Una verdadera aventura artística en la capital de la Región de los Ríos inició la cia. Cuarentena Escénica, integrada por cuatro ex alumnos de la Escuela Teatro Huellas de Quilicura.

Pero las dos actrices y los dos actores santiaguinos que formaron el colectivo nunca imaginaron que, recién llegados, en febrero-marzo, tendrían que replantear su quehacer teatral, debido a la pandemia.

Así, a toda velocidad, Débora Fernández (25), Agustín Soria (20) y la pareja formada por Isidora Campos (20) y Alex Saveuc (30) decidieron enfrentar el encierro formulando y resolviendo diversas interrogantes.

Ya exhiben algunos buenos resultados: cuatro o cinco “cortos teatrales” (5 a 20 minutos), agrupados en la Trilogía Marginal, versiones de “Isabel desterrada en Isabel”, “Sin motivo aparente” y “El loco y la triste”, todas de Juan Radrigán.

Y muy luego subirán a las redes sociales, siempre en formato teatral-audiovisual, la canción “Otra voz canta”, de Daniel Viglietti, y el poema “Desaparecidos”, de Mario Benedetti.

“Para nosotros el teatro es un modo de vida, y así como la situación de crisis nos cambió el panorama, también nos incentivó a buscar otras formas escénicas”, afirma Agustín, al iniciar esta conversación grupal.

Historias en dos ciudades

¿Qué hay de personal y artístico detrás de la decisión de vivir en Valdivia?

ISIDORA: “Cuando Alex y yo decidimos vivir en Valdivia lo hicimos pensando en el desarrollo de nuestro arte. Empezamos con talleres gratuitos, suspendidos por la pandemia… Lo que queremos es generar un espacio propio, formular proyectos y desarrollar nuestra carrera teatral”.

AGUSTÍN: “Con Débora veníamos de hacer teatro callejero en Santiago, y a Valdivia llegamos con la idea de continuar, considerando que es una ciudad turística y que el teatro es una alternativa. Pero la pandemia nos hizo crear una organización colectiva para cultivar nuestro arte y tener un sustento laboral”.

Cuarentena Escénica
Cuarentena Escénica

DÉBORA: “Durante tres años hicimos teatro en el transporte público, presentaciones de diez minutos, entre otros títulos, “La negra Ester”, de Roberto Parra: con vestuario, maquillaje y música… Nos iba bien, generábamos alegría en la gente”.

¿Fue rápida la decisión de irse a Valdivia?

DÉBORA: “Ya sabíamos que Isidora y Alex estaban allá y teníamos ganas de hacer teatro fuera de Santiago. Teníamos donde llegar”.

AGUSTÍN: “Nos fuimos con el deseo de potenciar lo que hacíamos en Santiago… El coronavirus cambió por completo el panorama, pero el teatro sigue siendo un modo de vida para nosotros, necesitamos comunicarnos con la gente”.

Radrigán en la retina

¿Mezclar teatro y cine responde a una discrepancia con el teatro actual?

DÉBORA: “Más que una propuesta contraria, tomamos lo que aprendimos en la escuela y sumamos lo que nosotros hacemos. Esta vez elegimos a Juan Radrigán, porque es un autor común entre nosotros”.

ÁLEX: “Nos atrae su dramaturgia, porque llevó a la primera línea la marginalidad y a personajes olvidados… Él les da la importancia que tienen. El teatro, además de ser un arte, busca generar conciencia, reflexión y política.

“Partimos con ‘Isabel…’, porque ella dibuja la esencia de nuestro encierro por la pandemia, luego seguimos con otros personajes, El Huinca y Eva de ‘El loco y la triste’. Nos descolocaba lo que le pasaba a Isabel: sentirse fuera de la sociedad, no tiene casa, no sabe si comerá… Nos ocurría lo mismo con las informaciones sobre el virus, no hay certezas.

“Con la cuarentena se acentúa mucho más la sensación de encierro, pero no dudamos de estar en Valdivia: aquí se vive de una forma distinta… Todos los videos los grabamos en el patio de la casa y en sus alrededores”.

Sentidos y metodología

¿En qué basan el trabajo creativo y técnico del grupo?

AGUSTÍN: “Como objetivo artístico buscamos una forma de entregar el extracto de la obra experimentando en cine. Ese conocimiento lo hemos ido obteniendo estando acá.

“Usamos lo que tenemos: la cámara del iphone 6 y editamos en un computador, lo que nos permite una calidad media buena; utilizamos nuestro maquillaje y la escenografía la levantamos con elementos de la casa.

DÉBORA: “En nuestro primer acto de ‘El loco y la triste’ hablamos del sueño de los personajes; en el segundo acto, cómo viven la soledad y la muerte. Usamos fondo negro para destacar el texto, que se comprenda la historia, con lo visual como complemento. El juego auditivo lo asumimos tal cual se hace en radioteatro”.

Comparten todos los roles en la producción…

ISIDORA: “La idea es no cerrarle la creatividad a la otra persona. Lo que hacemos nació de todos. Si nos hubiésemos encasillado en roles desde el inicio habríamos bloqueado nuestra creatividad. Agustín edita, confiamos en él, pero todos nos ayudamos.

“Nos conocemos desde la escuela y hay mucha confianza entre nosotros, en nuestro trabajo. Nos enseñaron a trabajar así: cien por ciento comprometidos, concretos y certeros”