El libro Oink, de Paul Seaquist, reúne 47 cuentos breves que provocan, que desconocen límites, que cuestionan acuerdos sociales básicos de convivencia. Que tal vez dicen lo que muchos callan…

“Para mí carecen de importancia. Como la mayoría de las cosas. Incluso la infidelidad, que al final no es más que un devaneo pasajero como la imprudencia, como la homosexualidad.” (A reina muerta…, pp 90)

Llena eres de gracias

Este cuento, el primero, da, desde la primera frase, el tono que, con mayor o menor intensidad, tendrá casi todo el libro.

“Acabo de matar a mi madre. La maté por puta. No fue difícil. Lo hice como se mata a los perros.” (Llena eres de gracia, pp 17)

Llena eres de gracia no se queda ahí. Va más allá. Y mucho más allá. Puede provocar, como en mi caso, rechazo y asco.

Cuentos de horror

Paul Seaquist plantea un mundo paralelo. De un horror dado por la brutalidad aplicada de manera directa, sin aspavientos, sin descripciones truculentas. Por actos que, en su descripción, no se diferencian a colgar un cuadro o ir a comprar a local de la esquina.

Uno donde los asesinatos, intercambiar o vender -en un comercio ilegal, pero no tanto, como una especie de “mall chino”- a la esposa o empalar al vecino parecen parte de la cotidianidad. Cosas que se hacen porque sí, de manera banal.

Oink va introduciendo al lector -si logra pasar la barrera de los primeros relatos- en un mundo sin límites. Donde la cultura -esa que impide cierta brutalidad y menosprecio por el prójimo- no tiene cabida. Solo importa cada cual, con niveles de individualismo exacerbados, que ponen en cuestión la vida actual. La de nuestras sociedades como la propia.

De cierta forma, a través de ese horror planteado de manera plana, como algo que pasa y frente a lo cual nada se puede hacer, Seaquist hace reflexionar sobre el mundo actual y su posible futuro. Un futuro sin sueños, donde las decisiones -las que importan- se toman en un lugar que se desconoce.

Un mundo donde nada importa

“De acuerdo con la información recibida, la mitad del mundo ha sido destruida. La mayoría de los canales de televisión no transmiten otra cosa desde hace horas.” (¡Último minuto!, pp 146)

Oink, de alguna manera, muestra un mundo donde nada importa. Donde todo, incluida la propia vida, carecen de importancia. Las cosas sucederán igual y cada cual nada puede hacer para cambiarlas.

“Mi mujer por fin terminó por suicidarse”. (No te pierdas, pp 136)

Oink está dividido en cinco secciones de cuentos. Relatos que, si bien funcionan en forma independiente, se van entrelazando. Van generando una atmósfera que atrapa, aplasta, agobia. Un mundo que se puede hacer adictivo -en este vértigo por saber hasta dónde llegará- y excesivo al mismo tiempo. Un libro para el que hay que tener estómago y distancia, a menos que uno se sienta interpretado…

Un libro enfermizo que deja una sensación de vacío sobre el futuro.

Portada de Oink
Zuramérica Ediciones

Oink

Paul Seaquist
Zuramérica Ediciones & Publicaciones S.A.

Santiago de Chile, febrero de 2023