Esta columna fue publicada originalmente por el sitio web chileno de la Fuerza Nacional-Identitaria (FN-I), movimiento pancriollista que aspira a la unificación de todos los criollos de Chile.
Es tiempo de poner fin a la estupidez y llevar las cosas por el plano real.
Un decreto supremo que incluye, entre otras cosas, la caza de perros, “Perros salvajes o bravíos, que se encuentren en jaurías, fuera de las zonas o áreas urbanas y de extensión urbana, a una distancia superior a los 400 metros de cualquier poblado o vivienda rural aislada, los que deberán capturarse o cazarse en los términos establecidos en la Ley y el presente reglamento”, ha desatado una ola de controversia que ha apelado a todo tipo de manifestación verbal absurda, victimista, doble estándar y otras sencillamente tontas.
Aclaro primeramente que esto no es una apología a la ley, ni a la caza, ni a nada, sino sólo un llamado de atención entre tanta desinformación. Hay algunos hechos que hay que comprender, para no caer en el juego de la tergiversación:
1. Caza de animales no es sinónimo de genocidio, masacre ni aniquilación total. No exageremos la nota. Tampoco significa que cualquier persona va a estar autorizada para poder agarrar a tiros a un perro.
2. La Ley de Caza está sometida a la Convención Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que busca que los especímenes de plantas y animales salvajes no vean amenazada su supervivencia, ergo, no es un invento antojadizo que se le ocurrió a la señora “Bashelé” (a quien no aprecio en lo absoluto, pero tampoco puede ser apuntada como responsable).
3. La Ley de Caza no incluye sólo a animales dañinos como el perro, sino también, entre otros, al conejo, liebre, laucha, rata negra, guarén, castor, visón, rata almizclera, cabra, jabalí, etc. “Animales dañinos” significa que estos animales, entre o otras cosas, ponen en peligro la supervivencia de las especies nativas, muchas de las cuales están en peligro de extinción.
Sobre los animales dañinos, la ley dice:
Especie o animal dañino: el que por sus características o hábitos, naturales o adquiridos, está ocasionando perjuicios graves a alguna actividad humana realizada en conformidad a la ley, o está causando desequilibrios de consideración en los ecosistemas en que desarrolla su existencia y, debido a esto, es calificado de tal por la autoridad competente, con referencia a marcos espaciales y temporales determinados. Ningún animal comprendido en los listados de especies declaradas en peligro de extinción, vulnerables, raras o escasamente conocidas podrá ser calificado de dañino.
4. Aun incluyendo otras especies de animales dañinos (ver punto anterior), hasta ahora, nadie se ha manifestado por los ratones, ratas y lauchas. Por lo visto, la fauna animalista tiene un espectro bastante escueto de lo defendible.
5. Todos los días, cada día, hay un genocidio silenciado (para el que no se ha aprobado ninguna ley), por el cual nadie protesta: millones de piojos son aplastados, reventados, rociados con químicos especialmente diseñados en laboratorios para garantizar sus muertes. Además, no olvidemos las baratas, chinches, pulgones, hormigones, arañas y moscas que, siendo animales también, no cuentan con el respaldo de los hippie abraza-árboles que hoy lloran por los perritos.
6. Aunque las ciudades están llenas de perros vagos que son un peligro, la Ley de Caza no incluye a éstos. “Se prohíbe la caza o la captura en reservas de regiones vírgenes, parques nacionales, reservas nacionales, monumentos naturales, santuarios de la naturaleza, áreas prohibidas de caza, zonas urbanas, líneas de ferrocarriles, aeropuertos, en y desde caminos públicos y en lugares de interés científico y de aposentamiento de aves guaníferas”, por lo que no tiene sentido reclamar por el pobre perro callejero que anda rompiendo bolsas de basura, ensuciando un entorno de por sí sucio, poniendo en peligro a transeúntes y poniéndose en peligro a sí mismos de ser atropellados.
7. Efectivamente el descontrol que presentan algunas especies dañinas ha sido provocado directa o indirectamente por el ser humano, y lo ideal sería que hubiera un cambio de mentalidad que tuviera como indicadores la tenencia responsable y el hacerse cargo de los perjuicios y daños que pudieran ocasionar los animales, pero todo cambio involucra tiempo (así como vamos, ni 100 años serían suficientes), y muchas especies amenazadas no poseen ese tiempo, sino que están amenazadas ahora. Por otro lado, la Ley de Caza es eso, una ley de caza, no una medida de control y mitigación. El problema de los animales dañinos debe ser solucionado cuanto antes, no en el futuro lejano cuando todos se hagan responsables por sus animales.
