Ignacio Peralta, dramaturgo: "En Perro Muerto habla una generación que nació en democracia"

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Un tono lúgubre, con ironías y humor negro bien elaborado tiene esta propuesta. Habla de las huellas de la dictadura en la generación post 2000. Lo hace a partir de una gestión funeraria para un oficial del ejército, torturador que se suicidó para eludir la justicia.

Aceptar o rechazar la petición de la hija del ex uniformado fallecido, que defiende y justifica el accionar de su padre, es la base de una discusión familiar, comercial y ética entre quienes administran esta funeraria al borde de la quiebra.

La obra es la última etapa de Trabajos de Mierda de la cia. Nuevenoventa (Estos días y Mutuo (des) acuerdo de las partes). La trilogía se concibe como “una crítica social y una reflexión sobre la memoria histórica” que, en Perro Muerto, subraya cómo “el trabajo afecta la sensibilidad humana” en medio de la precarización económica.

Crear caminos escénicos distintos a la extensa lista de montajes existentes sobre el período más oscuro de la historia del país (1973-1989) fue, entonces, el objetivo del grupo.

Pero, como los integrantes de la compañía no son testigos directos de esa etapa -promedian 24-25 años, con una excepción de 30- , tomaron una interesante decisión: sugerir formas de interpretar estos hechos desde la creación artística, un aporte a la historia social del país.

Un camino tortuoso, porque la dramaturgia asume el desconcierto y la dificultad de entender hechos controvertidos, aparentemente simples. Y que, además se traducen mediante un lenguaje coloquial en escenas donde lo cotidiano dialoga, incluso, con un extraño paseo funerario y una discusión sobre situaciones económicas precarias.

“Abordar este tema desde el punto de vista de una generación que nació en democracia”, que quiere entender “cómo hemos vivido los efectos de la dictadura”, a partir de “las huellas en nuestras vidas” es el objetivo de la obra, comenta Ignacio Peralta, dramaturgo y codirector con Sofía Guiraldes de Perro Muerto.

Abordar lo que se calla

¿Qué te parece que a personas antidictadura le cansa que el teatro insista con este tema?

“Bueno, compartimos en parte ese cansancio, porque parece una pauta hablar de la dictadura, porque ya sabemos qué textura va a tener y lo que tenemos que pensar. Y eso lo encontramos poco interesante en lo estético y peligroso en lo político.

“Nosotros, que somos personas de izquierda, que sentimos el tema como un compromiso ideológico, lo abordamos desde un punto de vista generacional, de personas que nacimos en democracia.

“Partimos por preguntarnos no por las causas, sino cuáles son las huellas de la dictadura en nuestras vidas, cómo hemos vivido sus efectos. Y plantear esas cuestiones desde el humor negro más o menos instintivo”.

Ninguno de ustedes vivió la dictadura…

“No. Nuestra experiencia se alimenta de los relatos de terceros, de gente mayor que nosotros. No es una información de primera mano, entonces tenemos que imaginarnos, fabular e intuir mil cosas. Ahora abordamos lo que callamos, lo que no terminamos de entender, ya sea porque es muy doloroso, inconveniente o vergonzoso.

“La memoria sobre la dictadura está super atravesada por todo esto, por lo que, volviendo a las recetas que conocemos, no podríamos hacernos una imagen muy concreta de esta historia”.

Las huellas que mencionas suenan como algo traumático…

“Sí, totalmente. Es una premisa que trabajamos muy concienzudamente en la dramaturgia y en el trabajo actoral. Junto con Sofía, la codirectora, le pedimos al elenco que cada uno inventara un secreto a su personaje y que pensara en formas de trabajar ese secreto en la escena.

“En la obra aparece un cajón mortuorio que no se puede abrir, que no se sabe qué hay adentro; hay una historia ambigua entre el fallecido dueño de la funeraria y el torturador… Todo es medio extraño… Percibimos los efectos de estas situaciones, pero no terminamos de entenderlas. Eso lo asumimos como la relación de nuestra generación con la dictadura”.

Diversas posturas

Y eso incomoda mucho, provoca una alteración, desconcierto… ¿Cómo lo asumió el elenco?

“Sí, sí. A nivel dramatúrgico presenté un argumento con la textura y universo de la obra. Sobre esa base fuimos discutiendo cómo reacciona cada personaje cuando una hija solicita un funeral para su padre, un torturador…

“En torno a esta cuestión bastante básica y humanitaria decidimos que los personajes adoptaran distintas posturas, como en un debate… Algunos lo aceptaban, otros lo rechazaban. Y que todas las alternativas tuvieran algo de razón, más allá de compartirla o no.

“Y que cada uno debía entender y defender ese argumento. Por ejemplo, ¿cómo discriminar a alguien que ha muerto? Eso nos pone en un lugar mucho más difícil”.

¿Surgieron muchas contradicciones, les interesó profundizar en las alternativas más que dar una respuesta?

“Hasta ahora no sé cuál es la posición real de cada uno de los integrantes del elenco. En función de la obra, discutimos arduamente todos nuestros temas en un juego de roles, con posiciones a favor o en contra.

“Discutimos sobre la vigencia de estos temas y al enfrentar las grandes disyuntivas no hubo posiciones radicales, sí matices en uno y otro sentido… Quizá la mayor contradicción o preocupación que tuvimos fue ante la sugerencia de abordar el tema con humor negro”.

Con ojos de hoy

“Si bien creemos que el humor, sobre todo el humor negro, tiene la posibilidad y la potencia de problematizar temas naturalizados, nos preocupaba que se percibiera como una falta de respeto. Nuestra idea no era banalizar la memoria de un muerto, sino mirarla con ojos de hoy”.

Ustedes hablan también de la presencia de la crueldad en la obra.

“Pusimos el ojo en la crueldad -torturar, hacer desaparecer personas- que en la obra está en el monólogo de la hija del torturador. Era importante no banalizar este aspecto para que no pareciera que los milicos actuaron porque solo era gente mala. Ellos tuvieron razones para hacer lo que hicieron, más allá de creer que esas razones son válidas.

“No lo son, pero era importante no debilitar en la obra ese argumento, para lograr entender como alguien puede llegar a hacer cosas tan horribles como torturar o hacer desaparecer personas.

“Me refiero al concepto de estado de guerra y qué significaba esa idea para quienes son profesionales de la guerra: doblegar, matar al enemigo. Lo vimos en la obra como argumento de quienes defienden que el ejército actuó así como parte de su función pública”.

Perro Muerto

Dramaturgia: Ignacio Peralta
Dirección: Ignacio Peralta, Sofía Guiraldes
Elenco: Cía. Nuevenoventa
Panchi Celis, Aníbal Gutiérrez, Sofía Guiraldes, Julieta Lorenzo, Nibaldo Maturana, Felipe Valenzuela
Diseño Integral y técnico iluminación: Matías González
Voz y locución: Felipe Corrales
Técnico en sonido: Ignacio Peralta
Producción: Sofía Guiraldes, Valentina Nassar

Teatro Ictus
Merced 349, Barrio Lastarria, Santiago.
Jueves, viernes y sábado, 20.00 horas.
Entradas www.ticketplus.cl.
Hasta el 13 diciembre 2025.