La emoción y el nerviosismo reinaron el miércoles en la Plaza San Pedro del Vaticano entre las miles de personas que vieron salir de la chimenea de la Capilla Sixtina la segunda fumata negra del cónclave, indicando que aún no se ha alcanzado un acuerdo para elegir a un nuevo papa.
“Es la primera vez que vengo al Vaticano para asistir al cónclave pero siento que esta vez, mucho más que en otras ocasiones, el mundo necesita la esperanza que nos traería un buen papa”, explica el sacerdote brasileño Giuseppe Almaida, de 71 años.
Las banderas brasileñas son legión en San Pedro, todavía más desde que el nombre del cardenal Odilo Scherer ha cobrado fuerza en los últimos días como posible nuevo pontífice.
“Si siguen sin decidirse quiere decir que hay muchos candidatos y que los cardenales están estudiando a varias personas. Y gradualmente irán reduciendo el número hasta tres, luego dos y luego la persona que reunirá todos los votos”, dice convencido el irlandés Michael Kilmartin, otro de los muchos sacerdotes reunidos en el Vaticano.
Sin embargo, la dura realidad es que poco o nada se sabe de lo que pasa dentro de la Capilla Sixtina, donde desde el martes 115 cardenales estan congregados y aislados del mundo para elegir al sucesor de Benedicto XVI.
Tras la primera votación negativa, señalada con la tradicional fumata negra el martes por la noche, este miércoles por la mañana se llevaron a cabo otras dos, que también terminaron con voto negativo y el consecuente humo negro que salió a las 07:39 horas de Chile por la chimenea, observado por miles de personas en todo el mundo.
Eso no impide que algunos de los curiosos reunidos en la plaza ya tengan en la cabeza el retrato robot del futuro papa.
“Vamos y venimos de la plaza desde ayer. Nos gustaría un papa latino, porque los latinos somos más candorosos. Pero que sea el que Dios quiera”, asegura Marina, una ama de casa venida de Ciudad de México.
“Para mí tiene que ser un gran evangelizador”, dice Alejandra, una colombiana afincada en Milán, que ha venido a Roma con una amiga para no perderse detalle.
“¡Queremos papa, queremos papa!”, grita un numeroso grupo de ecuatorianos, resumiendo el sentir de muchas de las personas reunidas en la inmensa explanada frente a la Basílica para quienes la espera empieza a hacerse larga.
Entre los sacerdotes y las monjas, muy numerosas en San Pedro, algunas orando y cantando arrodilladas, “prisa” y “decepción” son palabras prohibidas.
“¿Decepción? ¡Nunca!. Siempre esperando con esperanza e ilusión. El Señor esta aquí. Estamos unidas al corazón de Cristo”, dice sonriente y serena la hermana Consuelo, una monja peruana de avanzada edad de la Congregación de las Canonesas de la Cruz.
Convertida en “plaza del mundo”, según la expresión de José María Gil Tamayo, el portavoz adjunto del Vaticano, la plaza de San Pedro se cubrió desde la mañana de paraguas y de banderas, en otra jornada en Roma de lluvias intermitentes.
Pero lo que muchos aprecian sobre todo es el ambiente, donde se mezclan expectación e ilusión de que el próximo papa dé un nuevo rumbo a la Iglesia católica.
“Hay un ambiente muy especial, no sólo esperamos el humo blanco sino a un líder que pueda abrir la Iglesia hacia la modernidad,” explica Jean Chiche, un francés que vino con su mujer y su hija desde París.
De momento habrá que esperar y seguir vigilando hora tras hora, quizás día tras día, que el humo traiga noticias.