La polilla lunar vive sólo una semana, sin comer ni alimentarse de forma alguna, subsistiendo únicamente gracias a la comida ingerida cuando era una oruga. Durante su semana de vuelo, además de fascinar con sus alas color lima, se dedica únicamente a reproducirse.

Incluso su extravagante apariencia parece fantasía, pero es realidad. Existe una especie de polilla que no come. Una vez sale del capullo, no tiene boca ni sistema digestivo, vive una semana con el único propósito de reproducirse, y muere. Se trata de la polilla lunar, un insecto de alas verdosas que se extienden hasta alcanzar un ancho de más de 11 centímetros, pudiendo ser sólo vista en las regiones al este de los Estados Unidos.

Según detalla National Geographic, esta polilla nace como una oruga muy hambrienta y devorando hojas de nogales, liquidámbares, carias, y abedules papiríferos durante un mes. Pasado este tiempo, se convierte en una crisálida y vive así por tres semanas hasta emerger y volar.

Pero ni sus alas, ni sus plumosas antenas, son lo único llamativo de su anatomía.

Resulta que, como ya adelantamos, la polilla lunar no tiene boca ni sistema digestivo. Durante su semana de vida en su forma final, no come. De hecho, no se alimenta tampoco de ninguna otra forma. Sólo se dedica a reproducirse y poner huevos, como otras especies de su familia (los satúrnidos), entre los que se incluye también el pavón nocturno y las mariposas atlas e isabelina.

Una polilla lunar.
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Y sus alas no sólo tienen un sentido estético, sino también defensivo: para protegerse de los murciélagos, giran en pleno vuelo y desorientan los sentidos de sus depredadores, consiguiendo habitualmente escapar.

De acuerdo con el Departamento de Conservación de Misuri, “quienes coleccionan mariposas y polillas consideran estas impresionantemente hermosas polillas como algunos de sus más preciados especímenes.