En la fantasiosa pretensión de alcanzar el “sueño chileno”, sin importar arriesgarse por el peligroso desierto nortino, se basa Huellas, valiosa producción en línea de la cia. El Habitante Teatro (“Canil”), fundada en 2015 e integrada por profesionales del teatro, fotografía, danza y cine.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Con la referencia de un hecho real -una dominicana muerta en el desierto- Huellas demuele las esperanzas de los migrantes de lograr mejores condiciones de vida en un país de crecimiento sobrevalorado, sugiriendo que el espejismo habitual en la zona afecta no sólo a quienes intentan ingresar sin autorización al país.

Esta vez, el director José Pedraza pone en primer plano a la mujer y sus derechos vulnerados, a través de una antofagastina que está detenida, junto a un policía que representa al Estado y a un joven narcotraficante colombiano.

Pero él también los muestra en su dualidad más humana y cotidiana, habitantes que se relacionan, sometidos a condiciones parecidas, obligados a convivir en un territorio inhóspito.

Claro que establecen relaciones cruzadas por el utilitarismo: el guardián de la frontera recluta extranjeros ilegales para recoger información y éstos aceptan pensando en lograr alguna prebenda.

En la propuesta, una adaptación como teatro más íntimo de la que presentaron en el Festival Zicosur en enero, la cámara fija registra una evolución actoral que dota de sentido y emotividad a la entrega.

Huellas, El Habitante Teatro (c)
Huellas, El Habitante Teatro (c)

Aproximaciones

En el pueblo de Colchane (Provincia del Tamarugal, Región de Tarapacá), frontera Chile-Bolivia, se instala este relato, desarrollado desde sus casas por Paulina Moraga, Luis Moreno y Diego Carvajal, más la voz de Daniela Lara y el trabajo del operador técnico Christian Arend

El PDI y El Coyote, doble agente del narcotráfico y de la policía, traman un operativo en una escena inicial, tienen una relación entre distante y amistosa, jerárquica y obsecuente, eso sí, con sus instintos de sobrevivencia en total alerta: la desconfianza nunca desaparece.

Cuando el colombiano se aproxima a María, la antofagastina que está detenida, algunas aristas duras de ellos se diluyen en la conversación, se equiparan los dolores, sin perder cada cual sus intereses: buscar información, salir en libertad.

En ambos, el desierto asoma por sus ojos, retienen la oscuridad de la noche-amanecer, el riesgo y la incertidumbre del viaje que hizo cada uno.

La voz narra desde afuera, en síntesis, una serie de movimiento y acciones de los protagonistas, casi sin inflexión entrega un contexto y un ambiente.

Cuando el PDI dialoga con El Coyote la relación de base no desaparece, pero algo cambia un poco entre ellos, tal vez por ser socios, no querer estar allí si fuera una opción, no poder salir de la función asignada o p0r estar amarrados a lo que son.

Los primeros planos predominan en este montaje, acercamientos físicos del elenco a la cámara para que los rostros hablen, aunque a veces dejan pasar fragmentos del cuerpo y del vestuario que ponen la historia en la realidad de la tierra.

Huellas es una propuesta en sordina del mundo interior de tres personajes, cuyo valor puede medirse por la tremenda dinámica que despliega al situarse en pleno desierto.

Huellas
Via Zoom.
Viernes 14 y 21 de agosto, 20.30 horas.
Aporte voluntario desde $ 2.000 p/p.
Contacto: elhabitanteteatro@gmail.com