El tiempo que los niños pasan frente a una pantalla puede tener efectos negativos a largo plazo, volviendo imperativo para los padres regularlo y enseñarles sobre estas actividades de forma que el uso de dispositivos no afecte su desarrollo. La comunicación de padres e hijos en éste sentido es clave, así como practicar las mismas conductas que los tutores esperan que los menores repliquen con el tiempo.

El tiempo que los niños pasan frente a las pantallas importa, pudiendo afectar sus capacidades cognitivas cuando crecen. Esas fueron las conclusiones de un reciente estudio, por lo cual expertos dan recomendaciones sobre el tiempo que es apropiado exponer a los niños a teléfonos, computadores, televisores y videojuegos, dependiendo de su edad.

Con motivo de dicha investigación, publicada en JAMA Pediatrics, Forbes explica cómo los padres pueden abordar esta problemática con sus hijos.

Lo principal, afirman los especialistas, es la comunicación. Por sobre todo, es necesario no sólo conversar con los niños sobre el uso que hacen de las pantallas, sino también predicar con el ejemplo y regular la propias prácticas de forma que los menores imiten las conductas beneficiosas.

“Muchos niños quieren hacer lo que la gente que más aman en sus vidas están haciendo. Los padres pueden descubrir que reducir su propio tiempo frente a las pantallas puede llevar a que sus hijos hagan lo mismo”, recalca el Dr. Jacob Holzma, psicólogo clínico infanto-juvenil del Hospital de Niños de Colorado, Estados Unidos.

Asimismo, respecto de la comunicación, sostiene que “ayuda pensar sobre cómo puedes ser consistente con los tiempos en la pantalla mientras mantienes conversaciones tranquilas sobre poner límites”.

Otra vía, indica, es buscar alternativas para pasar tiempo juntos sin dispositivos, como actividades familiares al aire libre o haciendo deporte con amigos.

¿Cuánto tiempo debo permitir a mi hijo estar frente a la pantalla?

Para responder a esta pregunta, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) dividió sus recomendaciones en cuatro rangos etarios, según la evidencia disponible respecto del tiempo apropiado para cada edad.

Menor de dos años

En los primeros años, la AAP sugiere un tiempo muy limitado frente a la pantalla, salvo por el uso de videollamadas. Es desde el mes 18 que la asociación sugiere mostrarles contenido de calidad apropiado para su desarrollo inicial, y sólo con adultos presentes para conversar con ellos sobre lo que se está viendo.

Desde los 2 a los 5 años

A esta edad se recomienda limitar su tiempo de uso a una hora diaria, todavía bajo el ojo atento de sus tutores. Específicamente, la AAP sugiere mostrarles contenido “interactivo, no violento, educativo y pro-social”.

Desde los 5 a los 8 años

Desde aquí, se sugiere a los padres y cuidadores monitorear el uso de los dispositivos para asegurarse de que no están afectando otras actividades, incluyendo el sueño y el ejercicio, observando con cuidado la idoneidad del contenido que están viendo los menores.

Sin embargo, según Forbes no existe evidencia científica que permita sugerir un tiempo máximo diario para el uso de dispositivos, por lo cual esto queda a criterio de las familias.

9 años o más

Finalmente, pasada esta etapa, el enfoque vuelve a la comunicación de los padres con sus hijos, manteniendo un constante diálogo sobre los contenidos que están consumiendo.

Los peligros detrás de la pantalla

Según el mencionado estudio, un tiempo descontrolado frente a las pantalla puede causar daño cognitivo que es notorio tras algunos años, debido a que las funciones que se están desarrollando durante su infancia temprana se ve afectada por su entorno.

Ahí el problema radica en que el contenido de estos dispositivos está diseñado para cerebros de mayor edad, por lo cual los niños no lo procesan de la forma correcta y esto daña las vías sensoriales de sus cerebros.

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Otros problemas asociados al uso excesivo de los dispositivos incluyen el aumento de peso, según fue observado en un estudio publicado en 2017 en la revista Pediatrics, lo cual estaría vinculado a conductas alimenticias distorsionadas. Por ejemplo, cuando los niños comen fuera de horario mientras miran televisión, o se ven persuadidos por comerciales sobre comidas y bebidas poco saludables, así como alteraciones en sus horarios de sueño.

A esto se suma una baja de la actividad física, lo cual fue reportado por un estudio publicado en 2022 en JAMA Pediatrics el cual concluyó que “una intervención que reduzca el tiempo de los niños frente a las pantallas resultó en un sustancial aumento en la participación de los niños en actividades físicas”.

Los ya mencionados problemas de sueño también fueron documentados científicamente en Pediatrics, y Acta Pediatrics. En el primero de estos estudios, reporta Forbes, concluyó que el sueño se ve afectado si los niños se ven expuestos a este contenido antes de ir a dormir, o cuando tienen una televisión o teléfono en sus habitaciones. El segundo sugirió incluso que el tiempo que usan estos dispositivos durante la tarde puede afectar los horarios nocturnos de los infantes.

Finalmente, está el aspecto del desempeño escolar, respecto del cual un estudio publicado en 2019 en JAMA Pediatrics advirtió que puede verse afectado negativamente si los adolescentes ven demasiada televisión o juegan muchos videojuegos.

Sin embargo, matiza el Dr. Holzman ante Forbes, “muchas formas de tiempo de pantalla son educativas en su naturaleza o benefician los vínculos familiares. Por ejemplo, revisar los libros disponibles en tu biblioteca local o buscar un restaurante donde ir a comer pueden ser formas en que los niños usen las pantallas para efectos positivos”.

Asimismo, recuerda que en la actualidad los dispositivos son necesarios para mantenerse conectados con el mundo y aprender sobre éste. La clave está en enseñarles cómo utilizarlos de la mejor manera.