La obra teatral de José Pineda, basada en la adaptación de la célebre novela de 1957, escrita por José Donoso, y que fuera interpretada por el Teatro Experimental de la Universidad de Chile en 1969, cuenta con un elenco destacado y una escenario giratorio que da dinamismo a la obra.

El texto base –el libro Coronación- es notable, una historia muy de Donoso sobre la aristocracia en decadencia, que a medida que pasa el tiempo, se encuentra cada vez más desadaptada, atrapada en lo que fue. Y la puesta en escena es buena, ya que respeta el espíritu de la obra.

“Coronación”, dirigida por Alejandro Castillo, de unas dos horas de duración, permite pasarlo bien, resulta una obra entretenida. Por sus textos, los giros de éstos, el humor, el dinamismo que permite su escenografía, las actuaciones notables de Bélgica Castro (que estuvo en la versión original de Pineda) que, haciendo de la abuela Misiá Elisa, sostiene y estructura la obra (se turna con Nelly Meruane, a quien no he visto).

“Yo ya había hecho este papel, pero ahora con 92 años entiendo mucho mejor a esta pobre vieja. Es que la vejez es uniforme y con la edad hay una cosa que pasa con el cerebro, como que se desconchinfla”, dice Bélgica Castro en relación a Misiá Elisa haciendo referencia a su primera interpretación de este rol en los 60 en el sitio web del GAM.

También destacan las actuaciones de las dos sirvientas, Lourdes (Diana
Sanz) y Rosario (Mabel Farías), que logran dar un ambiente muy acorde con el mundo de Donoso, donde mezclan cultura popular, con la devoción por los patrones, chismeríos y algunos excesos de confianza.

Sin embargo resulta difícil, para quienes tienen en la memoria la película de Silvio Caiozzi de 2000, sacársela de la cabeza y no establecer relaciones y comparaciones. O simplemente tener de referencia a Donoso, sutil y elegante, con una prosa precisa, sin estridencias de más.

Pero Coronación –el libro, la película con las memorables actuaciones de María Canepa y Julio Yung- creemos que exige más. La escenografía, ingeniosa, es un tanto burda. Es realista en unos casos y caricaturesca –casi grotesca- en otros (en particular en el salón, con esas decoraciones barrocas toscas, que no son propias de nuestra arquitectura, además de ser demasiado estrecho para sus propósitos). Con descuido en algunos detalles, como las ventanas de la cocina, con un vidrio sobrepuesto que brilla y refleja demasiado.

Las actuaciones no son parejas…. Y esto aparentemente es, en parte, responsabilidad de la dirección, que no consigue registros homogéneos, en especial en términos de humor, resultando algunos personajes caricaturas un tanto gruesas. Es lo que sucede con Mario (Nicolás Brown), quien se enamora de la Estela, sobrina de Lourdes, influenciado para delinquir por su hermano René (Víctor Montero), emparejado con Dora (Marcela Salinas). Los tres parecen sacados de otra obra.

Por otro lado, Francisco Melo, que interpreta al nieto Andrés, resulta un personaje poco convincente –acentuado por una falta de espacio que le quita movilidad y espacio vital para su rol- en un rol muy complicado, que debe ser el contrapunto de Misiá Elisa. Inevitable no compararlo con la memorable actuación de Julio Jung (cierto, en un personaje más viejo y decadente).Melo no logra ser un personaje atormentado, aristocrático y decadente. O, al menos, resulta poco convincente.

Los otros personajes, Estela (Carolina Arredondo), la sobrina de Lourdes que ha llegado a colaborar en la casa y de quien se enamora Andrés, Carlos (Carlos Díaz León), un exitoso médico amigo de infancia de Andrés que se niega a enfrentar el quiebre de su matrimonio con Adriana (Elvira Cristi), están bien, pero no brillan como Bélgica Castro.

El exceso de humor fácil, sobreactuado, con una escenografía “caricaturizada” y poco sutil, y actuaciones poco parejas distraen y le quitan profundidad a una obra que, por su importancia en nuestra cultura e identidad, debe ser tratada con más delicadeza. Y por justicia al texto original, que logra una construcción acabada y precisa de los diversos personajes.

A pesar de todo, es interesante y recomendable, al menos para ver a Bélgica Castro (y posiblemente también a Nelly Meruane), que tiene una actuación soberbia, que sostiene la obra, y para volver a encontrarse con lo mejor de José Donoso.