El Observatorio del Libro y la Lectura, iniciativa conjunta de la Cámara Chilena del Libro y la Universidad de Chile, publicó los resultados completos de su encuesta de hábitos y prácticas lectoras “¿Dónde lees tú?”.

El pasado 23 de abril, Día Internacional del Libro y el Derecho de Autor, el Observatorio del Libro y la Lectura (OLL) difundió un video que mostró los principales resultados de la encuesta “¿Dónde lees tú?”, en la que se entrevistó a más de 3.000 personas asistentes a la Feria Internacional del Libro de Santiago, que anualmente organiza la Cámara Chilena del Libro.

Después de un exhaustivo análisis de los datos, el Observatorio ha publicado los resultados completos de esta encuesta y un estudio a cargo de la socióloga Daniela Vega que analiza en profundidad la emergencia de nuevos fenómenos.

La encuesta “¿Dónde lees tú?” constituye un verdadero aporte a las estadísticas relativas a las dinámicas de apropiación de la lectura y también, de manera más general, a las mediaciones desarrolladas a las mediaciones desarrolladas en la temática del consumo cultural, específicamente del libro.

Este trabajo mostró fenómenos interesantes con lo visualizado a nivel del consumo cultural del libro a nivel nacional, ello porque las dinámicas de apropiación del libro dan cuenta de las desigualdades de género, edad y clase en la posesión y uso del tiempo.

Uno de los resultados más relevantes del estudio es que el espacio privado sigue siendo el lugar más relevante para la lectura, en todas las edades y géneros. El lugar preferido es el dormitorio (84%), seguido por el metro (48%), sala de estar o living (46%), micro (44%) y baño (42%).

Lo anterior revela que el componente de intimidad e individualidad sigue siendo central para comprender las prácticas actuales de la lectura en Chile.

Desde una perspectiva de género, cabe destacar que tanto el hogar como los espacios públicos son sexuados. La encuesta revela que los hombres leen más en el baño, aislados de la dinámica cotidiana, mientras que las mujeres leen más fuera de casa, puesto que dentro son absorbidas por el trabajo reproductivo y de cuidado.

La encuesta “¿Dónde lees tú?” revela que, acorde a la etapa del ciclo vital y ocupacional de los encuestados(as), también hay diferencias relevantes: los jóvenes de 18 a 29 años leen más en el metro, micro y bibliotecas, dado que la mayoría son estudiantes que se movilizan dentro de la ciudad y utilizan instituciones educativas y de formación.

El tramo de 30 a 39 años lee más en el baño y lugar de trabajo, grupo etario en el que la mayoría de las personas trabajan y destinan más tiempo a una lectura “funcional” o bien a una lectura por placer al interior del hogar.

Por último, el tramo de 40 a 55 años, señala leer más en lugares de ocio y vacaciones, como playa, lago o montaña, salas de espera y salas de estar. Este grupo permite hipotetizar la existencia de una concepción de lectura por placer, asociada a lugares de ocio y entretenimiento, aspecto mucho más marcado que en otras edades.
Ciudad y lectura en movimiento

Puente Alto, La Florida y Maipú –las comunas con mayor población y heterogeneidad social de la Región Metropolitana– leen en el metro. Además, Florida y Ñuñoa leen en el baño y Maipú, en el transporte público.

En este contexto, los medios de transporte tienen un lugar importante en las prácticas lectoras, siendo la micro y el metro los lugares más relevantes. Lo anterior no es de sorprender si se considera la progresiva congestión de tránsito y los altos tiempos de viaje que experimentan los ciudadanos en el transporte público.

“¿Dónde lees tú?” constata que, incluso para el público más sensibilizado con la lectura, las bibliotecas han perdido importancia como un espacio público para leer: ¿qué ocurre con la oferta de servicios de las bibliotecas públicas?, ¿está cubriendo los intereses de los lectores? ¿Se está ajustando a las condiciones que se requieren?

Es posible hipotetizar cierto agotamiento de la biblioteca pública, dado que su figura se asocia a un tipo de lectura “enciclopédica” o “escolarizante”, cuya circulación se ha modificado a causa de las herramientas digitales y virtuales como Google, Wikipedia, y otras fuentes de información en internet. Por ello, este espacio tiene el desafío de reconfigurarse y adaptarse a las nuevas condiciones que imponen los mismos lectores y lectoras.

Recomendaciones de políticas de fomento lector

En el espacio público y comunitario

A nivel local, resignificar y/o replantear el sentido de la biblioteca pública como lugar abierto, diversificar su oferta cultural y acercar a la comunidad mediante redes con organizaciones y establecimientos.

Escolares

Habilitar de redes lectoras comunitarias o barriales que permitan una circulación del libro de forma mucho más cercana a la población.

En los medios de transporte urbanos

Potenciar y resguardar los espacios ganados de lectura en el metro dado que a causa del hacinamiento, es posible que los índices disminuyan. Evaluar medidas que pueden estar siendo contraproducentes para la lectura: la colocación de televisores y música en alto volumen.

Generación de políticas desde Transantiago para complementar su oferta de programas culturales, con el desarrollo de micro bibliotecas en movimiento o “libros viajeros”.

Recomendaciones de futuras investigaciones

De los resultados de la encuesta “¿Dónde lees tú?” se desprenden nuevas áreas para profundizar el estudio de las prácticas lectoras, por ejemplo, analizar el creciente lugar de la lectura digital. Este factor es importante pues, aun considerando que se trata de un formato acotado por condiciones económicas restrictivas en el acceso a la tecnología, se aprecia que la población cada vez tiene mayor acceso al mercado a aparatos como smartphones, tablets, etc., que son utilizados “en movimiento”.

Asimismo, sería importante desarrollar un análisis sobre el abordaje de las políticas de fomento lector a nivel local, es decir, cuáles son los objetivos y estrategias que implementan los municipios y las corporaciones culturales para acercar a la ciudadanía al libro y evaluar experiencias exitosas o buenas prácticas.

Por último, cabría desarrollar un estudio cuantitativo y cualitativo respecto a las prácticas lectoras en medios de transporte y otros espacios públicos, que entregue información útil para diseñar políticas de fomento lector. Interesaría saber quiénes leen en las micros/metro, qué tipo de lectura hacen, frecuencia, destinos, géneros literarios, etc.