Como cada año, centenares de monjes budistas vestidos con máscaras azules y violetas celebraron en Shangri-La, a 3.3000 metros de altura, el tradicional festival de Gedong.
Lamas jóvenes y viejos se mezclan con los tibetanos que participan en las danzas religiosas “cham” para esta fiesta que se celebra cada año en el monasterio Ganden Sumtseling de Shangri-La, una ciudad en el norte de la provincia china de Yunnan (sur).
Los monjes, con máscaras que representan a dioses y demonios de la mitología tradicional tibetana, bailan al son de los címbalos, los tambores y las trompas tocadas por lamas.
Tsering Choetso, un agricultor de 52 años, dice que es difícil explicar el significado del festival en otra lengua que no sea el tibetano pero explica que se trata de “un homenaje a nuestras divinidades y a los ancestros que ya no están aquí”.
“Creemos que al venir aquí y al asistir a las danzas no les tendremos miedo cuando los veamos en el más allá”, explica.
El monasterio de Ganden Sumtseling, construido en el siglo XVII, está apodado “el pequeño Potala” por su parecido con el principal templo del budismo de Lhasa, la capital del Tíbet. Tras haber sido dañado por los guardias rojos, el edificio ha sido reconstruido y es una de las principales atracciones turísticas de Shangri-La.
El budismo es una de las cinco religiones oficialmente reconocidas en China pero sigue estando bajo la estricta vigilancia de las autoridades de Pekín, que consideran al dalái lama, el líder espiritual tibetano en el exilio, como un “separatista”.
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