“Mi amigo Alexis”, con el gancho de Alexis Sánchez en pantalla, busca claramente llegar al gran público con una historia que combina al astro del fútbol (y protagonista de muchas alegrías para los hinchas), comedia fácil, niños y una historia de penurias y esfuerzos que, como era de esperar, se encaminan no como quieren algunos sino como debiera ser la niñez: soñadora y libre.

Una combinación de comedia de errores y situaciones inesperadas con realidades de precariedad y esfuerzo -la infancia de Alexis Sánchez y la de Tito, el niño futbolista de la actualidad-, como dos historias y enfoques paralelos donde una quiere darle profundidad y contenido a la otra, y la comedia quiere hacer más fácil una parte que podría haber sido dura.

Todo lo anterior con algunos toques de “Karate Kid”, la del maestro (Alexis Sánchez) que quiere formar al pupilo dotado, esforzado y lleno de dudas. Aunque el maestro, claro, es quien es quien…

“Mi amigo Alexis”, en resumen, es una película familiar que entretendrá y, posiblemente, pase sin dejar mucho en el espíritu, en la memoria o en la historia del cine chileno.

La historia

“Mi amigo Alexis” combina la historia de Tito (Luciano González) con Alexis Sánchez.

Por un lado está la infancia de Alexis (Marco Baeza) en Tocopilla, su capacidad de superación, esfuerzo, los amigos, la solidaridad y la ruda pobreza que le tocó vivir.

Por otro lado está Tito, un niño que vive en la ladera del cerro en la comuna de Recoleta, es un gran jugador de fútbol y tiene un padre cesante ex-futbolista frustrado (Daniel Muñoz) que se proyecta en su hijo. Pero Tito tiene dudas sobre ser futbolista, mientras su hermana está en la situación contraria (es buena arquera y quiere ser futbolista). A lo anterior se suma una madre que “para la olla” vendiendo ropa usada en la feria.

Entonces se cruzan las historias, afloran prejuicios y frustraciones, se abren oportunidades y todo termina de una forma no esperada pero con “final feliz”.

Liviana para un público masivo al que no hay que molestar

Alejandro Fernández Almendras hace una película masiva, para todo espectador. No sólo por Alexis Sánchez e incluir un actor querido como Daniel Muñoz. Lo es también porque realiza una película que busca no incomodar a nadie, al punto de resultar liviana en algunas realidades que muestra, poco verosímil.

La dureza de la infancia de Alexis Sánchez queda reflejada en el barrio, la bicicleta sin neumáticos, la madre que le pasa una hallullas sin nada más, unas zapatillas rotas (escenas que rememoran “Historias de fútbol” de Andrés Wood, 1997, donde también actuó Daniel Muñoz). Pero no hay drama, no aparece su familia, no hay conflictos en el barrio, ni alcohol ni drogas.

En el presente, “Mi amigo Alexis” muestra el barrio de Tito como un lugar tranquilo, donde niños y adultos se mueven sin problemas, pero donde en corto tiempo pueden desvalijar un auto, dejándolo incluso sin neumáticos.

Es pobreza digna y sana (en ambas situaciones), para todo público (como si la gente y los niños no supieran lo que pasa, en especial en sus barrios). Como si el tráfico y consumo de drogas y las situaciones de inseguridad, las tensiones en las relaciones, que se viven en forma cotidiana no existieran. O como si no se pudiera hablar de ello en una película familiar.

Un detalle a destacar: el pequeñísimo rol dado a Aldo Parodi (“Johnny Cien Pesos”, “Caluga o Menta”), un homenaje a este gran actor.

Mi amigo Alexis, Fábula (c)
Mi amigo Alexis, Fábula (c)

Alejandro Fernández Almendras

El director tiene muy buenas películas, y en “Mi amigo Alexis” demuestra una gran capacidad para dirigir niños (están muy bien Luciano González y Marco Baeza, entre otros) y personas que no son actores profesionales, sin embargo es de lamentar que la sensibilidad y profundidad para abordar temas, ambientes y personajes populares quede aquí deslavada (en relación a sus tres primeros largometrajes).

Alejandro Fernández Almendras (Chillán, 1971) es un director con películas poco conocidas pero que, en los cinéfilos, dejaron huella.

“Huacho”, la primera, es una cinta que se asemeja a un documental que muestra una familia que vive en el campo, cerca de la ciudad, desde sus tres integrantes (abuela, madre e hijo), desde tres generaciones, mostrando la precariedad material en forma sensible y descarnada. Una cinta conmovedora sobre la precariedad del campo, la vulnerabilidad, los cambios generacionales y un desarrollo que, ahí, llega como consumo.

Le siguieron “Sentados frente al fuego” (otra vez con Daniel Muñoz de protagonista) y “Matar un hombre”, donde profundizó en personajes precarios (ahora masculinos), en ese Chile oculto que no interesa a la “economía” ni las “estadísticas”. Películas de provincia, donde muchas veces el vacío, los silencios, son los protagonistas.

Su último filme, “Aquí no ha pasado nada”, sobre el caso del hijo del ex-senador Carlos Larraín, ya fue un cambio de timón en su obra (en la que da la impresión que aborda un ambiente que no es el suyo). En ella retrató las fiestas -el “reviente”- de jóvenes de la clase alta, con mucho alcohol, drogas y sexo, y la brutal forma en que opera el poder en ese sector. Sin ser una gran película, tiene una escena notable, una síntesis de cómo se impone la fuerza, el sentido de clase social dentro de la misma clase alta. Es la escena entre el protagonista y el abogado de Larraín, interpretado de manera magistral por Luis Gnecco. Es de destacar que “Aquí no ha pasado nada” estuvo en Netflix.

“Mi amigo Alexis” permitirá probablemente a la gran mayor de los asistentes pasar un buen momento, y recaudar una buena taquilla. Pero poco más.