Una de las cosas más admirables de Estados Unidos es la claridad objetiva con que podemos conocer y analizar una gran parte de sus acciones, incluyendo sus miserias, sus estupideces y sus decisiones perversas.

Ningún otro país del mundo actual permite que la gente sepa el equivalente a lo que vamos sabiendo sobre Estados Unidos. Tarde o temprano, vamos dándonos cuenta de que en todos los países del mundo hay inmundicias que fermentan escondidas bajo las sotanas de políticos con caras de santurrones. Pero únicamente en Estados Unidos los destapes no sólo son frecuentes, a menudos son dramáticos.

Muchas veces son destapes rutinarios, desclasificación total o parcial de documentos secretos de actualidad caduca, otras veces son filtraciones por personeros que sienten que hay cierta mugre que no se debe ocultar… y también a veces son acciones heroicas de personas como Bradley Manning, que ahora es Chelsea Manning, o como Edward Snowden.

Y es gracias a esa característica, tan presente e intensa en los Estados Unidos, que en estos momentos podemos presenciar, percibir, analizar y tratar de comprender cómo el derrumbe del imperio norteamericano es en realidad síndrome de lo que podría ser la enfermedad incurable que acabará matando a nuestra civilización.

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