Las monarquías árabes del Golfo, que se sienten abandonadas por su aliado estadounidense, desean tener buenas relaciones con Irán, pero temen que el acuerdo sobre su programa nuclear aliente a ese país en sus ambiciones regionales, según los analistas.

Emiratos Árabes Unidos fue el primer país del Golfo que reaccionó al acuerdo provisorio concluido el domingo en Ginebra entre las grandes potencias e Irán, manifestando la esperanza de que ese pacto contribuya “a la estabilidad de la región”.

Sin embargo, las monarquías del Golfo jamás ocultaron su desconfianza con respecto a su vecino.

“Como principio, los países del Golfo desean tener buenas relaciones con Irán”, explicó el analista saudita Jamal Khashoggi. “Pero el acuerdo redujo el problema con Irán únicamente a lo nuclear, cuando sus injerencias en la región constituyen una preocupación fundamental para esas naciones”, añadió.

Este analista sostiene que los países del Golfo “temen que Irán considere ese acuerdo como un aliciente para tener las manos libres en la región”, donde las autoridades iraníes son acusadas de apoyar militarmente al régimen del presidente sirio Bashar al Asad y de alimentar la inestabilidad en Bahréin y en Yemen a través de las comunidades chiitas en esos países.

El presidente estadounidense Barack Obama trató rápidamente de tranquilizar a sus aliados el domingo. “La determinación de Estados Unidos continuará siendo firme, así como nuestro compromiso con nuestros amigos y aliados, especialmente Israel y nuestros socios del Golfo, que tienen buenas razones para ser escépticos con respecto a las intenciones de Irán”.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu calificó a este acuerdo de “error histórico” y afirmó que su país tenía “derecho a defenderse”.

Sin embargo, los países árabes del Golfo e Israel no comparten la misma posición sobre Irán, destacó Jamal Khashoggi, para quien “el principal problema del Estado hebreo es (el programa) nuclear”.

Acuerdo “insuficiente”

Según el analista saudita Anuar Eshki, jefe del Instituto de Medio Oriente para Estudios Estratégicos, con sede en Yeda, el acuerdo en sí mismo “no es negativo, pero es insuficiente”.

De acuerdo con dicho acuerdo, la República Islámica aceptará limitar su programa nuclear a cambio de que se suavicen las sanciones económicas y comerciales en su contra, abriendo un nuevo período de conversaciones sobre el tema durante seis meses.

“Nosotros estamos preocupados”, dijo este analista, destacando que la disminución de dichas sanciones equivale a unos 7.000 millones de dólares. “Hay que saber si esos fondos serán utilizados por el régimen iraní para servir a su pueblo o para alimentar las crisis en la región”, advirtió.

Eshki ennumeró las quejas de los países del Golfo contra su vecino chiita, “que provoca tensiones religiosas entre sunitas y chiitas, alimenta las crisis en el mundo árabe, en Siria, Líbano y Yemen”, y tiene un conflicto territorial con los Emiratos Árabes Unidos.

La desconfianza de los países del Golfo está alimentada por el sentimiento de que su aliado y protector tradicional, Estados Unidos, los ha abandonado.

Arabia Saudita, líder de las monarquías del Golfo y principal apoyo de la oposición siria, reprochó al gobierno de Obama que hubiera renunciado a lanzar una ofensiva contra el régimen sirio en septiembre pasado, a pesar de la muerte de cientos de civiles en un ataque con armas químicas cerca de Damasco.

Por otra parte, las autoridades de los países del Golfo tienen la impresión de que el gobierno de Obama “ya no está interesado en los problemas” de Medio Oriente, según Khashoggi.

Este alejamiento norteamericano con respecto a esa región petrolera tiene lugar cuando se espera que Estados Unidos se convierta en el principal productor mundial de petróleo a partir de 2015.