“Mostramos lo que no se ve”. Danza que explota los sentidos es la esencia de la coreografía de Francisca Morand y Eduardo Osorio, donde funde movimiento, videos e interacción sonora para proyectar las sensaciones físicas internas a través de la tecnología.
A Francisca Morand siempre le llamó la atención la distancia “sensorial” que se produce en una presentación entre el público y el intérprete. “Cuando un espectador ve un cuerpo moviéndose percibe una cosa externa. Es muy difícil que sienta lo mismo que el ejecutante. Me interesaba tratar eso sin abordarlo literalmente y poniéndolo en crisis con la tecnología”, explica sobre la motivación que la llevó junto a su marido y codirector, Eduardo Osorio, a indagar en el tema uniendo sus conocimientos teóricos y prácticos en danza y técnicas somáticas. “Las percepciones que uno puede tener con el cuerpo y cómo se relacionan con imágenes son todo un campo estético”, agrega.
Fue así como surgió InVisible, montaje de danza contemporánea donde tres bailarines (Pablo Zamorano se une a ellos en escena), profundizan en sus sensaciones físicas intentando proyectarlas en un espectáculo. “Pensé que la tecnología ayudaría a maximizar. Por eso trabajamos con un artista sonoro (Ariel Bustamante), él realizó una propuesta con dispositivos sonoros que funcionan cerca del cuerpo y en tiempo real. Un trabajo muy mínimo, muy puro, que no es musical”, recalca.
Precisamente sobre esta base, reemplazando la tradicional relación danza-música por danza-sonido, e incorporando creación de video (a cargo de Isabel Skibsted), los artistas abordan la gran interrogante de si es o no posible trasmitir la experiencia interna.
“Hacemos acercamientos al tema a través de texto, jugamos con la literalidad, hay partes donde le hablo al público, hacemos guiños a esta idea original, pero la obra también recorre un campo más abstracto producto de este encuentro entre movimiento, sonido y video”.
Para los creadores es relevante consignar que, aun cuando se trabaje esta incorporación de diferentes lenguajes, se trata de una pieza eminentemente de danza que toma como eje central del movimiento al sentido del tacto.
“Hay muchas alusiones a la piel, a la idea de textura, a la cercanía”, aunque advierte que más allá de lo que el cuerpo siente, les ha resultado muy interesante descubrir un nuevo material artístico, y que es lo que resulta de esta fusión “la consecuencia de la investigación”.
Recogiendo el nombre del libro Lo visible y lo invisible de Maurice Merleau-Ponty, donde el filósofo “establece a la corporalidad y la percepción como ejes para la constitución del mundo”, los coreógrafos se concentran en “lo que no se ve” invitando a una experiencia multimedia sustentada en el cuerpo. “El público podrá abrirse a la posibilidad de ver el movimiento desde otra perspectiva”.
Hasta el 2 de diciembre
Jueves a sábado 20:30 horas
Domingo a las 19:30 horas
$5.000 y $3.000