Dentro del mundo cristiano y en los países de Occidente cercanos a la iglesia Católica, es normal ver que en ciertas épocas del año las ciudades se inunden con motivos religiosos por determinadas fechas, como el caso de Semana Santa, que si bien para una parte de los chilenos significa más días de descanso y viajes familiares, para otra parte bastante numerosa es el recuerdo de una época crucial en la historia de la humanidad, desde el punto de vista teocéntrico.
Es aquí donde aparece la figura de Jesús, quien según los relatos antiguos dio su vida para salvar a la humanidad, convirtiendo a esta semana en el recuerdo de aquel proceso en que fue crucificado, sepultado y devuelto a la vida. Si bien esto y su imagen de salvador y profeta pueden ser una realidad, una ficción o una interpretación, ya se ha convertido en un punto de partida para la composición más conocida de la historia, y para nuestro calendario actual.
Es esta imagen la que muchos directores de cine, productores y guionistas han querido rescatar, pero desde distintas visiones en que se presenta la vida de este superhéroe de antaño, ya sea con su cercanía al hombre común, por la divinidad de sus actos según las historias de la biblia, o por la crítica social que genera el efecto producido por la figura de Jesucristo.
Existen más de cien películas que han apuntado al ‘Hijo de Dios’ como protagonista, como el caso de “Rey de Reyes” (1961) de Nicholas Ray , “La Pasión según San Mateo” (1964) de Pier Paolo Pasolini, “La Historia Más Grande Jamás Contada” (1965) de George Stevens y la clásica en los repertorios de los canales nacionales, la extensa “Jesús de Nazareth” (1977) de Franco Zeffirelli.
La ceremoniosa divinidad
Ésta última es la que muchos de los chilenos con familias cristianas, o muy adictas a la televisión, recuerdan haber visto en el canal Católico o en otras señales locales, y es el punto de partida para observar la primera de las tres visiones de la vida de Jesús que han dejado una fuerte huella en el cine.
De la mano del director italiano Franco Zeffirelli (Hamlet, Romeo y Julieta y Té con Mussolini) y los guionistas Suso Cecchi d’Amico y Anthony Burgess, “Jesus de Nazareth” aparece como el clásico más conciliador y extenso, con intensiones de ser una obra apegada a la historia bíblica, cubierta de pomposidad y apuntando principalmente a una imagen humilde y a la vez divina, aunque un poco sosa del personaje central de la Iglesia Católica.
Esta película un clásico protagonizado por Robert Powell y un contundente elenco que, por más de seis horas, muestran la historia más aceptada dentro del cristianismo. Desde el nacimiento hasta la muerte y resurrección, Zeffirelli presenta a un Jesucristo pulcro, limpio, calmado y reflexivo, que se mantiene dentro de los estándares ceremoniales de la iglesia y no genera quiebres o molestia entre el público más cercano a la religión.
Rompiendo con la tentación
Años más tarde, en 1988, apareció una película que también se instalaría en la historia, pero rompiendo con la imagen tradicional del carpintero de Belén. Se trata de “La Última Tentación de Cristo” del afamado director Martin Scorsese, que cuenta con el guión de Paul Schrader y la Música de Peter Gabriel.
Willem Dafoe fue el encargado de encarnar al Jesucristo más teatral, quizás por la influencia narrativa de la novela de Nikos Kazantzakis en la cuál se basó la película que parece ser sacada de los Evangelios Apócrifos, o por la línea creativa de Scorsese, que si bien afirmó que esta obra no pretendía mostrar la vida de Cristo, de todas formas la instaló en el colectivo.
En este film se presenta la visión de Jesucristo en su etapa adulta, que claramente es más humano, vengativo y conflictivo, más cercano a un hombre normal que vive el proceso para transformarse en el mesías, con la dificultad de aceptar su tarea y con la constante confusión de tener que elegir distintos caminos que incluso le llevan a ser seducido por el diablo.
Cuando la película vio la luz generó aireadas reacciones de los cristianos más extremos, debido -en parte- a las escenas de besos entre Juan Bautista con Jesucristo o a las insinuaciones con María Magdalena. Pero esto fueron sólo detalles en relación al impacto de la trama completa de la historia, en que se aprecia una visión paralela de las tentaciones sufridas por ‘el elegido’, quien tiene la opción de seguir con su vida, formar una familia y desechar la idea de convertirse en salvador.
Como conjunto, la película muestra la lucha por conquistar el sufrimiento, la tentación y el miedo a la muerte, para dejar que el protagonista se sufra la transformación de humano a divino, apareciendo como el Jesucristo más perturbado y cercano al conflicto que lo puede llevar a un desastroso final.
La brutal pasión
Finalmente, se hace imposible no caer en una breve revisión del film presentado en 2004 por Mel Gibson en su faceta de director, quien eligió a Caleb Deschanel (Padre de las actrices Zooey y Emily Deschanel) para entregar una impactante dirección fotográfica en el más crudo de los relatos de Jesús, “La Pasión de Cristo”.
Esta historia se enfoca sólo en la última etapa de la vida de Jesucristo, en sus últimos días, y tiene altos tintes de violencia que acercan aún más al espectador con la figura de “El salvador que dio la vida por la humanidad”. Lo que Gibson ofrece en esta película, que fue criticada por rayar en lo antisemita, es una imagen del sufrimiento por el cual debió pasar Jesús y de la maldad humana reflejada en el pago que le dio su propio pueblo.
Un entonces desconocido Jim Caviezel fue el encargado de llevar la cruz en un film de no más de dos horas, en el que la imagen es lo principal, y las sensaciones que genera en el espectador vienen de la representación de un Jesucristo vulnerable, dañado e indefenso ante el odio.
Con la utilización de los idiomas nativos por parte de Gibson, tal como se vio en “Apocalipto”, esta obra trata de plasmar una imagen real, pero cruda e impactante, con un sabor amargo para los cristianos adeptos, transportándolos incluso a la incomodidad y la desesperación.
El nivel de realismo que el director intentó inyectar también se refleja en la imagen del actor, quien tuvo que usar lentes de contacto para ocultar sus ojos azules, en busca de una imagen menos idealizada de Jesucristo, que lo dejará mucho más cercano a un nativo de Tierra Santa.
Son tres de muchas imágenes de Jesucristo, pero son las que más han quedado en la retina por su impacto, ya sea porque vienen de la mano de un director cercano a la religión como el caso de Zeffirelli, o porque son parte de una obra hollywoodense que ha decido desafiar los estándares tradicionales. Lo que queda claro es que como obras de ficción dejan las puertas abiertas para que el espectador decida con quién identificarse, o simplemente pasar un rato observando alguna de estas obras que se han convertido en eslabones de la cadena de imperdibles películas basadas en las raíces del cristianismo.