El más grande y genial de los tenistas contemporáneos dio una nueva y magistral clase sobre el césped de Wimbledon acerca de como deben jugarse las finales cuando hay cosas importantes en juego.

Y este domingo no sólo jugaba contra Andy Murray, sino contra el deseo de toda Inglaterra que aspiraba a ver un campeón en el torneo más famoso del mundo, en su casa, tras aquella ya lejana gloria alcanzada en 1936 por Fred Perry.

También jugaba con sus deseos de volver a ser el número 1 del mundo, ganar Wimbledon por 7º vez igualando a Pete Sampras, obtener su título número 17 (en paridad también con Sampras) y convertirse en el tenista con 286 semanas como el mejor del mundo.

Roger Federer (4-6, 7-5, 6-3 y 6-4) se inscribió entonces en el olimpo de los dioses deportivos. Se lo merece por su grandeza en la cancha y fuera de ella. Por haberse levantado una vez más tras observar como Novak Djokovic y Rafael Nadal se convertían en protagonistas, no sólo en 2011 sino también en el primer semestre del año.

Pero Wimbledon es como el jardín de su casa. Donde mejor disfruta. Y donde más lo quieren. Porque se llevó los mismos aplausos y la misma ovación que en sus anteriores victorias en Londres. Y eso que había derrotado a Andy Murray (están 8-8 ahora en sus enfrentamientos oficiales, aunque Federer le ha ganado las tres finales de torneos del Gran Slam) el héroe que no pudo ser en la lluviosa tarde de la capital inglesa. Una ciudad que tendrá nuevamente en 3 semanas más y en ese mismo recinto para participar en lo Juegos Olímpicos en la búsqueda del único trofeo que le falta: la medalla olímpica. Con esta demostración, no caben dudas que es el máximo candidato.

Andy Murray no desperdició la oportunidad ante los casi 15 mil espectadores ubicados en el court central en los más de 10.000 que estaban siguiendo el partido en los sectores aledaños al estadio en pantallas gigantes, y en los más de 70 millones de ingleses interesados en saber si rompería el maleficio de 76 años. Salió como una tromba a llevarse por delante al mejor de la historia en el primer parcial. Y lo logró quedándose con ese set por 6-4 con quiebre justamente en el noveno juego. Federer entregaba señales de lentitud ante el agresivo británico que empujaba el match hacia el lado del revés del suizo.

En el segundo todo cambió. Roger Federer entró en estado de gracia. Imprimió mayor velocidad a sus golpes, la certeza de su servicio se acrecentó, la variación de sus tiros también. Y el slice tanto cruzado como paralelo una carta que sobre el césped debe utilizarse le bajaron las opciones a un Murray que debió batallar con ese planteo del mejor de todos los tiempos. Lo salvaba su servicio hasta que en el decimosegundo juego, Federer le quebró esa opción y se llevó el set por 7-5.

Estaban 1-1 en el tercero, con Federer ya en ascenso y Murray sintiendo el impacto del parcial cedido cuando la lluvia se acercó a Wimbledon y paró todo. Cerca de media hora demoró la reanudación del partido con cierre del techo incluído. ¿Cómo volverían a la cancha? La gran duda la disipó Roger Federer: como se habían ido al descanso, con él mandando en el juego y en lo anímico. La cancha pasó a ser más rápida, los golpes de Federer sonaban como un violín afinado. Murray corría y se caía (dos veces) en la insegura y raleada superficie, Roger siempre estaba parado donde llegaría la pelota. Quiebre en el sexto juego y un festival de golpes y voleas que fueron minando al escocés. Un 6-3 contundente para marcar la cancha.

En el cuarto no variaron las acciones. Roger impuso el mismo guión que en los sets que ganó, el segundo y el tercero. Murray dio muestras de nerviosismo, miró varias veces a su palco en el que se encontraban su madre (ex entrenadora de Andy), el ex gran campeón Ivan Lendl (su actual coach) su novia y su hermano, dando claras señales de impotencia. Más cuando Federer fue a buscar el juego en el quinto game con una volea y quebró su saque nuevamente.

Federer se colocó 3-2, sirvió para 4-2, ,mantuvo su ventaja en el 8º. Para 5-3 y tras mantener Murray su saque en el 9º, Roger Federer se fue sentar 5-4 adelante y con el servicio para cerrar la historia y convertirse junto a Sampras en el tenista que más veces ganaba en Wimbledon con 7 ttítulos. Un décimo juego lleno de suspenso. Federer colocó dos aces, se puso 40-15, con dos pelotas para coronarse campeón, perdió la primera con un revés a la red pero en la segunda una pelota larga de derecha de Murray se fue larga y toda la humanidad del suizo al piso para festejar con ese 6-4 final que es el más grande, el más campeón de todos, el rey de Inglaterra en el tenis y el nuevo número 1 del mundo.