Sí, la raíz del problema es el ser humano, por lo que, siendo responsable como especie, se deben hacer cambios, modificaciones y se deben tomar medidas de manejo. Todas estas acciones excluyen viajar en el tiempo hacia el pasado, donde se pudo haber evitado el problema. Por tanto, hay que dejar de lloriquear, patalear y hacerse cargo de la situación, lo que significaría llegar a instancias mucho mayores a una inclusión de especies a la Ley de Caza y a las fuertes multas que algunos creen que pueden generar un cambio. (Dando un ejemplo, las Torres del Paine han sido incendiadas muchas veces, pero una multa — por fuerte que sea — no revierte el daño causado al ecosistema.)
Muchos, queriendo jugar a ser los más informados, culpan como origen del problema a la sociedad… pero el origen viene desde mucho antes, en el Neolítico, con la domesticación de especies. Mientras que en el Paleolítico el hombre era un animal más que cazaba, comía y era cazado y comido, en el Neolítico jugamos a capturar especies, criarlas y a desplazarnos con ellas. Y comenzamos a modificar el entorno y los nichos. Y comenzó el problema… hace miles de años.
8. ¿Por qué no hacen una ley que permita cazar delincuentes? Es una idea delirante y carente de toda conexión con la realidad. Por lo general, todas esas personas que proponen tan aterrizadas y viables ideas, son las mismas que se horrorizan con los crímenes de guerra y con actos de lesa humanidad. Volvamos al planeta Tierra un rato.
9. Pese a las acusaciones de algunos de que éste es un (sic) país inculto de mierda, tercermundista, y con medidas de este tipo (caza) Chile nunca llegará al Primer Mundo, todos los países del Primer Mundo poseen leyes de caza y medidas de control de población de animales callejeros (incluyendo la tan odiada perrera); entonces, el no tener Ley de Caza y no tener planes de manejo de animales callejeros es lo que hace tercermundista, no el sí tener.
10. Las matanzas que provocan las jaurías de perros no son parte del Ciclo de la Vida. Bajo la premisa es el ciclo de la vida, muchos animalistas (que pretenden aparentar ser ecologistas duros) tratan de justificar el daño que provocan los perros y otras especies dañinas porque, claro, si el organismo no logra sobrevivir, es porque es débil y ¡paf! Selección Natural. Probablemente, tendrían razón… si es que hubiera algo natural en el crecimiento desmedido que tienen los perros o si es que hubiera algo natural en su presencia. Hemos podido ver el daño que han provocado especies introducidas sobre las especies nativas, donde uno de los ejemplos emblemáticos es el castor. Por otro lado, los mismos que justifican que las muertes de ejemplares de especies nativas provocadas por jaurías de perros son parte del Ciclo de la Vida, son los mismos que condenan al ser humano por la devastación que deja a su paso. Bajo su perspectiva, tanto las muertes provocadas por los perros y por los seres humanos deberían pesar lo mismo y, por tanto, ser expiadas ambas especies por las muertes que provocan.
11. Esterilizar es la solución… si es que existiera una docena de perros deambulando, no docenas de miles. Por supuesto que esto no tiene que ver con la caza (pues es responsabilidad de las municipalidades el controlar la población de perros vagos, no de los cazadores), pero como se ha sacado a colación, decidí incluir este punto. Aún si se esterilizara a miles y miles de perros no se soluciona el problema de la depredación descontrolada que efectúan éstos sobre ejemplares salvajes.
No porque sea amante de los gatos y no me agraden los perros estaré de parte de la Ley. Es labor de todo ecologista el proteger el medio ambiente y el equilibrio y tratar de reducir las presiones sobre el medio, por lo que los planes de manejo no son sólo necesarios, sino que deberían ser prioritarios. Acostumbramos a llorar por especies que se extinguen en otros lados del mundo. Es tiempo de ver nuestro entorno inmediato y cuidar de él, comprendiendo que las medidas de control obedecen a una voluntad de querer conservar el ecosistema, no sea que terminemos llorando por especies que ya no volverán y que nunca pudimos conocer.