Precisamente el mayor riesgo es el agua. Luego el paso del tiempo y esta realidad tan líquida para quienes intentan hacer análisis definitivo en mitad del azar y la tormenta. Si es por eso, mejor aventurarle más larga vida a la poesía lírica que al ensayo. Menos inmediata y más urgente. A salvo del inmediatismo. Mejor un Jorge Teillier, su poesía lírica y su clarividente Poema al Mar. Si es por hablar de Chile. Como ocurre con algunos ensayos.


Por Marcel Socías Montofré

O tal vez un Roberto Bolaño en su “Nocturno de Chile”. Ni hablar de las cartas de Gabriela Mistral opinando sobre contingencia política. Universal por atemporal. O las canciones de la Violeta Parra para comprender el Chile profundo.

El más desgarrado por la pobreza.

O la gélida y exquisita ironía de su hermano Nicanor con lo que resulta ser un mero artefacto del Chile académico:

“Creemos ser país y la verdad es que somos apenas un paisaje”.

La manera de comprender Chile en lo pasado, lo posible, lo inmediato y lo que logra proyectarse en el tiempo. Un relato propio de la experiencia y observación personal que logre trascender el apuro -cierta ansiedad- por escribir y contar pronto la exclusiva.

Desde la Cuevas de Altamira esa necesidad de dejar la firma inmediata para ver –para tantear- quién entiende a futuro. Pero no siempre resulta como en Altamira.

Y es precisamente en lo inmediato donde posiblemente conviene darse un tiempo para leer, ver, apreciar, escuchar, observar y asistir a la producción de obras relacionadas con el estallido social en Chile.

Muchas de ellas a través del arte más simbólico. Alegoría de percepciones propias y ajenas. Otras al estilo de un ensayo, como “El Jaguar ahogándose en el Oasis”, del abogado y analista político José Ignacio Cárdenas Gebauer (Editorial Zuramérica).

Todas -en todo caso- tratando de explicar Chile. Como si fuera posible que al pez le explicaran lo que es el agua y lo que es un acuario. Difícil cuando se trata de no errar en el pronóstico de una realidad tan líquida.

“En definitiva ese jaguar chileno que algunos creen haber creado se ahoga en un oasis inventado por otros”, como plantea Cárdenas, J.I.

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Precisamente por lo planteado por Nicanor Parra: “creemos ser país y la verdad es que somos apenas un paisaje”.

La diferencia es que la frase de Parra se aplica de manera atemporal.

El problema de Cárdenas, J.I. es escribir sujeto al tiempo. Un análisis que a partir de la observación inmediata pierde sentido cuando luego entramos en la era del Big Data y un Byung-Chul Han que nos habla de una realidad que no es nueva, pero sí bastante alterada por la pandemia y lo impredecible del post neoliberalismo.

El factor azar y saber que “el observador altera lo observado por el mero hecho de observar”, como se diría en física cuántica, materia de la que el hermano de la Violeta Parra -Nicanor- como buen matemático era bastante aficionado.

Pero de regreso al “Jaguar ahogándose…”, se agradece sin duda la rigurosa y abundante provisión de datos para la causa. Los del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, The Work Economic Forum, del archivo del Congreso Nacional y hasta de la BBC Mundo.

Con esos datos se construye una buena crónica. La inmediata. No la que resiste el paso del tiempo. Porque si bien es elogiable la detallada descripción del modelo económico -los treinta pesos, el torniquete y los treinta años-, lo difícil es aplicar la mirada más holística, donde se consideran más variables.

Incluso la variable pandemia, que cambió la realidad y la sigue cambiando -día a día- desde Chile a un mundo cada vez más ancho y ajeno, como diría Ciro Alegría y como también difícil resulta aprehenderlo en este momento.

Y es finalmente ahí donde concluye la percepción que deja leer “El Jaguar ahogándose en el Oasis”. Dar por hecho una suma de hechos que no habrían de terminarse una vez que el libro pasara de la imprenta a las librerías.

Es difícil escribir contra el tiempo. Misión de maestros que sólo algunos escritores logran sortear bien, como Roberto Bolaño. Mientras se consumía por la dolencia hepática degenerativa, seguía escribiendo. Poco antes de morir dijo en alguna entrevista que lo suyo era escribir como quien escribe “con una pistola contra la nuca”. Porque no hay tiempo. Porque murió a los pocos meses.

Pero ese hándicap sin duda no es el mismo de Cárdenas. Para nada. Cárdenas contaba con más tiempo para escribir el libro. Buscar la proyección en el tiempo, como sí lo logró Roberto Bolaño. Y si bien no es lo mismo la prosa que el ensayo, cuando se trata de explicar Chile siempre es bueno hacerlo sin apuro, con calma, sin sentir que se escribe con una “una pistola contra la nuca”.

Ni jaguar ni oasis. Apenas otro buen intento. Y eso sin duda se agradece de Cárdenas, J.I. La valentía de seguir publicando libros en Chile.

Y a propósito de la pregunta en la página 121 del libro: “¿por qué ocurrió esta rabia, esta explosión sincera en un país que se supone era el modelo de Latinoamérica? El jaguar, el oasis…”.

“La respuesta –opina Cárdenas- es simple pero rotunda: nos quedamos dormidos, confiando al modelo neoliberal la solución de todos nuestros males, sin regularlo, y con la total prescindencia de derechos básicos”.

¿Tan sólo eso? ¿Será posible algo más que una constatación de hechos? Algo con menos datos de la causa y más sustento. Como por ejemplo darse cuenta que poco sirve el ensayo inmediato cuando todavía “creemos ser país y la verdad es que somos apenas un paisaje”.

A pesar de ciertos intentos y ensayos.

Portada de El jaguar ahogándose en el Oasis
Zuramérica Ediciones

El jaguar ahogándose en el Oasis

Cárdenas, J.I.
Zuramérica Ediciones
(2020)