El libro nos introduce en un mundo donde no pasa nada, o donde, más bien, da la impresión que todo pasa fuera de sus protagonistas. Como si ellos no fueran responsables o no pudieran influir en lo que pasa en su entorno, en sus propias vidas. Como si fueran más observadores que protagonistas.

Los días de Moreau presenta, como contrapunto o complemento a lo anterior, descripciones sensibles y precisas de espacios y atmósferas, de estados anímicos.

El mundo que nos ofrece Nicolás González es una combinación de introspección y falta de contacto, de pasividad y falta de voluntad, de protagonismo, frente a una gran capacidad de observación y de sensibilidad.

Esa introspección, esa pasividad, llevan a un personaje que muchas veces se deja llevar, sin medir o estar consciente de las consecuencias. Como si la vida y sus circunstancias lo llevaran…

La historia

Manuel Moreau vuelve al departamento donde viven su madre y su abuela, luego de vivir varios años junto a una pareja y de fracasar en sus estudios de arquitectura. Su regreso hace reflotar recuerdos familiares y lo lleva a afrontar su vida laboral y sus relaciones afectivas, incluyendo a su amigo Sam.

En síntesis, Nicolás González nos introduce en un mundo de introspección, pasivo, donde los recuerdos y la capacidad de observar, la sensibilidad, son los que ocupan los espacios, en contraposición de al mundo sobrecargado de estímulos y extrovertido al que nos han acostumbrado.

Ediciones Oxímoron (c)
Ediciones Oxímoron (c)

Los días de Moreau

Nicolás González
Ediciones Oxímoron
Santiago de Chile, septiembre de 2018