que las zonas de mayor concentración de moais, estaban ubicados precisamente en las cercanías de estos puntos en los que brotaba el agua subterránea.

“Los suelos volcánicos porosos absorben rápidamente la lluvia, lo que se traduce en una falta de arroyos y ríos”, mencionó Lip al sitio Phys.

“Afortunadamente, el agua debajo de la tierra fluye cuesta abajo y termina saliendo directamente en el punto en que la roca subterránea porosa se encuentra con el océano. Cuando las mareas son bajas, el flujo de de agua dulce va directamente al mar”, agregó.