Además de los controles antidopaje clásicos, el Mundial de atletismo, que comienza el sábado en Daegu, estará por primera vez bajo la vigilancia añadida del llamado pasaporte sanguíneo o biológico, para intentar evitar mejor cualquier irregularidad.

Los casos de dopaje se han sucedido en los últimos años, como ocurrió recientemente con el jamaicano Steve Mullings, ‘cazado’ cuando todos parecían situarle junto a sus compatriotas Usain Bolt y Asafa Powell como aspirante al podio en los 100 y 200 metros.

La Federación Internacional (IAAF) mantiene la mano dura en este punto, a un año de los Juegos Olímpicos, donde el atletismo es la principal disciplina y la que atrae habitualmente la mayor atención.

Entre su llegada a Daegu y el inicio de la competición, cada uno de los 2.000 atletas participantes se someterá a una prueba sanguínea, como ocurre en otros deportes, como en el ciclismo, donde por ejemplo se extraen muestras 48 horas antes de la salida del Tour de Francia.

Al contrario que en el anterior Mundial, Berlín-2009, donde las pruebas sanguíneas se centraban sobre todo en las pruebas de resistencia, este año en Daegu todos los atletas, los de todas las disciplinas, van a ser muy vigilados.

La IAAF, que seguía desde hace años el desarrollo del pasaporte biológico, se ha unido entre el último Mundial y el que está a punto de comenzar al ‘club’ de Federaciones que adoptan oficialmente esta medida para controlar los niveles biológicos de los atletas y ver posibles variaciones anómalas.

En el pasado, el atletismo ya utilizó informaciones de los perfiles biológicos de los atletas para orientar mejor sus controles antidopaje hacia los deportistas sospechosos, pero ahora puede ver directamente los cambios de niveles experimentados y dictar sanciones si se consideran irregulares.

“Los análisis permitirán no sólo medir los marcadores que indican el uso de EPO o de manipulación sanguínea en las pruebas de resistencia, sino también indicar el uso de esteroides o de la hormona de crecimiento en las disciplinas más de fuerza”, precisa la Federación, que considera que es un programa antidopaje “sin precedentes”.

“Será la primera vez que unos 2.000 atletas que participan en una gran competición deportiva tengan que someterse a un control sanguíneo en condiciones materiales óptimas e iguales para todos, en un mismo periodo de tiempo”, apunta la Federación Internacional.

Para este ambicioso programa de ‘caza del tramposo’, la IAAF está respaldada por el laboratorio antidopaje de Lausana (Suiza), uno de los 35 acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en el mundo y que tiene una gran reputación por su trabajo por ejemplo a partir de pasaportes biológicos.

“Los datos recogidos irán a una base de datos única de valores de referencia y los biomarcadores en una población de atletas de élite, hombres y mujeres, que practican las distintas disciplinas y que tienen orígenes geográficos variados”, subraya la IAAF, que gestiona uno de los deportes más universales.

El pasaporte sanguíneo, eso sí, no sustituirá a los controles clásicos, que se basan en la detección de sustancias prohibidas en muestras de sangre u orina, sino que tratará de completarlos.

Durante el Mundial, la IAAF señaló que planea realizar 500 controles de orina, tanto dentro como fuera de la competición.