Pablo Neruda es el chileno más conocido a nivel universal en el ámbito de la cultura y las artes. Además de haber sido un gran escritor, premio Nobel, tiene la particularidad de haber tenido una personalidad y una vida muy particulares, cautivante. Y el haber plasmado obra y vida en sus casas, en particular en la que se ubica en Isla Negra.

Hoy una inmobiliaria quiere construir 300 departamentos en la pequeña localidad de Isla Negra, a pocos metros de la casa de Neruda, queriendo sacar provecho de esa lugar a costa de violentarlo. Es decir, quiere “vender” Isla Negra y sus encantos mientras, con esa misma acción, la arruinará.

Isla Negra ya está colapsada muchos días al año por la cantidad de visitantes que llegan a ella. La playa, las calles, los restoranes –qué decir de lo difícil que es visitar la casa de Neruda algunos días, para lo cual hay épocas en que hay que inscribirse con días de anticipación- ya no dan abasto. Con 300 departamentos, es muy probable que se degrade de manera importante.

¿Es posible que se tolere y se acepte con tanta indiferencia que se quiera atentar contra una figura tan importante como Neruda y su legado?

La disputa entre quienes quieren preservar el patrimonio y las características de Isla Negra –mediante ampliación de la Zona Típica declarada por el Consejo de Monumentos Nacionales- y la Inmobiliaria Santa Beatriz está encendida en las comunidades, entre quienes defienden el Patrimonio Cultural, en los medios de comunicación, el Consejo de Monumentos Nacionales. Y ahora se ha trasladado al caso al Tribunal Constitucional, hasta donde ha ido Santa Beatriz cuestionando la constitucionalidad de la figura de “Zona Típica” (Ley 17.288 de Monumentos Nacionales).

Más allá de esta disputa legal, resulta sorprendente y desconcertante que un bien que debiera ser un hito y un referente cultural para nuestro país –y para muchas personas alrededor del mundo- no cuente con los resguardos necesarios para conservarla en las mejores condiciones posibles. Y eso no sólo tiene que ver con la propiedad –construcciones, bienes muebles, terreno- que hoy es de la Fundación Neruda, sino del entorno, de la playa, de los paisajes circundantes (ya deteriorados por la presencia de dos torres de departamentos muy desafortunadas hacia el sur), de la calidad de restoranes y de locales que venden artesanías (bastante mediocres y no a la altura del lugar). Porque Isla Negra requiere urgentemente de un plan de gestión que permita un uso masivo y democrático sustentable que resguarde el lugar y sus habitantes (los que viven ahí). Que ponga en valor su patrimonio, lo que significa y representa, incluso para entender la vida y obra del poeta.

¿Cómo se entiende que no se valore la riqueza y maravilla que es Isla Negra y la casa de Neruda? ¿Cómo es posible que no haya un plan, una política que resguarde y ponga en valor ese lugar poniéndolo en óptimas condiciones para un mejor acceso de las personas?