“El futuro de la humanidad no va a ser acá en la Tierra“, señala tajante a BioBioChile la astrónoma y Premio Nacional de Ciencias Exactas, María Teresa Ruiz, cuando explica los alcances del nuevo exoplaneta encontrado esta semana con datos recogidos en Chile.
“La astronomía ha logrado establecer que nuestro Sol tiene una biografía igual a la de cualquier ser vivo, en que cuando se le acaba el combustible fallece. Con eso, la vida en la Tierra sería bastante inviable”, afirma.
Próxima b consiste en una masa rocosa un 30% más grande que nuestro planeta. “La primera gracia que tiene es que gira en torno a la estrella más cercana que tenemos, que se llama Próxima Centauro“, explica la doctora Ruiz.
“Otra de las cosas que llama la atención es su órbita, que es de 11 días y que su movimiento es similar a nuestra Luna, en el sentido que mantiene siempre la misma cara mirando hacia el sol, por lo que las estaciones serían diferentes”, añade.
¿Qué tan difícil es viajar a Próxima b?
“Si hubiese alguien allá, le podríamos mandar un Whatsapp y lo recibiría en 4 años más. Serían 8 años para tener una respuesta. Nos parece atroz, pero es maravilloso en el contexto del universo donde las distancias son tan, tan grandes”.
Así, la doctora explica la distancia de 4 años luz a los que se encuentra el nuevo planeta, un trayecto que con la actual tecnología sólo se podría recorrer en decenas de miles de años. “Está fuera del alcance, pero si alguna vez podemos llegar a algún lado, va a ser allá”.
¿Cómo hacen para mirar tan lejos?
La investigadora explica que no se trata de objetos que sean visibles a simple vista ni tampoco con un telescopio. Próxima b nunca ha sido visto, pero sí detectado a través de las fluctuaciones de energía que deja su movimiento y luminosidad.
En este caso, se utilizó el espectrógrafo HARPS, instalado en el Telescopio de 3,6 metros ESO en el observatorio La Silla, en la Región de Coquimbo. Se trata del instrumento más exitoso a la hora de cazar exoplanetas de tamaño pequeño.
Chile: clave en lo que viene
Nuestro país seguirá siendo escenario de relevantes observaciones para conocer más sobre Próxima b. El siguiente paso es determinar si tiene agua en estado líquido, una atmósfera para que el agua no se evapore y un clima habitable.
Para ello, en el norte de Chile se hará uso de los proyectos E-ELT (European Extremely Large Telescope) y Gigante de Magallanes. El primero de ellos contará con un espejo de 39 metros de diámetro, mientras que el otro alcanzará los 25 metros.
“Esto es como pescar: mientras más grande la red, más peces. La gracia de tener un espejo más grande es que vas a poder interceptar más fotones de ese objetito allá lejos que apenas emite luz“, explica Ruiz.
“Es genial que podamos dar esta noticia desde Chile”, agrega la doctora, quien además dirige el Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines, entidad que financió la investigación que en Chile estuvo a cargo de James Jenkins, de la Universidad de Chile y Andrés Jordán, de la Universidad Católica, quienes actuaron en una amplia red de astrónomos a nivel mundial denominada Pale Red Dot (Punto rojo pálido).
“Es un grupo súper activo y yo creo que Chile debería estar orgulloso de tener ciencia como esa, que va realmente marcando el paso y abriendo nuevas fronteras“, recalca la doctora.
“Estamos buscando una nueva casa para la humanidad”
El hallazgo de Próxima b se suma al de otros exoplanetas que han sorprendido a los astrónomos por sus condiciones. Se sospecha que algunos de ellos tienen el medioambiente necesario para albergar vida, lo que se resume en 2 exigencias mínimas: una masa de 1 a 10 veces la Tierra, que le permita tener la gravedad suficiente para sostener una atmósfera, y no estar ni muy lejos ni muy cerca de su estrella, de modo que el agua pueda mantenerse en estado líquido y no se evapore ni se congele.
En Próxima b, por ejemplo, uno de las situaciones que podrían impedir la vida, son los poderosos rayos cósmicos a los que se expone al estar relativamente cerca de Próxima Centauro. “En la Tierra, contamos con un escudo que es el campo electromagnético, que no sabemos si existe en este nuevo objeto. Al humano, eso le destruiría el ADN”, advierte Ruiz.
Potencial habitable
La Universidad de Puerto Rico se encargó de organizar un catálogo de planetas en la zona habitable, donde Próxima b es por lejos el más cercano, con un índice de similitud con la Tierra (IST) de un 87%.
El siguiente en la lista por su cercanía es el Tau Ceti e, un exoplaneta cuya existencia aún no está confirmada, pero todo indica que se encuentra a 12 años luz, con una masa de 4,3 veces la Tierra. Su órbita sería de 178 días y su similitud con nuestro planeta alcanzaría un 78%. Luego, existen otros con 13 y 14 años luz de distancia.
Puedes ver aquí el listado completo (en inglés)
El más lejano es el Kepler-443 b, una mole de hasta 19,5 veces el tamaño de la Tierra y ubicado a 2540 años luz. Su índice de similitud es del 71%.
En dicha lista, el exoplaneta más parecido a la Tierra es el Kepler-438 b. Con un índice de similitud del 88% y a 473 años luz de distancia, fue confirmado en enero de 2015 tras observaciones realizadas con el telescopio espacial Kepler. Tiene una órbita de 35 días y se estima que su temperatura media es de 37°C. Su tamaño, en tanto, es un 12% mayor al de nuestro planeta.
Lamentablemente, la alta radiación a la que está sometido, haría imposible el desarrollo de la vida.
“A los astrónomos nos encanta conocer otros planetas, porque así podemos entender cómo funciona nuestro propio sistema solar. No sabemos si algún día va a cambiar su órbita o quizás qué comportamiento desconocido pueda tener en el futuro”, dice la doctora.
La investigadora destaca que se podrían detectar fluctuaciones como la “huella de clorofila” que se aprecia en la Tierra si se mira desde lejos, o la creación de ozono, indicadores que permitirían determinar si algo vivo se encuentra en esos lugares.
La “cercanía” de Próxima b, alimenta las esperanzas.