Decenas de miles de personas participaban el viernes en una manifestación dominada por grupos islamistas en la plaza Tahrir en El Cairo, como muestra de unidad con fondo de frágil transición política tras la caída en febrero del presidente Hosni Mubarak.
Miles de contestatarios se habían congregado en la noche y en la mañana para una manifestación prevista tras la oración semanal musulmana a media jornada.
Algunos gritaban consignas a favor de la instauración de un “Estado islámico”.
Esta manifestación, convocada por los Hermanos musulmanes, aliados a diversos grupos musulmanes fundamentalistas, hacía temer choques con los militantes de las organizaciones laicas que acampan en la famosa plaza Tahrir de El Cairo desde el 8 de julio.
La semana pasada, los islamistas habían preparado su propio desfile, acusando a los contestatarios laicos de ir contra “la identidad islámica” de Egipto.
Pero tras dos días de negociaciones, laicos e islamistas convinieron en dejar de lado sus disensiones para salvar los ideales de la revuelta popular de enero-febrero, que condujo a la salida de Mubarak.
Por lo menos 15 partidos y otras formaciones políticas participaban en la manifestación.
Entre sus reivindicaciones, figuran el fin de los procesos militares de civiles, la comparecencia de dignatarios del antiguo régimen y la redistribución de las riquezas.
De pie en los podios instalados alrededor de la plaza, los oradores exhortaron a la asociación y a la unidad, pero la muchedumbre convocó a Egipto a “aplicar la ley de Dios”.
En la tarde, centenares de personas trataban de abrirse paso hacia el centro de la plaza Tahrir, bajo un calor asfixiante.
Señal de tensión, centenares de contestatarios se dirigieron hacia el exterior de la plaza gritando y provocando movimientos de pánico momentáneos, pero regresaron más tarde y comprobaron que no había pasado nada.
Desde el 8 de julio, contestatarios, en su mayoría laicos -islamistas que rechazaron hasta ahora participar en las sentadas- ocupan la plaza Tahrir, epicentro de la protesta, para denunciar la lentitud de las reformas prometidas por el ejército en el poder.
Los militares también son acusados de violaciones de los derechos humanos y de recurrir a los métodos de la época de Mubarak para separar a los opositores.
Los grupos islamistas de manera general habían conservado sus distancias respecto a las sentadas y organizaron recientemente su propia manifestación, reprochando a los manifestantes que están en la plaza de ir contra la “identidad islámica” de Egipto.
La semana pasada, el ejército había acusado al movimiento del 6 de abril (los militantes por la democracia) de “dividir al pueblo y al ejército”.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) llamó además “al pueblo a la vigilancia y a no caer en el complot sospechoso con el fin de minar la estabilidad de Egipto”.
El mariscal Husein Tantaui, que encabeza el CSFA, y lleva las riendas del país, prometió sentar las “bases de un Estado democrático defensor de la libertad y de los derechos de ciudadanos”.
Las legislativas fueron anunciadas para el otoño y deben preceder la redacción de una nueva Constitución y la celebración de elecciones presidenciales.