El papa Francisco se dedicará a descansar este martes en Rio de Janeiro, un día después de ser aclamado por decenas de miles de peregrinos en su llegada a Rio, mientras cientos protagonizaron una protesta que terminó en violencia.

La llegada del papa argentino a Rio en un coche simple que quedó atrapado 10 minutos en el tránsito mientras una multitud le rodeaba, golpeaba la ventanilla y hasta le tiraba regalos dentro, generó cuestionamientos sobre el operativo de seguridad.

Pero el primer papa latinoamericano, que defiende una Iglesia cercana a los pobres, está empeñado en tener contacto con el pueblo, y en un trayecto por el centro de la ciudad en un papamóvil semidescubierto aupó a niños y no perdió la calma.

“El secretario del papa me confió que estaba asustado, pero que el papa permaneció muy sonriente”, indicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en rueda de prensa.

Enfrentamientos violentos

Horas después, tras la reunión del papa con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, centenares de manifestantes que protestaban cerca de allí contra el gasto público de 53 millones de dólares para su visita y la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y chorros de agua.

Un fotógrafo de la AFP fue herido en la cabeza por un bastonazo de un policía, y un manifestante recibió una bala de goma en una pierna. Según la policía, los incidentes comenzaron cuando un manifestante lanzó un cóctel molotov. Cinco personas fueron detenidas.

El papa, que hace hincapié en una Iglesia misionera, llamó a los jóvenes a evangelizar a las naciones en momentos en que los católicos pierden terreno frente a los evangélicos y el laicismo en su primer discurso junto a Rousseff.

En junio, más de un millón de personas tomaron las calles de varias ciudades de Brasil para exigir mejores servicios públicos y protestar contra los millonarios gastos de la Copa del Mundo y la corrupción rampante.

El Vaticano no teme que las manifestaciones perturben la visita del papa, pues sabe que “no son dirigidas contra el papa y la Iglesia”.

El operativo de seguridad para la visita del papa cuenta en total con unos 30.000 militares y policías.

“Como una persona normal”

Vestido con una simple túnica color manteca y un crucifijo de plata, el papa Francisco fue recibido en su primera visita al país con más católicos del mundo por decenas de miles de peregrinos agitando banderas -en su mayoría brasileñas y argentinas- que lloraron y gritaron a su paso.

“Fue emocionante, el papa era como una persona normal, hasta tenía cara de sorprendido, como si no se esperara tanta cosa”, comentó a la AFP Jorge Pantigoso (34), de Perú, luego de verlo pasar cerca de la catedral.

El papa también llamó a los jóvenes a evangelizar, y les pidió que “vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas”, en su primer discurso en Brasil, antes de reunirse con Rousseff.

El papa, de 76 años, no tiene reuniones anunciadas en su segundo día en Brasil y descansará en la residencia de Sumaré, en las alturas de Rio, en medio de la selva tropical atlántica, aunque Lombardi informó que podía reunirse con quien quisiera.

El arzobispo de Rio, Orani Tempestá, inaugurará oficialmente este martes la JMJ con una misa en la playa de Copacabana, prevista para las 18h00 local (21H00 GMT), y en la que se espera a cerca de un millón de personas.

Este será el único acto central de la JMJ sin la presencia del papa, quien presidirá estas jornadas que se celebrarán hasta el 28 de julio.

El papa Francisco, quien desde su elección en marzo insiste en la necesidad de que la Iglesia, los fieles y los gobiernos presten más atención a los desposeídos, tiene previsto visitar el miércoles el mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, en el estado de Sao Paulo, donde las fuerzas de seguridad encontraron el domingo un explosivo de fabricación casera y lo detonaron.