Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
En el Teatro UC se presenta "La Música de Diana" del Colectivo Natuf, basada en la vida de Diana Arón, chilena de origen judío que tras apoyar a Israel, vivió una transformación al ver el trato a palestinos. Detenida por la DINA, fue torturada y luego desaparecida. La obra, centrada en el duelo judío por Diana, aborda temas de identidad, memoria y violencia, con un enfoque femenino y de reflexión sobre el presente. Invita a la empatía y al diálogo buscando lo común. El elenco incluye a Shlomit Baytelman, Alejandra Díaz Scharager, Eleonora Coloma Casaula y Simona Ibarra.
En el Teatro UC (Jorge Washington 24, Ñuñoa), se está presentando La Música de Diana. Una profunda reflexión que hace el Colectivo Natuf, conformado por chilenos de origen judío o palestino, a partir de la vida de Diana Arón. La función de este miércoles 1 de octubre irá completamente a beneficio de Gaza.
Diana Arón
Esta joven chilena de origen judío partió, muy joven, a apoyar a Israel durante la Guerra de los Seis Días. Ella era sionista, y su compromiso era incuestionable. Pero cuando llegó a Israel la guerra había concluido. Además, ella se enfermó de Tifus, posiblemente llevado desde Chile.
Diana Frida Arón Svigilisky (Santiago, 15 de febrero de 1950-Villa Grimaldi, 10 de enero de 1975) fue hospitalizada, posiblemente en un recinto para personas y casos marginales, como esa enfermedad en Israel. Entonces, vio cómo se trataba en Israel a los “otros”, en especial a niños palestinos.
Luego de esa experiencia, de pocos meses, Diana regresa a Chile con la mirada completamente cambiada. Entra a estudiar Periodismo en la Universidad Católica y posteriormente se integra al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario). Hizo su práctica en Canal 13, de la Universidad Católica, y trabajó en la revista Onda, de la Editorial Quimantú, y en El Rebelde, del MIR.
Fue detenida por la DINA (operativo en el que participó Osvaldo “Guatón” Romo) el 18 de noviembre de 1974 y, al intentar huir, recibió cuatro impactos de bala. A pesar de las heridas, que habrían comprometido un pulmón y el riñón, fue llevada a Villa Grimaldi, donde fue torturada por Miguel Krassnoff. Esto último fue testificado por “La Flaca” Alejandra (Marcia Merino), quien afirmó que Krassnoff, con la cara desencajada y las manos ensangrentadas, gritaba: “marxista, y además judía”.
La música de Diana, Colectivo Natuf
La música de Diana
Cuatro mujeres, de distintas edades, se reúnen para realizar la Shiva o Shiv´ah, rito de duelo judío que dura siete días, de Diana, desaparecida en 1974. Con material de archivos, fotos, testimonios de personas de sus círculos cercanos, muchos de ellos obtenidos en conversaciones por Zoom durante la pandemia, se va configurando una atmósfera íntima y profunda. De compañerismo. Porque a la historia de Diana se van sumando las vivencias, pensamientos y sentimientos de cada una de estas mujeres.
Así, van planteando preguntas que resuenan y perduran ¿Cómo se despide un cuerpo sin ese cuerpo? ¿cómo ser judía hoy? ¿cómo sería y qué estaría haciendo Diana hoy? Y temas como quién tiene la propiedad de la memoria.
“No quiero que su memoria sea más mía que suya”, dice una de las mujeres en la obra.
La memoria, las creencias profundas, lo que define nuestras identidades -colectivas como individuales- son temas que resuenan, que están en la base de esta obra y nos interpelan.
La música de Diana es una obra profundamente femenina. No solo por tener cuatro mujeres en escena y otra en la dirección. O que la gran mayoría del equipo sean mujeres.
Hay algo en la forma de compartir, de hacer la Shiva, de mostrarse cada una sin competir, respetando espacios y diferencias. Un espacio que es más mosaico, diversidad, que imposición, hegemonía. Sin que eso no deje entrever conflictos, tensiones. Es un espacio donde se abordan temas duros, violencias y crímenes. Sin embargo, poco a poco, aflora el hecho que no hay testosterona, deseos por imponer sino más bien de compartir, de poner en común y coexistir, de acoger.
La música de Diana no es pasado. Es traer el pasado para cuestionar nuestro presente y nuestra participación en el hoy. Así, por ejemplo, Shlomit Baytelman habla de su ser judía, de sus padres y el haber nacido en Israel. Como de lo que es para ella ser judía ante el genocidio en Gaza.
Esta obra es un respiro, hondo, profundo, doloroso a ratos, que permite airear ideas, sentimientos. Y, en especial, es una invitación a la empatía, a conversar y buscar lo común, lo que nos une, en este caso, con esas cinco mujeres en escena (incluida Diana, aunque estemos distantes de sus ideas políticas).
La música de Diana, Colectivo Natuf
La música de Diana
Creación e Investigación: Colectivo Natuf
Dirección y dramaturgia: Andrea Giadach
Elenco: Shlomit Baytelman, Alejandra Díaz Scharager, Eleonora Coloma Casaula y Simona Ibarra
Dirección Musical: Eleonora Coloma Casaula
Diseño integral y Jefa Técnica: Rayen Morales Cayupan
Asistente de dirección: Christian Godoy Hernández
Composición canción “Educar”: Simona Ibarra
Diseño y realización de proyecciones: Cristina Hadwa y Rayen Morales Cayupan
Diseño Sonoro: Javier Jaimovich
Asistente de Diseño Sonoro: Nicolás Jara
Producción: Christian Godoy Hernández y Alejandra Díaz Scharager
Fotografías y Registro Audiovisual: Nicolás Calderón
Comunicaciones: Loica Cultura Comunicaciones
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